A silent voice- Iida Tenya.

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Te encontrabas sorprendida, boquiabierta, pues tu puntuación era de cien puntos. No podías creerlo. Sonreíste de lado y giraste tu cabeza para mirar a tu amigo, el cual estaba con una cara de disgusto. Te acercaste a él, sacándole la hoja que tenía en sus manos.

- ¡Oye!

Te reclamó tu amigo, tu sólo lo ignoraste y leíste lo que había en la hoja, tus ojos se abrieron como platos al leer que el había reprobado. Pero ¿Cómo? Si él era el mejor de la clase, quizás rescatar no era lo suyo. Soltaste un suspiro y lo miraste a los ojos dedicándole tu mejor sonrisa.

Este imitó tu acción algo triste. Tomaste su mano y la apretaste con fuerza, intentando darle apoyo. Yaorashi entendió lo que me querías decir, soltó una leve carcajada y te volvió a mirar a los ojos.

- ¡No me rendiré! ¡Conseguiré mi licencia, al igual que tu, Aiko-San!

Soltaste un leve ruido, en forma de risa y lo apoyaste, este suspiro levemente y miro hacia el frente, con una sonrisa segura. Imitaste su acción, siempre te gustó verlo de esa manera, siempre te gustó alentarlo y que siga adelante, como él a ti.

(...)

Estaban por subir a su autobús, cuando notaste que Yaorashi ya no estaba con ustedes, miraste detrás de ti y viste a tu amigo con los de la U.A.

Te acercaste a unos metros de ellos, por lo menos para escuchar lo que decían. Viste como tu amigo hacia esas reverencias raras, que siempre hacia y las cuales estabas acostumbrada aver. Luego se dirigió a tu dirección, sorprendiéndose al verte.

- Aiko- San, ¿Porqué no estás en el bus?

"Me hace falta mi compañero."

Dijiste y reíste junto con él, se limpió la sangre y fueron a su bus. El viaje sería algo largo.

(...)

No te habías dado cuenta que ya era tu parada, bajaste, saludando a tus compañeros. Observaste que al bajar a tu parada, tu familia estaba allí, con una pancarta que tenía escrito en letras grandes "Felicidades"

Gritaron tu nombre fuertemente, hasta quedar casi afónicos, tus abuelos, tíos, primos, todos estaban allí. Te saludaron y felicitaron uno por uno, festejaste junto con ellos.

No te habías percatado, que el padre de tu amigo estaba allí, junto con él. Los saludaste y fueron invitados a la gran cena que harían por sólo conseguir una simple licencia.

- Prima.

Se acercó tu prima, la más pequeña de todos, la alzaste entre tus brazos y está comenzó a tocar tus cortos cabellos.

- De grande, ¡Quiero ser igual que Tu!

- ¡Y yo!

- ¡Y no te olvides de mi!

Finalizó tu hermano mayor, todos rieron por el comentario, fueron caminando a tu casa, pues, no quedaba muy lejos. En el camino ibas haciendo bromas con tu amigo y primos, todos estaban felices de que ya tengas una licencia.

Para ti era poco, pero para ellos no. Para ti, sólo era un cuadrado de plástico con tus datos, para ellos, era... como algo sagrado, una reliquia.

(...)

Estabas en aquel parque, el que solías visitar de pequeña. Querías despejar tu mente y tomar aire fresco, estar tranquila. Te balanceabas en aquel columpio, pensando en tu día, en aquel chico que te rescató.

Aquel chico, que con sólo recordar sus palabras, se te hacían mariposas en el estómago. Recordaste aquella sonrisa, aquella cortesía que tenía contigo. Suspiraste. Estabas bastante metida en tus pensamientos.

Tan metida, que no te diste cuenta que ya no te columpiabas sola, si no que alguien más lo hacía por ti. Giraste tu cabeza hacia atrás y viste aquellos ojos que te cautivaron hoy temprano.

- Hola, Tsukino-San. Lamento si te asusté.

Habló algo avergonzado,tu negaste con la cabeza y paraste de columpearte, el chico se sentó en el otro columpio que habia a tu lado y te miro.

- Que sorpresa que estés aquí ¿vives cerca?

Asentiste. El rostro del muchacho se ilumino y en las comisuras de sus labios se formo una sonrisa amplia. Sentiste como tus mejillas ardían ante tal reacción.

- ¡Qué bien! Yo igual.

Exclamó con felicidad, sentías como la sangre subía a tu cabeza y formabas una sonrisa anonada en tus labios. Agradecías internamente que era de noche y que no se podía ver tu rostro rojo como un tomate.