CUANDO ELLA ERA PEQUEÑA, SOLÍA JUGAR SOLA EN EL PATIO DE LA CASA. La gustaba imaginar que estaba en una batalla y que el campo de enfrentamiento era la pequeña parcela que tenían tras la vivienda. Imitaba los sonidos de las armas con la boca; las explosiones, los disparos... Y siempre había algo que la chica imaginaba que tenía. Dos dagas. Pero entonces la servían dos palos de la misma longitud.
Correteaba de un lado para otro, en su pequeño mundo.
Su padre la observaba desde el pequeño porche, serio, sin ser visto por la pequeña. Él odiaba verla jugar así. Habría preferido que hubiese sacado la inteligencia de la chica pelirroja que estudiaba en su cuarto en aquellos momentos.
Después, una mujer de pelo color azabache salió de la casa, quedando junto al hombre. Ambos observaron cómo Natasha se tiraba por el suelo, manchando su ropa mientras hacía que se cubría de un fuego enemigo.
—¡Estamos rodeados por el enemigo!— Gritaba ilusionada.
Dicha mujer contemplaba con odio a la hija de su marido. Aquella que había tenido con otra mujer cuyo color de pelo era el mismo al de ella. La joven de cinco años continuaba jugando.
Para el hombre de cabellos pelirrojos, la pequeña niña a varios metros de ellos era un eterno recordatorio de lo que él había hecho años atrás. Y no lo soportaba.
El sonido que hizo la ventana en el piso de arriba al abrirse llamó la atención de ambos doctores. Y viendo ahora a la mayor de las dos, una sonrisa se apoderó de los labios de los adultos. Orgullo.
Natasha, siendo ahora consciente de la presencia de su padre y la mujer con la que estaba casado, vio dicho gesto. Era algo que nunca iba dirigido a ella. —¿Grace, quieres venir a jugar conmigo?— Cuestionó la chica esperanzada. Pero en lugar de recibir respuesta, solo vio cómo la pelirroja cerraba la ventana una vez más. Y también cómo se tornaba serio el semblante de las dos figuras en el porche al volverse hacia ella.
Era siempre lo mismo.
Y con el paso del tiempo, la cosa solo empeoró.
Cuando con los años Natasha dijo que quería alistarse en el ejército en lugar de estudiar una carrera similar a la de los dos adultos y medio hermana, la dieron la espalda.
Creció sin el aprecio de un padre, de la mujer que ella había esperado fuese su madre, pero no había habido día en su vida en que no la recordase que no lo era, y la hija del matrimonio.
Cuando finalmente se alistó, siendo entonces miembro del equipo dirigido por Miles Quaritch, continuó su carrera militar. Con el paso del tiempo, comenzó a hablar más con Lyle Wainfleet, quien tras encontrarla un día entrenando sola, la convenció para que se les uniera en una ronda en el bar de la estación en que estaban asignados.
Y por convencer, quiere decir ser cargada sobre su hombro por los pasillos hasta llegar con el equipo.
Así fue como conoció a su familia sin siquiera darse cuenta.
Consiguió permitirse sentir. Y aprendió a quererles con mucho tiempo. Aunque el coronel y ella no se llevaban bien. A pesar de que Z-Dog siempre insinuaba algo de una tensión que se sentía sin excepción con solo ellos dos estando en la misma sala.
Como fuese, también aprendió a confiar en ellos. Pusieron sus vida en las manos del resto innumerables veces.
Entretanto, el odio entre las hermanas continuaba creciendo.
ASÍ PUES, CUANDO AMBOS ESTUVIERON SOLOS NUEVAMENTE, LA MUJER NO PERDIÓ EL TIEMPO EN PONERSE EN PIE. Él la miró confundido, viéndola pasar una mano por el pelo que caía sobre su rostro de manera nerviosa. —No podemos—. Dijo ella sin mirarle, volviéndose para marcharse.
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𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍, miles quaritch
Fanfiction↠ 𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍 ❛ Encontrada por los Na'vi en circunstancias misteriosas, deberá integrarse con ellos para poder sobrevivir. Pero, ¿qué sucederá cuando los secretos sean desvelados, y Pandora sitiada por el caos, el rencor y la venganza, alcanz...