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Aquella noche, en la que escribías en la arena lo que querías expresar, para que tu acompañante te entendiera. Le habías mencionado sobre tu problema con la voz, a lo que él reaccionó bastante bien, eso te gustó.

Habías pasado buena noche junto a él, hasta que fuiste llamada por tu madre, quien gritaba tu nombre desde la puerta de tu casa.

- Aiko-San, la pase muy bien contigo. Quieres... ¿quedamos mañana? Así me enseñas mejor a hablar en lenguaje de señas.

Dijo seguro, asentiste y te despediste con la mano mientras ibas caminando a tu casa. Al llegar a esta, tu madre te miró con una sonrisa burlona, tu sólo la miraste confundida y entraste a tu casa.

Viste a tu hermano mayor y primos pegados a la ventana, estos te vieron y salieron corriendo de ti como reacción.

- Hija.

Te sorprendió tu madre, tocándote el hombro. La miraste y está te sonrió, imitaste su acción.

- ¿Porqué no le dices a ese muchacho que venga? Quedó muy solito.

Miraste por la puerta y observaste que Iida se estaba yendo. Dirigiste tu mirada a tu madre y le señalarse el parque para que vea que ya no había nadie.

Te soltó el hombro, cerró la puerta riendo, se fue del lugar y tú la seguiste. Aún seguía la fiesta, aunque sólo quedaba uno de tus tíos y tus cinco primos de parte de Él. Habían decidido quedarse a dormir, por lo que tenías que compartir tu habitación con tus tres primas.

Fuiste a tu habitación, y efectivamente, allí estaban tus primas. Te miraban algo pícaras, tu sólo te sonrojaste y procediste a ponerte tu pijama.

- Dime, ¿es lindo?

- ¿Es de tu academia?

- ¿O de la U.A?

Te hostigaron toda la noche con sus preguntas, hasta llegar al punto de echarlas de tu habitación. Eso te dejo dormir bien, pues, al otro día tenías clases.

(...)

Saliste de la academia. 

Tu día había sido largo, pues no habías dormido bien ya que tus primas habían encontrado alguna forma a de entrar y comenzaron a molestarte toda la noche. Y hoy querías descasar pero tus deberes no te lo permitieron, además de que las clases de hoy fueron bastantes pesadas.

Subiste a tu tren correspondiente y te dejaste descansarla espalda en el respaldo del asiento donde te sentaste. Cerraste tus ojos, en forma de relajo, sentiste como alguien se sentó a tu lado, pero no le diste importancia y seguiste así por un rato.

- Tsukino- Sama.

Escuchaste un leve susurro cerca de tu oreja, abriste tus ojos para mirar a tu costado. Y ahí estaba, el chico de aquella noche, con el que fantaseaste anoche por un momento.

Te sonrió y le devolviste la sonrisa. Ambos decidieron sacar platica, te expresabas a través de tu libreta, donde escribías respondiéndole o preguntándole cosas a el.

Te había presentado a sus amigos, quienes estaban sentados enfrente de ustedes, no fue cuestión de tiempo en agárrales confianza y expresarte libremente. Estos te prestaban atención, también, te hacían varias preguntas y propuestas.

Habías quedado con tus nuevos amigos en volver a verse, quizás para tomar algo o simplemente una pequeña salida, eso lo arreglarían luego.

Se despidieron de ti, primero fue Uraraka y luego Midoriya, cada uno se bajaba en diferente estación, excepto de ti e Iida, ambos bajaban en la misma e iban en la misma dirección.

El camino se te hizo corto, justo cuando querías que el tiempo pasará más lento... Pero no.

Cuando se estaban por dividir, el chico posó una mano sobre tu hombro y te sonrió. Un color carmesí apareció en tus mejillas y también sonreíste.

- ¿Quieres ir al parque?

Pregunto con serenidad mientras el color de tus mejillas se volvía más intenso.

- Digo, para que pasemos más tiempo juntos. Me gustaría conocerte mejor.

Comentó algo nervioso, aceptaste su propuesta y fueron. Al llegar a este, ambos se sentaron en los columpios. Veías como los niños jugaban entre si, algunos imaginaban ser piratas, otros príncipes y princesas.

Sonreíste al verlos tan animados, te levantaste y comenzaste a jugar con ellos, olvidándote de tu acompañante.

(...)

El sol se estaba por ocultar y te estabas despidiendo de tu amigo. Ambos retomaron camino hacia sus casas. Recordaste el momento que pasaste con el, este al verte tan entretenida con los niños, él decidió unirse a jugar.

Ambos era Reyes y tenían a su princesa, que fue secuestrada por un monstro y un príncipe fue a rescatarla, no tuvieron mucho participe, pero les pareció divertido.

Una sonrisa se dibujo en tu rostro, entraste a tu casa, saludaste como es de costumbre y directo a la cocina, en busca de comida, como de costumbre. Tu hermano te siguió hasta allí y comenzó a interrogarte, ya que habías llegado un poco más tarde de los usual.

"Me quede en el parque con un amigo, tranquilo."

Le respondiste a sus miles de preguntas de forma tan simple que tu hermano te miro con los ojos abiertos, luego hizo una mueca de disgusto y te dejó sola en la cocina. 


A silent voice- Iida Tenya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora