Lila se apoyó contra la puerta, tratando de oír algo.
Las risas que llegaban del otro lado la enojaron aún más, y se lanzó sobre la cama con lágrimas brotando de sus ojos sin control.
Solo dos días bastaron para que se hartase de Janet.
Incluso varios medios de comunicación se atrevían a compararlas.
Tuvo que soportar a gente diciendo que no era tan hermosa como ella, y acusaciones que la culpaban de arrebatarle su vida.
"¿Por qué me pasa todo esto a mí?". Más lágrimas rodaron por sus mejillas. Tiró su teléfono al piso en un arrebato de furia para saciar su deseo de estrangular a Janet.
Un par de días atrás, todavía era la única hija de la rica y poderosa familia White de Barnes, pero ahora, sin previo aviso, pasó a ser una impostora.
Lila no entendía nada y se negaba a aceptarlo. Incluso empezó a creer que sus padres estaban siendo muy injustos con ella.
Anunciaron al mundo entero que Janet era su hija biológica, lo cual sintió como un escupitajo en el rostro.
En ese mismo instante, sonó su teléfono.
Una de sus mejores amigas la estaba llamando.
"¿Se puede saber qué está pasando ahí? ¿Y quién es esa tal Janet que te ha convertido en hija adoptiva de tu propia familia?".
"¡Deja de parlotear sobre ella!", gritó furiosa por culpa del dolor de cabeza que la agobiaba. "¡Me hierve la sangre con solo oír su nombre!".
"Entonces, todo es verdad. ¿Y dónde estás ahora? ¿En casa de los White o en la de tus padres biológicos?". Parecía que a su mejor amiga solo le importaba su estatus social.
Lila casi se vuelve loca cuando Johanna le contó que sus auténticos padres eran personas comunes y corrientes. El matrimonio White siempre cuidó de ella con toda clase de lujos. ¡Volver junto a sus padres biológicos para vivir una vida mediocre era impensable!
"No te preocupes. Mis padres me siguen considerando su hija", mintió entre dientes con una rara sonrisa.
Sabía mejor que nadie que si permanecía en la familia White, debería soportar la vergüenza de ser su hija adoptada.
Los sonidos que llegaban del piso de abajo indicaban que Beal y Johanna estaban encantados con Janet.
Su amiga trató de consolarla a través del teléfono. "Es una buena noticia que tus padres te quieran tanto".
¿De verdad la querían?
Si fuese así, nunca habrían aceptado a Janet y permitido que le arrebatase todo lo que le pertenecía.
Lila sintió que la vida se le ponía en contra y que Dios estaba siendo muy injusto con ella. Le dio la vida de una niña rica para poder arrebatársela en un abrir y cerrar de ojos.
Colgó con expresión abatida y lloró durante varios días a solas en su habitación. Sobre todo, esperaba a que llegase la noche para dejar correr sus lágrimas, pues el alboroto que se desataba durante el día impedía que alguien pudiese escucharla incluso si gritaba.
Sin embargo, a excepción de los sirvientes que le traían la comida todos los días, nadie vino a comprobar cómo se encontraba tras tantos días encerrada.
Lila tenía la sensación de que si no hacía nada más que llorar, Beal y Johanna la olvidarían muy pronto, por lo que comenzó a idear su plan de acción.
Decidió quedarse con la familia White porque ni muerta volvería a una vida dura junto con sus padres biológicos. A fin de cuentas, Beal y Johanna llevaban más de veinte años siendo sus padres, y Janet era una extraña.
Además, como recibió una educación excelente desde niña, sus modales debían de ser superiores a los de ella, por lo que todavía existía la posibilidad de recuperar el amor de sus padres. Solo necesitaban un poco de tiempo para darse cuenta de la realidad.
Después de reflexionar, Lila finalmente salió de su habitación.
Era la primera vez que lo hacía en los últimos días.
Bajó las escaleras y encontró a sus padres viendo un drama en la televisión de la sala de estar con Janet.
Lila pudo ver que una escena había hecho llorar a Johanna, quien se secaba las lágrimas mientras sostenía a Janet. "La heroína de este drama es tan penosa".
Janet la consoló con una cálida sonrisa en el rostro. "Es solo un programa de televisión. Todo es falso, y este tipo de cosas nunca suceden en la vida real".
Beal les peló unas naranjas y añadió: "Tu madre es una mujer muy sentimental, y cada vez que separan a un bebé de sus padres en un drama, llora histéricamente".
Johanna se llevó un trozo de naranja a la boca y lanzó una mirada asesina a Beal. "Deja de ponerme en evidencia delante de nuestra hija".
La familia estaba compartiendo un momento íntimo.
Lila sintió que se entrometía, pero soportó la amargura de su corazón y se acercó a ellos con calma y cara de haber estado llorando desesperadamente.
"Mamá, papá, ¿qué drama están viendo? Su discusión es muy intensa".
Al oír su voz, Beal y Johanna voltearon la cabeza, sintiendo lástima cuando observaron su rostro demacrado.
Johanna sacó rápidamente dos pañuelos de papel de la mesa y se dirigió a consolar a Lila. "Si no estás contenta, dilo. No te lo guardes para ti sola. Sin importar lo que ocurra, seguimos siendo una familia".
Al principio, Johanna quiso tomar la iniciativa para consolar a Lila, pero luego pensó que sería mejor dejarla meditar el asunto sola, pues ya no era una niña y debía ser capaz de lidiar con sus problemas ella misma.
Lila asintió mientras las lágrimas corrían por su rostro. "Mamá, no quiero dejarte", dijo abrazando a su madre con fuerza. "Aunque ahora sé que tengo mis propios padres biológicos, no los he visto en más de veinte años, y no los necesito. Ustedes son mis auténticos padres, por lo que no quiero abandonarlos".
Beal caminó hacia ella y palmeó su espalda tratando de consolarla. "Tu madre y yo tampoco queremos que nos dejes nunca. Si quieres quedarte y vivir con nosotros, no hay ningún problema, pues siempre serás nuestra hija".
Él sabía que los padres biológicos de Lila no eran buenas personas, y si iba a vivir con ellos, solo le aguardarían desgracias.
Lila los miró feliz, sollozó y se volteó para mirar a Janet con lágrimas en el rostro. "Entonces, seremos hermanas a partir de ahora, Janet".
"Por supuesto", respondió la joven con una sonrisa.
"Es fantástico". Johanna se emocionó al saber que serían una gran familia feliz desde ese día. "Lila nació un poco antes que tú, lo que significa que será tu hermana mayor", explicó tomando la mano a Janet.
Tras una pausa de unos segundos, Janet abrió la boca para decir: "Está bien".
"No pasa nada, mamá, cuidaré muy bien de Janet", prometió una Lila sonriente.
Al principio, Janet pensó que aquello era su final feliz, pero por el rabillo del ojo observó que la forma en que Lila la miraba no parecía ser tan amistosa como reflejaban sus palabras.
Sin embargo, no dijo nada frente a Johanna para no darle un nuevo disgusto.
Beal volvió a colocarse las gafas de montura redonda con una sonrisa amable en los labios, colocó el brazo alrededor del hombro de Johanna y dijo: "Bueno, pues parece que nuestra familia por fin está completa".
Johanna se giró para mirarlo con lágrimas brillando en los ojos. Por fin, todos estaban juntos bajo el mismo techo.
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Mi Esposo Es Un Billonario (Parte 1)
RomanceJanet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de...