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Las clases transcurrieron como siempre, hasta que llegó el momento del receso. Estabas con nervios, sentías cosquilleos por todo tu cuerpo, en especial en las manos.
Guardaste tus cuadernos y los guardaste en tu bolso, para después tomar de este un paquete de galletas y salir del salón.

Cambiaste por el pasillo, buscando la salida para respirar aire y tranquilizarte. Inasa estaba en tus pensamientos, pertubandolos. Jamás se había comportado así contigo y no entendías el porqué ¿Hiciste algo mal tú? ¿Que fue lo que le molestó? ¿Acaso ya no quiere ser tu amigo?

Sacudiste la cabeza, negando a dejarte llevar por los pensamientos negativos. Debías meditar, tomarte tu tiempo para solucionar las cosas, además de darle tiempo a tu amigo también.
Por más que costara aceptar, ambos siempre tendrían diferencias y sería difícil sobrellevarlas, por lo que deberías de pensar bien las cosas antes de actuar.

Notaste que ya estabas en el patio, fuiste a tu árbol de siempre y te sentaste sobre sus raíces. Observaste a tu alrededor mientras buscabas aclarar tu mente.

No quiero esperar, no me gusta. Me angustia aún más... pero es lo mejor, Inasa debe darse cuenta d su error por si mismo. No debo de estar siempre al tanto de él, no soy su novia ni mucho menos su madre.

Soltaste un suspiro, en verdad era todo un dolor de cabeza tener que lidiar con tu amigo. Mayormente llegabas a comprender sus sentimientos y redimirte a sus ideas, pero y era hora de un cambio. Si querías prosperar y ser feliz, debías de marcar límites entre ustedes.

Es doloroso, pero debe de ser así. Quizás algún día me lo agradezca, o no, pero no importa.
Debo de priorizar mis necesidades de vez en cuando, eso no está mal ¿O si?

Recostaste tu cabeza sobre el tronco del árbol mientras tu vista se centraba en las hojas de este. Estaban con tonos marrones, indicando que el otoño se avecinaba. Era una época que te gustaba, ya que dentro de poco se venia el receso de invierno.
Un receso que sin él, no vivirías. Necesitabas un descanso de tus arduos estudios y también de todo en general.

Una vibración hizo que desviaras tu atención, miraste hacia abajo, donde estaba tu teléfono. Acababa de llegar un mensaje, no sabías de quién era, no llegaste a ver, pero no te importó. Querías descansar tu mente por unos segundos, al menos.
Luego, sonó la campana, indicando el fin del receso. Tomaste tus cosas y te levantaste de tu lugar, para dirigirte de vuelta a tu salón de clases.
Te preparabas mentalmente para poder estar presente, al menos físicamente, en la siguiente clase. Últimamente todas las asignaturas se te estaban haciendo más pesadas de lo normal y te obligabas a ti misma a prestar atención pero a veces no funcionaba.

Soltaste un suspiro y entraste a tu salón, notando como ya algunos compañeros tuyos ya estaban en sus lugares. Con pesadez te dirigiste al tuyo y dejaste las cosas que llevabas sobre tu mesa. Será un día largo.

🖇

Por fin, las clases habían terminado y lo único que quedaba por hacer era disfrutar del viaje a casa.

Te encontrabas caminando en dirección hacia la parada de trenes, pero una voz chillona te hizo parar y recordar lo que habías prometido en la mañana. Soltaste un suspiro, agotada ya, y te giraste para ver a la persona que te llamaba.

- ¡Aiko! No te olvides de mi.

Se acercó Kemy, hasta colgarse de tu cuello y hacer un puchero en sus labios. La miraste a los ojos, notando cierto brillo en ellos, lo cual te indicó que algo se traía entre manos.
Si te dieran un yen por conocer cada mínimo detalle que conoces de tus amigos, serías rica.
Tu amiga, sin decir nada más, te tomó de la mano y te llevo a la dirección contraria de tu recorrido diario.

- No sabes, ya tengo organizado TODO. Ya le pedí permiso a tu mami para que te quedes a dormir, porque en una tarde no se dirá ni la mitad de lo que me tienes que decir.

Habló rápido, entusiasmada. No te sorprendió que ella ya haya tenido planeado cada mínimo detalle, pues siempre fue muy precavida para todo.
Lo único que tenías que tener preparado para salir con ella, eran las ganas de soportar todas sus preguntas acerca de lo que te sucedió. Sabias de lo que quería hablar y debías de decírselo, obligadamente.

Fueron caminando hacia el centro de la ciudad, a una cafetería, la que frecuentaban cuando salían. Como era el último día de semana y daba ya las cinco de la tarde, el lugar estaba con mucha gente, por lo que debían de hacer fila.

Tomaste tu celular para ver los mensajes que habías dejado colgado por estar centrada en tus estudios. Notaste entre aquellos textos, el mensaje del muchacho que anteojos. Decidiste contestarle, comentandole tambien sobre la salida que estabas teniendo con tu amiga.

- ¿Que haces?

Kemy se posó detrás de ti para ver con quién charlabas, al notar con quién, soltó un grito emocionada para después sacurdirte de un lado a otro y luego soltarte, ya que había llegado su turno para encargar sus bebidas.

- ¿Lo de siempre?

Asentiste para después ponerte a su lado y mirar al chico que atendía. Seguramente Kemy trataría de coquetearle, como siempre lo hacia.

- Ve, busca una mesa que yo voy con nuestro pedido.

Dijo ella, tu hiciste caso y fuiste en busca de un lugar donde sentarse. Como había mucha gente, suponías que no habría ningún lugar libre pero, milagrosamente, si había.
Fuiste casi corriendo a esa mesa libre para que ningún otro te ganara el lugar hasta que llegaste y dejaste tus cosas junto a las de Kemy sobre la tabla.
Te sentaste en una de las dos únicas sillas que había y esperaste pacientemente la llegada de tu amiga. No esperaste mucho, ya que a los segundos se apareció y se sentó en la otra silla.

- Dentro de poco nos traerán el pedido.

- "¿Cómo hiciste para convencerlos de que nos lo traigan hasta aquí?"

Sabias que en el café, tenías que recoger tú lo que hayas pedido, como si fuera algún lugar de comida rápida. Por eso, te sorprendió que tu amiga haya conseguido que alguien se los alcanzara.

- Un mago nunca revela sus secretos.

Respondió juguetona mientras guiñaba el ojo. Resiste ante aquello y luego soltaste un suspiro, ya suponías lo que ella habría hecho pero decidiste dejar pasar aquello.

- Bien, Aiko. Tenemos que hablar.

Habló, ahora con un semblante frío y un tono de voz gélido, indicando que iba en serio. Ya suponías lo que se estaba por venir y venías preparándote desde hace rato para esto.
Te sentaste mejor en tu lugar, tomando una postura recta y pusiste tus brazos sobre la mesa, indicando que estabas lista para contarle todo lo que ella quería saber.


[A Silent Voice.]

A silent voice- Iida Tenya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora