Capítulo 57: Enemigo a las puertas

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Karin Uzumaki despertaba con pereza, sentándose al filo de su cama y tallándose los ojos para recuperar la claridad en su visión. Cuando por fin notó que su vista solo estaba limitada a la necesidad de aumento que tenía, se colocó sus lentes, ubicados en el taburete junto a su cama. Entonces volteó a ver a su prima Naruko, que dormía en forma descompuesta, roncado de forma discreta...

Al comienzo, le había costado bastante trabajo acoplarse a la rubia en la convivencia diaria, pero una vez que se acostumbró a los hábitos buenos y malos de su prima, todo iba bien.

Mientras pensaba en el tiempo que llevaba viviendo con su familia, se dispuso a bañarse y una vez que terminó su larga ducha, salió de nuevo a la habitación para vestirse con su short corto de color negro, sus botas arriba de los muslos del mismo color y tras colocarse su sujetador, su chaqueta lavanda y se dispuso a dejar su habitación al ver que Naruko bostezaba, ya despierta.

— ¡Buenos días, Karin-chan! —Exclamó la Uzumaki, estirando al mismo tiempo brazos y piernas.

— Buenos días, Naruko-chan —Replicó la pelirroja, ajustándose sus lentes—, date prisa, hoy desayunaremos Ramen de Má

— ¡Si, sí! ¡Ya voy!

Karin dejó a su prima, cerrando la puerta tras salir de la habitación compartida. Caminó por el amplio pasillo para llegar a las escaleras, pasando inevitablemente por la habitación donde se suponían que dormían su tía Kushina, Konan y Samui, escuchando quejidos y murmullos débiles. Por mera curiosidad pegó su oído a la puerta, pero pronto desistió de la idea al escuchar lo que posiblemente era un cristal romperse y luego intensos reclamos entre las tres mujeres, por lo que decidió seguir su camino hacia las escaleras para dirigirse a la cocina.

Cuando llegó, se encontró con la imagen de su madre ataviada en un pantalón corto como el que ella misma usaba, además de botas Ninja a los tobillos y un top negro que se amarraba por la espalda, dejando bastante poco de su cuerpo a la imaginación. Tenía puesto un delantal que disimulaba el frente de su atuendo.

— Hola, Má

— ¡Buenos días, Karin-chan!

Efusiva, Fuusou se acercó a darle un sonoro beso en la cabeza a su hija, que recién había tomado asiento en la amplia mesa del comedor, para luego continuar cocinando el desayuno para todos los habitantes de las casa... O mejor dicho, todas las habitantes y Naruto, el único hombre en el inmueble.

— Buen día...

Karin hizo una ligera mueca de desagrado al detectar el aroma sutil de licor que emanaba de Rangiku Matsumoto, la bisabuela de sus primos, que lucía extrañamente joven para ella. Con su habitual yukata negra, a pesar de su pésimo semblante, su anatomía destacaba bastante.

Mientras la mujer se sentaba para luego dejarse caer de cara hacia la mesa, la pelirroja recordó el día en que ella llegó a la casa. Un día, se les presentó como la bisabuela de Naruto y Naruko, así como la madre de Tsunade y también le contaron la supuesta historia de cómo terminó ahí, haciendo uso involuntario de un Ninjutsu Espacio-Tiempo que la envió al futuro para salvarle la vida durante una cruenta batalla en el marco de la Segunda Guerra Ninja.

Sobre el mal hábito de Rangiku, llegó a la conclusión personal de que era resultado del estrés postraumático de la guerra y por eso, al serle presentado esa forma para relajarse y olvidar un poco el trauma de hallarse fuera de su tiempo, así como de perder a varios de sus seres queridos, terminó por volverse adicta...

— ¡Buenos días! Karin-chan, Fuusou-san, Rangiku-sama...

— Buen día, Rin-chan

— ¿Qué tal, Rin? —Replicó Karin, mientras la Matsumoto se limitó a gemir levemente.

Uzumaki's Strongest WeaponDonde viven las historias. Descúbrelo ahora