Capítulo 119

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La azotea medía solo unas cuantas docenas de metros de ancho y las flores en las macetas que la adornaban ya se habían marchitado por el calor.

Desafortunadamente, no había ningún lugar en el que Ethan y Janet pudieran esconderse. Aparte, el viento estaba soplando bastante fuerte, lo que ayudó a que el fuego se esparciera y a que el humo llegara a la azotea.

Ethan sabía que no podían esperar más, pues a medida que el humo aumentaba, también lo hacía la concentración de monóxido de carbono dentro del área. Por lo tanto, Janet y él no tardarían en desmayarse debido a la intoxicación.

El helicóptero de Grupo Larson aún no llegaba y el hombre estaba al borde de la desesperación.

Entonces, caminó hasta el borde de la azotea y ató un rollo de cuerda que había agarrado antes a la barandilla.

"Janet, ven por favor. Te bajaré usando esta cuerda", habiendo dicho esto, Ethan ayudó a su esposa a llegar a la orilla de la azotea y ató el otro extremo de la soga a su cintura.

Aturdida y mareada, la joven se quedó mirando a la multitud. Al estar en el último piso, las personas de abajo parecían pequeñas hormigas, por lo que ella tragó saliva nerviosamente y sus piernas empezaron a temblar.

"Yo... tengo mucho miedo".

Ethan la levantó por detrás y la colocó suavemente en el borde de la azotea. Luego se acercó a su oído y susurró: "Cariño, sé lo que sientes y te entiendo perfectamente, pero créeme que jamás te habría expuesto a esto si existiera otra opción. El fuego se extendió a la azotea, así que nuestra única alternativa es encontrar la forma de llegar abajo nosotros mismos. Si dudamos más, tanto tú como yo podríamos morir aquí".

En cuanto lo escuchó, Janet se puso más tensa y el humo nubló sus ojos, haciendo su visión borrosa.

Ella se dio la vuelta y abrazó fuertemente a su marido. Y mientras un pánico profundo la abrumaba desde sus adentros, preguntó: "¿Qué hay de ti?".

Ethan le dio un suave beso en la mejilla llena de lágrimas y respondió: "Yo soy lo suficientemente fuerte como para agarrarme solo de la cuerda y bajar tras ti".

Secándose la cara, Janet asintió lentamente.

"Voy a estar bien", Ethan agregó antes de besar sus labios y sonreír.

Enseguida, y luego de suspirar profundamente, volvió a comprobar la cuerda en la cintura de Janet y la ató con más firmeza: "Si te sientes asustada, asegúrate de no mirar hacia abajo y trata de no moverte tanto. Déjamelo todo a mí, ¿de acuerdo?".

Por su parte, la joven respiró hondo varias veces, cerró los ojos y estuvo lista para bajar. Mientras se aferraba con fuerza a la soga, su marido la bajó poco a poco.

Para entonces, el fuego se acercaba y la ola de calor quemaba todo a su paso. Sintiendo un dolor lacerante en su espalda, Ethan gimió de angustia. Era como si una barra de hierro al rojo vivo le presionara la piel a través de la camisa, y lo peor era que no tenía a dónde escapar.

Sin embargo, en ese momento, Janet estaba suspendida en el aire, por lo que él debía aguantarse el dolor para no dejarla caer.

Temblorosa, Janet intentó no mirar hacia abajo, aunque los quejidos de su esposo la ponían más nerviosa. Entonces levantó la cabeza y todo lo que vio fue una espesa nube de humo negro.

Resultaba que el último piso y la azotea ya estaban ardiendo. Pronto, las llamas se asomaban por la ventana y alcanzaron la cuerda, por lo que esta comenzó a arder.

Janet estaba a la mitad del camino y la soga estaba incendiándose. ¡Parecía que iba a romperse en cualquier momento!

A Janet se le aceleró el corazón cuando oyó el ruido.

Mi Esposo Es Un Billonario (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora