Capítulo 15

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Tae

Cuando salí de la ducha con la toalla rodeándome la cintura vi a Valeria tirada sobre la cama, tenía un primer plano precioso de la silueta de su culo, seguía desnuda y eso me encantaba. El bulto debajo de la toalla pensaba lo mismo que yo...

Fui hacia mi dormitorio a por ropa y la escuché exclamar algo en español, no hacia falta saber idiomas para intuir que era alguna palabrota. Me puse rápido un pantalón corto de deportes y una camiseta y fui a la otra habitación.

- ¿Qué pasa? – pregunté viendo como se ponía una de mis camisetas por encima y cogía la Tablet con los ojos como platos.

- Dime que no eres este – me dijo enseñándome una foto del grupo... joder.

- No soy ese – le dije para complacerla. Ella inocente miró de nuevo la foto y a mi y me frunció el ceño. Yo divertido me reí – si, soy yo.

- Te llamas como yo – me dijo indignada. No pude evitar soltar una carcajada. ¿Eso era en lo único que había pensado cuando lo había visto? Me fascinaba como trabajaba esa cabeza...

- En realidad ese es mi apodo -  le expliqué – la agarré por la cintura y la elevé hasta dejarla caer sobre la cama y me tumbé a su lado.

- Que fuerte, si eres super famoso – siguió ella con su monologo – ahora entiendo porque dijiste el primer día; No me conocen – imitó con voz grave – que fuerte... sabes, creo que tengo que disculparme contigo por no saber quien eres.

- No tienes que disculparte por eso, es genial estar cerca de gente que no sabe que soy famoso – le dije besándole el hombro.

- Es entendible... la gente se puede acercar a ti por interés – aquello me sorprendió, la forma de decirlo y como arrugó el gesto...

- ¿Te ha pasado eso a ti? – pregunté intrigado.

- La verdad es que si... vengo de una familia muy muy rica y aunque yo no soy famosa ni me conocen en cualquier sitio, en mi circulo todos saben quien soy y no sabes si las amistades que haces o las parejas son por intereses ocultos o porque realmente les gustas como eres – aquello me sorprendió muchísimo. No que fuera de buena familia, eso me daba lo mismo. Me sorprendió que supiera lo que se sentía ser objeto de deseo por interés. Solo de pensar en otro hombre deseándola... me ponía de los nervios.

- Bueno, pues ambos sabemos lo que se siente. Quizás por eso hemos encajado tan bien – le dije quitándole la Tablet de la mano – ahora si quieres podemos ir a cenar o comer lo que sea que tengamos que hacer ahora. Tengo hambre – ella sonrió.

- Esta bien, pero no te vas a librar de cantarme alguna de vuestras canciones, me alegra saber que esa voz tuya no se desperdicia en la cola del paro – vaya... recordaba que le había dicho que era desempleado.

- Discúlpame por haberte mentido – lo lamentaba de verdad, pero había sido lo mejor en ese momento.

- Tranquilo... todos tenemos secretos y cosas que no queremos contarle a unos extraños – aquello me sorprendió.

- Ahora no somos extraños – le dije intuyendo por su frase que ella tenia algún otro secreto que no la gustaba mantener oculto – puedes contármelo si quieres.

- Otro día, hoy ya hemos desvelado bastantes – dijo con una sonrisa que no llegó a sus ojos y sin más se bajó de la cama y corrió hacia la cocina.  

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora