27. novia

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Negan me aparta de su cuerpo luego de unos segundos tras haber mencionado a Lucille en mi boca

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Negan me aparta de su cuerpo luego de unos segundos tras haber mencionado a Lucille en mi boca.

Se pone de pie, pasa una mano por su cabello y veo como aprieta sus labios y tensa su mandíbula.

— Sé que es complicado para ti hablar de Lucille, pero...

— No menciones su nombre. — dice y yo apenas le escucho.

— También sé que no quieres perder su esencia. Y no sólo por nombrar a un bate de béisbol con su nombre.

— Ni siquiera sabes de que hablas. — dice, pero esta vez su voz es bastante sonora y me señala con su dedo índice. — Es mejor que cierres ese pico que tienes y...

— Vi las pelucas que tienes en aquel cajón.

Lo digo tan rápidamente que ni yo puedo creerme en que aquellas palabras salgan de mi boca.

Ahora es donde temo por la manera en la cual me observa.

Su mirada demuestra todo tipo de frialdad. Aquellos ojos se muestran gélidos y obscuros, a pesar de que de por sí la oscuridad de la habitación no me hace verle con claridad, pero de igual forma, puedo percibirlo, notarlo, por dentro y por fuera de mi cuerpo.

Siento escalofríos, siento como la piel se me eriza, la garganta se me reseca y la respiración se acelera de manera rápida y concisa.

Negan camina lentamente hacia mi, elevando una ceja.

— ¿Que has visto qué, Alaïa?

Si me llama por mi nombre y no me dice muñeca como suele hacer, es porque la he cagado y a fondo.

— Yo... Todo tiene su explicación. — me pongo de pie, con mis muslos temblando.

Quiero ir hacia él, sujetarlo de sus hombros, mirarlo fijamente a los ojos y darle una explicación de mis palabras.

Pero él, con su frialdad tatuada en la mirada, con sus labios apretados y su rostro completamente gélido, me hace una señal con sus manos para que no le toque, y además, da un paso hacia atrás.

— Te recomendaría no atreverte a tocarme. No estoy con el puto humor como para que lo hagas. Me conozco, y en estos casos, me daría igual que seas tú. Pero no querrías conocer mi peor versión contigo, ¿lo entiendes?

— Negan...

— Negan y la polla, Alaïa. ¿Qué mierda hacías hurgando en mis cosas? Es mi jodida habitación, mis jodidos muebles, mis... — le interrumpo de inmediato.

— Pensé que era un cincuenta y cincuenta. — digo, elevando una ceja. — Pero tienes razón. En estos casos, es completamente tuya. Lo entiendo. — trueno mis dedos, al igual que mi cuello, el cual meneo de un lado hacia el otro. — Simplemente quería buscar lugar para mi ropa. Antes de que tú la organizaras por mi. Lo vi, me quedó en claro que claramente eran de ella, y ni siquiera las quité. Así como las vi, las dejé ahí. Por respeto, porque no me incumbe, y porque si aún lo conservas, es porque entonces no tienes un corazón de hielo y realmente sigues sintiendo afecto por alguien que de seguro fue importante en tu vida y ni siquiera puedo juzgar, Negan. Pero si cada vez que la menciono te pones así, o incluso cada vez que alguien toca tu bate te pones como loco, es porque hay algo que aún no sana dentro de ti. — mi voz es temblorosa y por dentro estoy peor que una gelatina. Tengo nerviosismo y temor.

ÉXTASIS (NEGAN) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora