Por fin había llegado el día que comenzaban mis vacaciones, mis ultimas vacaciones de soltera para mi desgracia y es que yo era de las pocas mujeres que en pleno siglo XXI se iban a casar por conveniencia.
Mis padres llevaban años allanando el terreo para casarme con el heredero de una empresa coreana de tecnologías y es que la fusión de nuestro imperio y el suyo nos convertiría en la familia más rica del mundo. Desde que tengo diez años he aprendido coreano, japonés e ingles para poder liderar la empresa de mi familia y fusionarme con la familia Choi. Yo era la heredera de la cadena española de hoteles AG, teníamos mas de tres mil hoteles repartidos por el mundo, tan solo novecientos menos que los Hilton.
Pero no querían que la unión se hiciese con meros acuerdos o contratos entre ellos, querían que fuese con la unión de las familias ya que ambas familias eran dueñas en exclusiva de cada una de las acciones de las compañías. La mejor forma de unificar aquello era casando a los dos herederos que eran de edades similares y únicos, porque para nuestra desgracia ni yo, ni Choi Min Ho teníamos hermanos. Ni si quiera les importaba que fuéramos de mundos y etnias completamente diferentes, su único interés era la fusión.
La boda se celebraría ese otoño, estábamos empezando el mes de febrero y ya me sentía sofocada. Choi Min Ho era una gran chico, tenia veinticinco años. Yo tenia uno menos. Min Ho y yo habíamos crecido con la cantinela de la boda y era algo que ya teníamos asumido, pero nuca habíamos salido juntos, era raro, ya que nos habíamos visto solo dos veces. Una vez cuando teníamos diez años que sus padres vinieron a España de vacaciones, otra vez cuando teníamos quince años que fuimos nosotros allí y me quedé un mes para terminar mis exámenes de coreano. No le había vuelto a ver desde entonces y pese a la insistencia de nuestros padres en que mantuviéramos el contacto, no lo habíamos hecho, ya tendríamos tiempo de conocernos cuando nos casáramos.
Había organizado un viaje con mi mejor amiga al norte de Europa, a Noruega. Tenia muchas ganas de visitar aquello y aislarme en una cabaña lo mas al norte posible, ya lo tenia todo listo y preparado. Seria mi viaje de despedida, después de estar allí mes y medio iría a Seúl haría un curso de cocina coreana y ya me quedaría allí a vivir.
- ¡V! – mi mejor amiga era la única que acortaba mi nombre, Valeria a V en inglés – Llevas la maleta entera llena de comida – me dijo Tamy que había venido a mi apartamento para salir las dos juntas hacia el aeropuerto – Nos van a llamar la atención en la aduana.
- Que no te preocupes, que he visto que se puede llevar – le dije para tranquilizarla. Llevaba vino, chorizo, lomo, jamón ibérico, queso, especias y demás cosas extra necesarias para alguien como yo.
- Eres alucinante... - me dijo exasperada.
Yo era chef, una gran chef que si no fuera por mi familia, podría montar un restaurante y dedicarme a ello, pero no, tenia que encargarme del negocio familiar. Me saqué mi título del cordon bleu a la misma vez que tuve que terminar la carrera de administración de empresas. Fue un dolor en el culo hacer las dos cosas al mismo tiempo.
- Tenemos que estar en el aeropuerto dentro de una hora – me recordó Tamy mientras yo seguía metiendo ropa en otra maleta. Había metido toda la ropa de abrigo que tenia y al final íbamos a facturar dos maletas cada una.
- ¿Tienes todos los papeles? – le pregunté, yo evitaba encargarme de eso, siempre perdía algo – toma mi pasaporte – le dije dándoselo para que me lo guardara – sabia que para Noruega no lo necesitaba, pero para ir a Corea si y volaría desde allí directamente.
- Lo tengo todo, no te preocupes, ahora ponte en marcha o no llegamos que vamos a pillar la M30 en hora punta – me regañó. Tamy tenia dos años mas que yo, nos conocíamos desde niñas, sus padres y los míos eran amigos íntimos y nosotras nos habíamos convertido en uña y carne.
Dejamos mi apartamento cerrado y lleno de cajas. Estaba todo empacado, listo para ser enviado a Seúl, allí lo recepcionaria en un par de meses cuando ya me hubiera asentado. Por el momento me había alquilado un apartamento bastante bonito en una zona exclusiva de Gangnam, cuando me casara tendría que mudarme con Min Ho a donde quiera que fuese donde vivía...
No quería pensar mucho en lo que me molestaba aquello y en la desesperación y ansiedad que me producía, pero es que no tenia escapatoria y era algo que yo había aceptado por el bien de la familia y la empresa. Tampoco me preocupaba mucho a nivel romántico ya que hasta ese momento no me había enamorado nunca y no era algo que fuera a echar en falta ¿Qué diferencia había entre casarme con Min Ho o con otro chico? Al menos por las fotos recientes que había visto de él, había mejorado y estaba bastante bien.
Había salido con otros chicos, pero ninguno había terminado de enamorarme. Algo les faltaba a todos o algo estaba roto en mí. No es que no disfrutara de ellos, del sexo o que no los quisiera, pero si eso que sentía era lo que otros llamaban amor, déjame decirte que estaba sobrevalorado.
Tamy siempre me decía que era porque no había llegado el indicado, él hombre que haría que mi vida girase en torno a él. Ella era una experta, cada chico con el que salía era su sol, su centro del universo, el año pasado tuvo como seis soles... creo.
Lo peor era que cuando todo terminaba se quedaba hecha polvo, desolada, autodestructiva... inaguantable durante al menos un mes.
Yo no había experimentado aquello nunca y la verdad, no tenía ganas de hacerlo.
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Bajo la Aurora
Fanfiction(leer primero Encontré una estrella para saber quien en Hanna) Val se marcha de vacaciones al culo del mundo antes de quedar atrapada en un matrimonio de conveniencia, no se imaginó que allí encontraría el amor, un amor que ella nunca había imaginad...