Capítulo 11

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La resaca no había golpeado tan fuerte a Gabriela, al contrario de Coline y Mindy, quienes andaban a duras penas, con los ojos marcados por las ojeras y restos del maquillaje que aún no habían logrado limpiarse. «Jones & Co.» adornaba la cristalera principal, al igual que la puerta de entrada. Giró las llaves con algo de nervios, encendiendo las luces nada más entrar. Era un lugar luminoso, pero las nubes oscurecían el cielo esa mañana.

―Mirar, hay una mesa para la recepcionista ―Coline sonrió, acariciando la madera brillante ―¿Qué te parece, Mindy? Recepcionista.

―Pensaba que me quedaría en el Garrison.

―Si quieres puedes seguir allí, por las tardes ―Gabriela miraba cariñosa a su amiga. ―Pero pensé que querrías algo más formal y seguro.

―Sí, y me encanta la idea, es solo que...

―Veamos que te parece esto ―Gabriela se apoyó en el mueble ―Por las mañanas recibes a los clientes mientras Coline y yo hacemos las cuentas y el inventario y, al salir, si quieres puedes ir al Garrison ―tomó la mano de su amiga con cuidado. ―Quiero mantener el bar como punto de encuentro para algunos negocios, pero también quiero que tengas una mejor vida.

―¿Y podré ir allí todos los días?

―Por mi parte solo se harían algunos negocios puntuales, pero si lo deseas, siempre tendrás tu puesto de camarera disponible. ―Se levantó del mueble. ―Los Shelby aceptan mantener tu puesto como tapadera, pero necesitarás acordar con ellos los días que irás. Ellos te explicarán las condiciones cuando vayas.

―Gracias.

―¿Continuamos la visita? Quiero ver mi puesto ―Coline se quitó el abrigo y el sombrero, dejándolos colgados del perchero.

―Claro, está en la trastienda.

El lugar podía parecer pequeño a primera vista. Desde la calle parecían unas simples cristaleras y el pequeño local principal, donde Mindy atendería a los clientes pero, tras la puerta del fondo, se llegaba a la trastienda. Una amplia sala se extendía ante sus ojos. Conformada por dos plantas, la superior constaba de simples pasillos metálicos y pasarelas que permitían el acceso a cientos de estanterías. Un despacho presidía el final de la planta superior. En la inferior, las estanterías se agolpaban contra las paredes, rodeando la estancia casi al completo. En el centro de la sala se encontraban varios escritorios, colocados dándole a cada uno el espacio necesario para cada trabajador, unas oficinas a la espera de ser ocupadas por las trabajadoras.

―No sé si tendremos tantos productos para llenar todas estas estanterías.

―Se llenarán pronto, este es un negocio legal, venderemos productos medicinales ―Gabriela recorrió la distancia hasta las escaleras, subiendo en dirección a su futuro despacho ―en mi jardín cultivo unas cuantas, el resto tendremos que recolectarlas o encargarlas, lo que me recuerda... Coline.

―Sí ―La voz de su amiga la seguía de cerca.

―Tienes que hacer el primer encargo de productos, te haré la lista con los nombres y características, antes de finalizar el mes habremos inaugurado nuestro negocio oficial y legal.

Como había pronosticado, tras poco más de tres semanas, el local estaba listo, las despensas llenas y la voz corría por las calles. En ese tiempo había contratado a Mary Johnson, quería ayudarla, pues desde la muerte de su hija años atrás no había logrado salir adelante. Le había ofrecido atender a los clientes junto con Mindy en las mañanas, quedándose ella sola por las tardes. Gabriela había vuelto a encerrarse en su trabajo, no tenía las fuerzas necesarias para enfrentar de nuevo aquellos ojos.

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