Capítulo 23

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Thomas apartó sus manos de él mientras una media sonrisa adornaba su rostro. Gabriela no pudo evitar liberar un suave gemido a modo de queja mientras sus manos volvían al cuello del ojiazul guiadas por él mismo.

―Aún no... ―le indicó con diversión mientras veía como sus ojos volvían a cerrarse ante el tacto de sus dedos sobre aquella fina tela que cubría su intimidad. Podía sentir como la humedad empezaba a traspasar aquella delicada prenda, disfrutando del poder que tenía sobre aquella mujer con un simple roce de sus dedos.

―Tommy... ―Gabriela movía sus caderas intentando aumentar el roce con sus dedos, pero él los apartaba con diversión ―por favor... ―los gemidos empezaban a tornarse en súplicas.

―¿Qué quieres? ―su voz ronca contra su oído fue suficiente para humedecer más aún su intimidad mientras sentía como una de sus manos se introducía por entre el vestido y llegaba a su pecho.

―Te... necesito... ―pronunció entre suspiros.

―¿Las chicas buenas piden así las cosas? ―preguntó divertido alejándose de su cuello para dibujar suaves círculos sobre aquella fina y húmeda tela. Disfrutaba observando el deseo que despertaba en aquellos ojos castaños ahora ligeramente cerrados ante su tacto. ―Sé una buena chica... ― susurró aquella orden, aumentando ligeramente la presión de sus dedos, observando como su espalda se arqueaba levemente como respuesta.

―Te... ―su voz volvió a cortarse por aquel nuevo contacto de esos dedos que tanto necesitaba. Volvió a tomar aire para volver a hablar, permitiéndose observar la sonrisa divertida que decoraba el rostro frente a ella. Aquella visión solo logró encenderla aún más ―te necesito... por... por favor... ―se esforzó en pronunciar las últimas palabras.

―Buena chica... ―Thomas apartó con un ágil movimiento la tela, recorriendo con suavidad los pliegues húmedos, deleitándose con los gemidos que arrancaba de entre los labios de aquella mujer. Con su mano libre volvió a dirigir el rostro de la joven hasta sus labios, silenciando así el gemido que sus dedos causaron al irrumpir en su interior. Pudo sentir como clavaba sus uñas en su espalda sobre la camisa.

―Tommy... ―separó sus labios un segundo para volver a juntarlos mientras se dejaba llevar por aquellas caricias que llenaban de placer su bajo vientre. La presión de sus dedos en su interior le hacía desear más. Volvió a bajar las manos, rozando el bulto que sobresalía bajo el pantalón, pero él volvió a alejar sus manos, devolviéndolas a su cuello. Un quejido salió de sus labios al sentir sus dedos salir de su interior.

―Pídelo ―le ordenó mirándola a los ojos antes de volver a introducir sus dedos en su calidez ―pídemelo ―aumentó la velocidad de sus dedos en su interior arrancando más gemidos, sintiendo como cada vez aquel bulto bajo su pantalón se endurecía más y más. Quería hacerla suya, asegurarse que jamás se olvidase de él. ―Jamás le negaría nada a mi buena chica... ―volvió a besar su cuello, sintiendo en su oído todos y cada uno de los jadeos que él provocaba ―jamás le negaría nada a mi mujer...

―Tommy... ―Gabriela intentaba organizar sus pensamientos, pero aquella presión en su bajo vientre ocupaba todos sus pensamientos ―Tommy... fóllame... ―sintió el vacío de sus dedos de nuevo, aún con los ojos cerrados por el agotamiento que empezaba a inundar su cuerpo, sintió como apartaba su ropa interior de nuevo y una ola de placer inundó su cuerpo haciéndole apretar sus uñas contra su espalda.

―Eres mía ―Thomas embestía con pasión, llenando cada centímetro de la joven entre sus brazos ―dilo...

―Soy... soy tuya... ―Thomas aumentó la velocidad de sus embestidas, aprisionando las caderas de la joven entre sus manos.

―Di mi nombre... ―su voz empezaba a perderse entre suspiros ―por favor... ―hundió su rostro en el cuello de la mujer ―necesito oírlo de tus labios... ―susurró en su oído.

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