𝟸𝟷∥ ᴘʀɪsɪᴏɴᴇʀᴏs

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HORAS DESPUÉS, POR LA TARDE, LA MUJER ABANDONÓ LA EMBARCACIÓN. Había decidido que necesitaba tiempo para pensar. Y en las alturas era donde mejor se podía. La paz que la invadía sintiendo la brisa contra su piel, la tranquilidad que había sin tener que escuchar los motores de la nave o a los hombres y mujeres allí abajo.

Habría otra caza.

Podía ver a Z-Dog, Ja y Preger, los tres hablando tranquilos mientras la nave continuaba avanzando por el mar. Ella tocaba el cuello de Keyrön, sintiendo el latido de su corazón a través del vínculo que les unía. Estaba calmado. Eso la hizo sonreír.

Después, se tumbó sobre su espalda para poder observar el cielo. Estaba nublado. Las nubes decoraban el grisáceo cielo que se unía con el mar en el horizonte. La gustaban los días así.

Pero cuando sintió el cambio de humor del ikran, y su latido acelerarse, se incorporó para ver lo que lo había provocado.

La sonrisa que poseía en los labios se tornó cínica.

Llevó la mano a su cuello, hasta el comunicador. Y sin apartar la mirada de lo que tanto la había emocionado, dijo —Tenemos compañía.

Quaritch, ahora en cubierta junto Lyle y Spider, miró hacia arriba, hacia el cielo, buscando a la mujer que les hablaba por el comunicador. Viéndola mirar en una dirección concreta, el hombre se acercó a los grandes prismáticos junto a la barandilla.

—No me fastidies...

Spider se apresuró para buscar en el agua lo que tanto había llamado la atención de Quaritch. Y cuando este volvió a hablar, informando a Lyle de lo que ocurría, su cuerpo se tensó.

—Los hijos de Sully.

El hombre se puso en pie, dirigiéndose junto a Lyle hacia los ikran en el tejado. —En marcha—. Dijo. Al escuchar aquello, Spider comenzó a avanzar velozmente hacia el de Quaritch, esperando poder montar en él. Nunca había tenido tantas ganas de hacerlo. Pero el coronel le vio. —Tú no—. No hubo tiempo de protestar.

Quaritch saltó, cogiendo impulso en la barandilla para subir al tejado y montar en la banshee. Lyle silbó, llamando a resto de recoms en la nave. —¡Montar!

Las lanchas salieron poco después, dirigiéndose hacia el tulkun que trataban de salvar los jóvenes Na'vi en la distancia. Natasha, ahora preparada sobre Keyrön, aguardó a que Quaritch y Lyle la alcanzaran. —La prioridad son los mestizos—. Habló ella por el comunicador a todos. —Pero si podéis haceros con los otros tres... Bueno, mejor que mejor.

''Recibido''.

Bajo el agua, los jóvenes trataban de huir de quienes intentaban cazarlos. Montados en sus ilu, se escondían de los submarinos y naves que les buscaban y acorralaban. En cierto punto, se dividieron, teniendo que evitar a un grupo de humanos que habían estado cerca de atraparles. Se ocultaban en la vegetación marina, aprovechando para coger aire en sus escondites. Pero aquello les expuso.

Natasha y Quaritch sobrevolaban el lugar, tratando de encontrar a alguno desde el aire. ''Esos chicos no me sirven de nada muertos''. Recordó el coronel por el comunicador, dirigiéndose al capitán que parecía disfrutarlo tanto, sino más, como una caza del tulkuns.

''Encerradlos''. Se escuchó después a Natasha. ''Formad un cordón''. Ordenó. ''Si atrapamos uno, los demás irán detrás''.

Los minutos seguían pasando.

Viendo cómo la vegetación que llegaban a la superficie se movían violentamente, Keyrön se apresuró a llegar hasta allí sin necesidad de que su jinete se lo mandara. La mujer, habiéndose percatado también, centró su atención más allá de las aguas superficiales. Lo primero que vio fue la enorme maquinaria que conseguía introducirse entre las largas plantas que servían de refugio a su presa. Siguiendo en la dirección en la que el nave iba, consiguió encontrar lo que quería.

𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍, miles quaritchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora