𝟷𝟽∥ ᴜɴ ғʀᴀɢᴍᴇɴᴛᴏ ᴅᴇʟ ᴘᴀsᴀᴅᴏ

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HABÍAN PARADO EN UNO DE LOS ISLOTES deshabitados para descansar antes de la siguiente inspección. Los tripulantes permanecían en la nave o habían ido a dar un paseo por el lugar.

Lyle había quedado sorprendido cuando Natasha le había hecho caso al sugerir que fuese a caminar por la orilla para despejarse un poco. Todos lo necesitaban. La mujer caminaba ahora en silencio, perdida en sus pensamientos, dejando que las aguas tocaran sus azulados pies y el sonido de las olas la mantuvieran tranquila. La arena se hundía levemente bajo ella, cediendo por su peso.

La brisa chocaba suavemente contra su rostro y la clama protagonizaba el momento.

Momento que se vio interrumpido por unos pasos a varios metro de ella que llamaron su atención.

Eran apresurados, y mirando hacia los árboles a su derecha, consiguió reconocer a Spider. No tuvo mucho tiempo de reaccionar, apenas un par de segundos después, Lyle entró en su campo de visión. Había conseguido alcanzar al chico, quien por lo visto había tratado de escapar. Él sabía que no podía, pero si que podría conseguir unos momentos a solas antes de que pudieran alcanzarle.

Pero entonces su mirada se cruzó con la de Natasha.

La ira en su interior creció de repente, y de un tirón inesperado, logró librarse del agarre del marine que le tenía sujeto por el hombro. —¡Chico!— Llamó el hombre, pero antes de poder lograr cogerle de nuevo, vio cómo la mujer a varios metros de él le hacía una señal para que lo dejara ir y pudiera acercarse a ella.

El hombre obedeció, permaneciendo en la linde de la arboleda mientras observaba serio cómo el adolescente avanzaba furioso hacia su amiga. Esta, se detuvo, dejando que el chico se colocase frente a ella. —¿¡Cómo te atreves!?— El tono de Spider expresaba demanda y rencor, a demás de muchos otros sentimientos. —¿¡Cómo has podido!?

Mantenía las distancias, pero se había situado donde estaba ahora para dejarla claro que ella no pasaría sin finalizar aquella conversación.

—Mataste al ilu—. Dijo, como si todavía no se lo creyese, o no quisiese hacerlo.

—Lo hice.

—¡Y también ibas a asesinar a esa mujer!

Las lágrimas se habían apoderado de los ojos de Spider. No podía evitarlo. Todavía no dejaba que cayesen, pero Natasha podía ver aquellos precioso ojos avellana que tanto la gustaban colorados por la impotencia que él sentía. Por la ira y la decepción, también.

Aun así, ella se mantuvo firme, sin dejar que aquello la hiciera hacer o decir alguna estupidez.

—Así es.

Spider observaba a la mujer frente a él. No podía creerlo. La había suplicado que lo detuviera, todo aquello; que se detuviera, pero en vez de eso, había acabado con la vida de un ser sagrado y había estado apunto, de no ser por Quaritch, de asesinar a sangre fría a la Tsahìk.

—Te odio...

Aquellas palabras habían sido pronunciadas con intención. No eran ciertas. Quería que lo fueran. Pero necesitaba hacerla sentía el dolor que él sentía. Algo en la expresión de la mujer cambió, y ambos; Lyle y Spider, lo notaron. Se podía ver en sus ojos.

—Oh, me odias a —. Comentó Natasha acercándose a él. —A mí, que me he tirado los últimos meses asegurándome de que tuvieras una manta con la que resguardarte del frío, buscando comida para que no tuvieras que comer esas asquerosas barritas...— Los pasos eran firmes, pero todavía mantenía las distancias. —Que he cuidado de ti durante todo el tiempo que estuve con los Omaticaya mientras tu ibas tras los Sully, que te han tratado como su mascota desde siempre.

𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍, miles quaritchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora