Regresando al tiempo presente, era de mañana. Las nubes cubrían el sol de Ebbsfield impidiéndole brillar con fuerza. ¿Acaso es que conocían lo que estaba próximo a suceder? Era difuso, y algo sombrío, tal como se sentía el ambiente del lugar. En los adentros del Campo Científico, la tensión se hacía notar en su máxima expresión.
Parecía como si el tiempo se hubiese detenido en los alrededores del laboratorio. En la cámara de contención blanquecina, un Lucas ya despierto se encontraba sentado sobre el suelo en una de las esquinas. Él, prácticamente inmóvil, sostenía sus piernas mientras posaba su cabeza en uno de los muros de la habitación. Fernanda, quien lo observaba a través de una cámara, no podía ver qué expresión tenía en su rostro, pero sentía que había una perturbación en su rostro. De igual modo, una de sus manos estaba sobre el escritorio que poseía enfrente. Su dedo índice se mantenía estático en el aire sobre un botón. Sabía que si lo presionaba, Alex vendría corriendo a ver a Lucas, pero su curiosidad por saber más la detenía de hacerlo. La duda abrumaba a la joven aprendiz, quien sólo podía observar fijamente a Lucas.
Así se mantuvo por unos instantes, cuando de pronto tuvo una sensación inesperada. Lucas levantó la cara por un par de segundos, y fue entonces cuando él soltó sus piernas, y comenzó a levantarse. Unos segundos más tarde, Alex apareció corriendo por la puerta de entrada, exaltada.
–¿Despertó? –exclamó ella sin vacilar.
Fernanda no tuvo reacción alguna. Su mirada se encontraba fija en la pantalla del medidor de temperatura electrónica del lugar. A pesar de encontrarse estabilizado en ese instante, el incremento anormal y fugaz que acababa de presenciar, así como el luego ver su dedo índice pulsando el botón, sólo le había dado la respuesta al saber cuál había sido esa sensación que había tenido: Miedo.
Dentro de la cámara blanca, Lucas, aún de espaldas, reaccionó a aquella voz que había percibido vagamente. Fue ahí que volteó hacia la ventanilla, y vio a Alex.
–Alex, por favor, ayúdame –se limitó a decir, con suma preocupación en su rostro.
Ella se dirigió hacia el micrófono donde podía hablarle, para comprender el por qué de lo que decía.
–¿Cómo te sientes?, ¿pasó algo grave? –intentó indagar, también preocupada por su estado.
–Yo no intereso en estos momentos. No saben en lo que se están metiendo...
Lucas poco a poco se acercó a la puerta, posando una de sus manos débilmente e inclinándose en esta.
–Por favor, déjenme salir de aquí. No permitas que le hagan daño a ella —añadió con lágrimas en sus ojos.
Ahí fue cuando el interior de Alex se convirtió en un torbellino de emociones y confusiones. ¿Por qué Lucas le decía eso?, ¿a quién intentaba proteger?, ¿quién era “ella”?, ¿qué sucedió aquel día en ese bosque?, tantas preguntas y sin manera de poder resolverlas.
–Lucas –dijo con la mirada baja–, no puedo dejarte salir ahora. Acabas de despertar de un coma de una semana. Debes estar débil, y necesito hablar contigo para saber qué está pasan...
Al momento, un golpe en la puerta la calló. Miró de nuevo la habitación, y notó que Lucas había apretado los puños. Fernanda lentamente comenzó a acercarse a la pared en la que se encontraba la salida. Alex sabía que a pesar de todo, la cámara de contención había sido modificada para poder resistir por dentro altas cantidades de energía eléctrica, pero revisó el medidor de temperatura eléctrica y vio que esta había incrementado demasiado.
–Alex, no hay tiempo ahora mismo –su voz, aunque aún preocupada y temerosa, comenzó a ser más seria –. Lo diré una última vez, sácame de aquí, y detén la misión en el bosque.
ESTÁS LEYENDO
Undersouls: Entre Los Bosques
Ciencia FicciónEl pasado nos encontrará, no importa cuanto queramos escapar de él. En Ebbsfield, la heredera del Gobierno fue secuestrada, y su guardaespaldas desapareció. Nunca se supo el motivo de aquellos sucesos. 20 años después, parte del bosque cercano fue m...