Cap.02

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Escucho sonar un teléfono, las llamadas son tan insistentes que logran despertarme

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Escucho sonar un teléfono, las llamadas son tan insistentes que logran despertarme.

Siento como mi cuerpo empieza a responder gradualmente. Mi cabeza da vueltas, aun así, logro abrir un ojo, la habitación del hotel permanece a oscuras, sin embargo aun se distingue que es un desastre. 

Sobre la cama, dos morenas permanecen boca abajo en un profundo sueño. No pregunten que pasó anoche porque ni yo lo recuerdo.

Tanteo sobre la mesa de luz hasta dar con un teléfono, son las 09:32 ¡merde! supuestamente debía estar en la agencia a las ocho. 

Me incorporo casi de un salto, mi teléfono vuelve a sonar y percibo que viene desde la otra punta de la habitación, pero hasta que logro encontrarlo, es demasiado tarde, colgaron. Además de las 15 llamadas perdidas de Isa y mis managers, veo miles de mensajes de mis amigos que no respondí, supongo que estaba... ocupado. 

Me pongo los pantalones y recojo mis cosas de prisa, no hay tiempo para prenderme la camisa.
Llego al vestíbulo y le entrego la tarjeta de la habitación a Jean.

— ¡Bonjour! Encárgate de sacar la basura por favor— digo mientras le entrego la tarjeta de mi habitación.

Bonjour Sr Leclerc. Al parecer esa si fue una buena fiesta.

— Tan buena que ni lo recuerdo— le dije mientras me encaminaba a la salida y colocaba mis lentes de sol.

Las ventajas de ser un piloto joven, millonario y el único representante de Mónaco en la máxima categoría del automovilismo, es es el pase V.I.P a lo que sea, mujeres, autos, hoteles y cualquier cosa que se atrevan a imaginar, puedo conseguirla, así fue como conseguí que una de las suites del mejor hotel de Monte-Carlo sea solo mía y usarla cuando quiero y para lo que quiero.

Busco mi coche en el parking, no es difícil de ubicarlo, es el único mal estacionado, se ve que vine tan de prisa que lo dejé cruzado y ocupando tres lugares. Tampoco es difícil de confundir, mi diseño es personalizado. Todo cortesía de Ferrari.

Enciendo el motor y me pongo en marcha hacia la agencia. En el camino prendo mi camisa y trato de pasar por un café, pero hay demasiada fila.

Llego a las puertas del edificio en tan solo 12 minutos, rompí mi propia marca personal.

Las caras de enfado son más que visibles y allí está ella, Gianna optó por algo sencillo para su primer día de trabajo, lleva una falda negra, camiseta blanca y un suéter atado por delante, unos lentes de sol que cubren la mitad de su rostro y  todo el pelo recogido.

Saludo rápidamente y simulando mala gana para no recibir reclamos.

Nos subimos a la limusina. La rubia e Isabella se acomodan en el asiento que está enfrente, me coloco mis auriculares, pongo la música baja y las escucho parlotear. Hablan en un perfecto español, sabía que Isa era de España, sin embargo Gianna tiene un acento... distinto. Debe ser latina. Aunque tampoco habla como Checo.

TORSIÓN EN MÓNACO | Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora