25. descubiertos

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Negan me besa de manera fortuita.

Sus manos están aplastándose en mi cintura, enterrándose como dos pies en la arena mojada de la orilla del mar.

Mete de ellas dentro de mi camiseta de tirantes, tocando mi piel desnuda, explorando sobre ella hasta llegar a la tela de mi sostén. Una fina tela, la cual al sentir el toque de sus yemas sobre mis pezones, estos mismos se endurecen como dos rocas.

Succiona de mi labio inferior y me mira, expectante.

Yo también lo hago, observándolo con atención.

Sonríe apenas, cerrando por unos cortos segundos sus ojos, negando con su cabeza.

— ¿Qué? — pregunto agitada.

— Joder.

— ¿Joder qué?

— He olvidado los putos condones en el cuarto. — se queja, apoyando apenas su frente contra la mía. — Lo siento, muñeca.

— Pero... Pero aún puedes hacerlo. En Alexandria... bueno, no fue algo tan a fondo como en el anterior mundo podría haber obtenido, pero sé que estoy bien.

Y no miento.

Aunque, en realidad, aquella inspección no fue en Alexandria, sino más bien, en Hilltop.

Sólo que no puedo delatarme por mi misma.

No puedo hacerlo.

— Puedo confiar en ti, pero no en mi. — dice, alejándose apenas. Mis ojos ven por un momento el sur de su cuerpo, el cual... es bastante llamativo. — Lo siento.

Mis pulsaciones van a millones de kilómetros por hora y sé que a él le sucede lo mismo. Su respiración forzada es notable por como su pecho sube y baja.

— Está bien. — le digo, sin más. — ¿Has traído una manta, cierto?

Sin dejar que responda, sabiendo la respuesta, me dirijo hacia la parte trasera del coche en el cual ambos vinimos y tomo de allí la manta amarilla que guardó.

Cierro delicadamente la puerta del coche y camino en dirección al lago, viendo como su mirada me sigue.

A pocos metros de distancia del calmo lago, pongo la manta en el césped, estirando de ella, acomodándola.

Una vez lista, me siento sobre ella, flexionando mis rodillas, abrazándome a mis piernas.

— ¿La señorita Grimes se enfadará ahora? — dice riendo, sentándose a mi lado.

Le niego con mi cabeza.

— Está bien.

— No me gusta ver a una mujer insatisfecha. — dice, chistando su lengua. — Es por eso que me gusta pensar en un plan B.

— ¿Y cuál sería tu plan B, Smith?

Ambos nos miramos directo a nuestros ojos.

La brisa cálida choca en mi rostro, con el sonido de los pájaros siendo nuestra melodía de fondo.

Negan me mira de pies a cabeza.

Con su mano derecha, hace a un lado los mechones de cabello que se cuelan en mi cara y los resguarda detrás de mis orejas.

Aquella mano serpentea por mi cuello, hasta llegar a mi nuca y hacer que la distancia que nos separa, desaparezca por completo.

El líder de los Salvadores me besa delicadamente, como si mis labios fuesen de una frágil porcelana.

Respondo, haciendo que nuestras bocas se comuniquen, se sientan, se deleiten.

Aquella mano que estaba en mi nuca, va hacia mi pecho, empujando de él.

ÉXTASIS (NEGAN) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora