XXXII.

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H A R R Y

Yo quería matar gente, lo juro, por un momento sólo quise arrasar con todo a mi paso y destruir a todos con una gran balacera, Dios santo, no puede ser que me interrupieron en pleno acto con Harlie, justo cuando estábamos a punto de llegar, a nada de culminar tan fascinante escena, pero no, tenían que venir a acabar con mi gran momento de alegría. 

Malparidos. 

Fui rápido al momento de rodar por la cama con Harlie encima llevándome la sábana conmigo para cubrirnos, terminando yo encima de ella, mi pene hasta sus entrañas y nuestras respiraciones agitadas añadiéndole nuestros cuerpos sudorosos y pegajosos por el sudor. 

Qué mierda tan vergonzosa. 

— ¡¿Qué mierda quieren?! — Grité con fuerza al no tener paciencia porque me cortaron la inspiración. 

Los chicos nos miraban pasmados, con los ojos abiertos de par en par y sus bocas abiertas, sin tener algo que decir debido a la vergüenza y el pasmo de habernos encontrado de esa manera tan expuesta. 

— Nosotros... Nosotros... — Liam boqueaba sin decir absolutamente nada coherente y aquello me estaba colmando la paciencia a tal punto de que Harlie lo notó y tragó saliva audiblemente. 

— Hablen antes de que Harry los empuje por las escaleras, por favor. — Aquello, más que hacerme reír, me hizo enfurecer más porque recordé en lo que estábamos y lo bien que se siente estar dentro de ella, pero rayos, ni siquiera parecían querer irse para al menos terminar esa ronda. 

— ¡Hablen ya, mierda! — Los cuatro se sobresaltaron y parecían temblar como las propias maricas. 

— Queríamos avisarte que padre llamó, Harry. —Louis decidió por fin hablar— Nos quiere mañana mismo en Reino Unido. 

Lo que me faltaba.

Bufé y recosté mi cabeza en el pecho desnudo de mi novia, sintiendo sus pezones erectos contra mi mejilla, calentándome otra vez. 

— Hablaremos de esto luego, déjenme al menos terminar esta ronda. — Rodé los ojos y Harlie rió. 

Los chicos asintieron y salieron corriendo de mi habitación, cerrando la puerta de un portazo. 

— Justicia. — Hablé con ironía y mi chica acarició mi cabello, dejando lentos besos sobre mi coronilla. 

— ¿En qué estábamos? — Ronroneó en mi oído y automáticamente volví a rodar en la cama hasta destaparnos, quedando ella encima de mí como hace unos minutos atrás. 

— Joder, haz que me corra ya. — Supliqué y ella sólo pudo morderse el labio mientras volvía a retomar los movimientos circulares que me hacían perder la cabeza además de que yo volví a empujar dentro de ella, con mis pies contra el colchón. 

Qué bien se siente esto, joder. 

Luego de tres rondas de buen sexo seguidas, salimos de la habitación duchados y con Harlie vistiendo un short y una sudadera mía con mi olor impregnado, haciéndome sonreír porque amaba verla con mi ropa puesta, me encantaba olerla e inhalar mi fragancia sobre su cuerpo. Me tenía tan atontado que en este punto no podía dejar de sentir y pensar que si algún día llegábamos a terminar, terminaría destrozado y con el alma pendiendo de un hilo. Me asustaba, pero no quería dejar de sentir todo esto que sólo ella era capaz de provocar. 

Fallen Angel | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora