14. celos protectores

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El trinar de los pájaros hace que mi sueño se corte.

Pestañeo unas cuantas veces, adaptando mi vista a la leve tenue luz de mi cuarto, tras yo haberme asegurado de tapar las ventanas con las cortinas oscuras que coloqué desde el primer momento que me asignaron esta habitación en la comunidad.

Ni siquiera sé que hora es, pero por el murmullo que se escucha en el exterior, puedo confirmar que he dormido lo suficiente como para, probablemente, ser la última que ha despertado.

Tocan dos veces la puerta de mi cuarto.

Mirando el techo, pensando las mil maneras de no querer existir en este momento, tapo a mi rostro con las finas sábanas.

— Sé que estás despierta.

La voz de mi padre se hace presente en mis oídos.

— ¿Qué? — digo quejosa.

El colchón se hunde a mi lado.

Me quito apenas las sábanas, dejándolas a la altura de mi cuello.

Ante el calor con el qué llegué tras una larga caminata nocturna, sólo me dispuse a quedar en ropa interior.

Mi padre, con su pelo húmedo y vestido de entre casa, me observa fijamente.

— Parece que tenías muchísimo sueño, ¿no? — pregunta, arqueando una ceja. — Ni siquiera te he escuchado ir al baño por la madrugada.

Porque ni siquiera estaba aquí, padre.

— Si. — es lo único que respondo. — Tenía muchísimo sueño. En fin... ¿pasó algo?

— ¿Debería de haber pasado algo? — niego, encogiendo mis hombros. — ¿Entonces por qué preguntas?

— Pues pregunto porque no entiendo tu visita aquí, en mi cuarto.

— Alaïa, son apenas las once de la mañana. Eres la única que sigue en la cama todavía.

— ¿Sabes? Cuando estábamos en el mundo anterior, detestaba la idea de saber que en cuanto me graduara de la secundaria, debería de despertar más temprano para ir al trabajo. Y, como sabrás, este mundo no es el de antes. No tengo ninguna obligación que cumplir, entonces... ¿por qué te dispones a querer arruinar mi descanso?

Su mirada es fría.

Noto como tensa su mandíbula y la manera en la cual pareciera molestarle escuchar las palabras que le digo.

— ¿Tanto frío tienes? Hace calor fuera. Incluso aquí dentro.

Sostengo fuertemente las sábanas con mis antebrazos.

No quiero que vea la marca que llevo en el pecho.

De hacerlo, podría acabar con mi vida en menos de un segundo.

— Pues... Sólo estoy en ropa interior. Y sí, tengo frío.

Papá asiente repetidas veces con su cabeza, evadiendo su mirada, observando toda mi habitación.

Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, sus manos tiran fuertemente hacia abajo las sábanas, haciendo que mi pecho quede a la visibilidad suya, sólo con un simple y habilidoso movimiento.

Entonces, allí lo ve.

Ve la marca que mi pecho tiene.

Pareciera cómo si lo hubiese sabido desde antes de entrar a mi cuarto.

Su mirada lo decía absolutamente todo.

— ¡¿Qué haces?! — exclamo, irritada.

Me tapo, sintiéndome totalmente avergonzada.

ÉXTASIS (NEGAN) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora