Capítulo 18

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La mente es un mundo único e irrepetible, cada momento vivido deja una marca inconfundible, como las estrías de una bala al ser disparada. Gabriela abrió los ojos aún con los pensamientos de la noche anterior en su cabeza. Aceptaría su vida, dejando el egoísmo a un lado. Se negaba a ser la causa del fin de los Shelby. Vestida y aseada bajó las escaleras para desayunar.

―Buenos días ―saludó a su amiga mientras ocupaba su sitio en la mesa.

―Buenos días ―le respondió William.

―¿Has dormido bien? Anoche escuché algo de ruido ―Coline dejó de remover su té para observar a su amiga.

―Sí, perdonar, se me cayeron algunas cosas por accidente, nada grave ―acercó el tarro de mermelada para untar su tostada. Coline asintió aceptando su respuesta. ―Había pensado, si os parece bien claro, que hoy fuéramos a dar un paseo por los terrenos.

―Sí, no habría problema ―aceptó William.

―Podríamos decirle al servicio que nos preparase algo para comer ―añadió Coline alegre ―pasaríamos el día entero en el campo.

―Diana ―la pelinegra se giró para observar a la joven ―ve a decirle a Frances que nos prepare comida y bebida para los tres, saldremos por los terrenos.

―Ahora mismo señorita ― se disponía a salir de la estancia, pero Gabriela volvió a hablar.

―Y encárgate de buscar alguna manta, para poder sentarnos ― la joven asintió antes de alejarse.

―Luego vestiré a Marc para que no pase frío, seguro que le encantará ver todos los árboles ―William asentía con una pequeña sonrisa a las palabras de su esposa para después continuar con su lectura de las noticias del día.

―Oh, William, quizá podrías ayudarme en una cosa ―esta vez centró la atención en la pelinegra ―cómo yo no puedo salir, había pensado en si podrías hacer que alguien viniera a la casa.

―Eso depende ―observó con cautela a la joven ― ¿Quién vendría?

―No lo sé, quien creáis conveniente Thomas y tú, pero si voy a ir a ese combate tendré que ir arreglada, al igual que tu esposa, ¿no crees? ―William cerró los ojos un segundo, relajando sus músculos al comprender el motivo.

―Hablaré con Tommy tras el desayuno ―el hombre asintió retomando su lectura.

Se negaba a usar falda para salir al campo. Sabía que tenía unos pantalones guardados por algún lado. Sonrió victoriosa al sacarlos de entre la ropa del cajón. Con facilidad se los puso para continuar atando sus zapatos. Se colocó el sombrero y agarró el abrigo para bajar las escaleras. Coline y William la esperaban con el pequeño y la cesta del picnic ya listos para salir. Caminaron aproximadamente una hora, con calma, disfrutando del aire libre y la belleza del paisaje. Una verde pradera fue el lugar elegido para desplegar su manta y sentarse. Desde aquel punto podían ver un pequeño riachuelo que atravesaba aquella parte de la propiedad.

―Nunca había estado en este lado de los terrenos ―Coline hablaba mientras sacaba parte de la comida de la cesta.

―Yo sí, un par de veces llegamos hasta aquí en alguna de las cacerías con John ―William respondió con algo de tristeza.

―¿Le echas de menos?

―Era un buen amigo, no se merecía morir como lo hizo ―Gabriela asintió con tristeza, queriendo dejar el tema a un lado para no entristecer más a aquel hombre.

―Frances ha metido queso ―anunció Coline intentando cambiar de tema.

―Deja que parta unos cachos ―William agarró el queso, sacando un cuchillo de la cesta.

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