Capítulo 40: En el Ojo del Huracán Escarlata

51 29 11
                                    

Diversas investigaciones, resultados, procesos, pruebas... Todo eso se había ido por el caño en el laboratorio del Campo Científico. Y en aquel lugar, Alex con extintor en mano apagaba todo rastro de fuego intentando recuperar cualquier cosa posible. El lugar estaba hecho todo un desastre. La mujer de cabello rubio estaba destrozada, sentía una inmensa impotencia por su incapacidad de poder hacer algo. No sabía nada de Sam o Nick, mucho menos de Lucas, y eso le preocupaba. Sentía que debió de darles algún comunicador, pero por otro lado, tampoco quería escuchar la situación si se diera lo que temía. Demasiadas emociones juntas al mismo tiempo la abrumaban, pero usaba el arreglar el laboratorio como motivo de distracción.

En cambio, Fernanda en otro extremo de la habitación intentaba levantar uno de los escombros sin ningún éxito, lo que provocó una pequeña risa en Alex al verla.

–Subdirectora, esto no es gracioso –declaró la joven apática, soltando el escombro.

–¿Necesitas ayuda?

Fernanda no respondió. Sin embargo, Alex fue hacia ella y juntas lograron echar afuera el escombro.

–Si una no puede, dos lo harán –comentó Alex con una sonrisa.

Ella pensó en Lucas, y en como sonreía siempre para alegrar a las personas a su alrededor. También recordó a Lade y en cómo su personalidad impactaba en los demás. Los dos rayos de sol del equipo, la dupla que unía al equipo. Cogitar en eso aguó sus ojos, así que los cerró y fingió una gran sonrisa, tal como Lucas.

–¿Qué le sucede? –preguntó Fernanda extrañada por la repentina sonrisa.

–Nada, sólo pienso en positivo –y terminó riendo.

Sin embargo, ahí lo entendió todo. Esos simples segundos le bastaron para comprender algo importante. Hiló los cabos, el contraste entre la actitud infantil de Lucas y sus frías miradas casi muertas cuando se encontraba en soledad. Él sufría, y nadie le entendía. No hablaba, no se expresaba, sólo se guardaba todo su dolor para sí mismo. Y tuvieron que pasar más de veinte años para poder entender esta simple cosa.

Fue ahí cuando Alex salió del Laboratorio y empezó a caminar por los pasillos del Campo hasta llegar a uno de los baños. Allí dentro, se sacó sus lentes de contacto, y se vio ella misma al espejo. Toda la gente a su alrededor sufrió por tanto tiempo, y se sentía culpable por no haber hecho nada por ellos. En el pasado se enfrascó tanto en aprender de su mentor que olvidó lo demás, y ahora se enfrascó tanto en cumplir con el objetivo del Proyecto Undersouls que no sólo se olvidó de nuevo del resto, sino que también se olvidó de ella misma.

Las lágrimas salieron por sí mismas, mientras ella se apoyaba del lavamanos. Un joven estaba gravemente herido, dos habían sufrido daño, y entre Sam o Lucas uno de ellos debía estar muerto ahora mismo.

–No puede ser que sea tan patéticamente inútil... –soltaba entre lamentos y sollozos.

No se explicaba cómo la subdirectora del centro científico más importante del país podía ser tan frágil y estúpida. No se sentía ella misma, o más bien, sentía que todo esto era la verdadera Alex. Mientras bajaba su cabeza evitando volver a verse en el espejo, escuchó una voz en la entrada del baño.

–¿Acaso usted los mandó a matarse? –escuchó de Fernanda, refiriendose a Sam y Lucas.

La joven aprendiz estaba apoyada de brazos cruzados observando a su mentora con su expresión apática de siempre.

–Fernanda, por favor, no quiero que me veas así... –manifestó Alex.

–¿Y por qué no?, esta es la verdadera Doctora Alex Rahmen.

Undersouls: Entre Los BosquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora