𝟶𝟾‖ ᴀʟɢᴏ ᴇɴ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ

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EL HOMBRE OBSERVABA a la mujer sobre él, mandíbula tensa al haber sido vencido por ella. Ordenando al escuadrón que se replegaran en busca de alimento, Natasha le miró de nuevo cuando le escuchó hablar de nuevo.

—Si querías tenerme entre las piernas, haberlo dicho antes.

—Eso te habría gustado, estoy segura—. Comentó ella, percatándose de que aún sujetaba su cuello. Lo soltó, pero mantuvo su agarre en las manos. Viendo la expresión en el rostro del marine, la mujer rio. Pasó un dedo por su rostro, llegando hasta el cuello. —Pobre Quaritch, herido en el ego.

El hombre levantó las piernas de pronto, rodeando el cuerpo de la mujer. Esta cayó al suelo, frenando con las manos para no dar con la cabeza. Levantó la rodilla justo después, asestándole un golpe en la entrepierna. Él gruñó, adolorido, pero no se dejó vencer de nuevo.

Imitó lo que Natasha había hecho con él unos momentos antes, apañándoselas para dejar sus brazos sobre su cabeza mientras quedaba sobre ella. —Huh, parecen que las tornas han cambiado.

Pero cometió un error.

—¿Estás seguro de eso?

La sonrisa en sus labios le dio al hombre lo que necesitaba a para darse cuenta, pero antes de poder hacer algo, recibió un cabezazo que le hizo debilitar su agarre en las muñecas, permitiendo a Natasha soltarse de su agarre.

Ambos se separaron el uno del otro. Quaritch quedó en pie, pero ella permaneció agachada, en posición, lista para tacar en caso de necesitarlo. El hombre se limpió la sangre que caía sobre su labio. Ambos se gruñeron, mostrándose los grandes y afilados dientes.

Ambos se miraban amenazantes, y cuando él fue a atacar una vez más, algo le detuvo.

El pelotón regresó apresurado, seguido por Spider, que no había abierto la boca al escuchar por qué volvían hacia el dúo tan apresurados.

—¿Alguien sabe dónde está Mansk?— Preguntó Zdinarsk en cuanto los vio, sabiendo entonces que interrumpían.

Quaritch miró a Natasha, sabiendo que ella había tenido algo que ver. —¿Qué has hecho con él?— Cuestión serio.

La mujer se encogió de hombros, poniéndose en pie.

Como si lo hubiesen en invocado de alguna manera, algo llamó la atención en las ramas más altas de los árboles. Spider, para su desgracia, rio al ver la expresión en el rostro de todos cuando miraron hacia arriba.

—¿Cómo cojones te las has apañado para subirle hasta ahí arriba?— Preguntó Quaritch con un tono aburrido e incrédulo.

Mansk se encontraba allí, volviendo en sí por fin. El hombre, desorientado, hizo ademán de levantarse, pero cuando se percató de dónde estaba al estar apunto de caer, se agarró con fuerza al tronco. —¿Alguien me explica qué hago aquí?— Exclamó el marine mirando hacia abajo.

Todos miraron a Natasha, aguardando a que la mujer hablara. Spider la miró también, y recibiendo una mirada de la mujer, supo lo que quería que hiciese. Manteniéndola unos segundos, como si de alguna manera quisiese retarla, terminó por acercarse al mismo tronco del árbol en el que el soldado se encontraba. Comenzó a treparlo, tal y como había hecho tantas veces con los hijos Sully, recuerdo que le hizo detenerse un pequeño instante antes de continuar.

Todos le observaron subir, sabiendo que aquello era una nueva lección que tendrían que aprender.

—Para llegar al lugar al que debemos ir, deberéis conseguir trepar así si vuestro plan es enfrentaros a Sully con vida.

Spider se detuvo de nuevo, parando en la rama más próxima que encontró. Miró a Natasha, encontrándola mirándole ya a él. Ella sabía que el chico no lo aprobaba; nada de todo aquello. Y menos aun lo que la mujer pensaba hacer.

—Por la mirada que te está echando el chaval, supongo que será mejor ponernos manos a la obra—. Comentó el líder.

—Mm-hmm—. Murmuró ella cruzándose de brazos. Señaló hacia arriba, hacia el marine que trataba de escuchar lo que se decía en tierra. —Y empezaréis por subir y acompañar a vuestro colega—. Continuó mirando al resto del escuadrón. —Para luego bajar de nuevo. Si los árboles os parecen altos, no os queréis imaginar el lugar al que nos dirigiremos después.

No tardaron en ponerse a ello, pero notó cómo el hombre a su lado no se movía. Se volvió hacia él, alzando la barbilla cuando este se acercó a ella. —¿Ocurre algo, coronel?— Cuestionó sin flaquear. —¿Acaso los dos golpes en el tarro han servido para dejarlo sordo? ¿O quizá tonto?

En cuestión de unos instantes, la mano que había olvidado utilizar para neutralizarla en el suelo la agarraba del cuello. El aire comenzó a faltar poco a poco. —Cuidado, Ninoska—. Murmuró el hombre acercando su rostro al suyo para no ser escuchado por el resto de marines y distraerles de su deber. Ella mantenía su mirada firme en él. —Tú no das las órdenes aquí.

—Empezaré a dar algunas si quieres conseguir eso que tanto ansías—. Respondió. El agarre en su cuello se fortaleció, pero ella continuó. Cada vez recibía menos oxígeno. —Lo que ambos tanto ansiamos.

—¿Y eso es?

—Tú sabes bien el qué.

La acercó aun más, sus rostros casi tocándose. Hubo un pequeño momento de silencio en el que Quaritch aprovechó para estudiar su rostro, y ella le contempló impasible. Hasta que él hizo coincidir sus miradas de nuevo. —¿Lo hago?

Natasha no contestó, apretando la mandíbula mientras no se dejaba intimidar. Permanecieron así unos momentos, hasta que él soltó de pronto, permitiendo que el aire llegase correctamente a los pulmones de la mujer mientras abandonaba su lugar para acercarse a su equipo. Ella llevó la mano al lugar del que había sido sujetada, tocando la zona adolorida sin apartar la mirada del hombre al que tanto despreciaba.

Pero que tanto intrigaba.

Había conseguido volver de la muerte. Debatiendo, todos ellos, una sola pregunta: ¿Quiénes eran?

Si, poseían los recuerdos de quienes una vez vivieron. Pero siendo clones, estaba claro que eran personas distintas, ¿no es cierto? No tenían hogar al que volver, pues los dueños de esas vidas ya no estaban, y claramente no podían ser remplazados en La Tierra.

Sin hogar, ni familia, ni lugar al que retornar, solo creían tener al ejército, y a ellos mismos.

Eso era algo que tenían en común con ella.

Como fuese, ninguno de los dos se percató de que sí había habido alguien que les observaba. Y al ver a Natasha entre las manos de hombre, siendo estrangulada por el mismo, se había incorporado de la rama en la que se apoyaba.

Cuando la mujer se había mantenido tal como estaba; sin demostrar un ápice de flaqueza o temor, el chico se había percatado de sus acciones. Se detuvo, sabiendo entonces que no la ocurriría nada. Y entonces pensó en lo que había estado a punto de hacer.

Y no pudo evitar odiarse así mismo por haber querido ayudar al enemigo.


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𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍, miles quaritchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora