Capítulo 12 - Liam

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꧁༒•𝓛𝓲𝓪𝓶•༒꧂

NARRA DAMIAN

Mi corazón estaba acelerado. ¿Por qué cada vez que me encontraba con ella me sentía de esta manera tan particular? No lo entendía. Mi cabeza solo pensaba en la misma cosa y solo conseguía confundirme más y más. A lo mejor... no debí presentarme a Anya después de lo ocurrido.

Cuando regresé a mi apartamento, no vi a Ken por ningún lado. Era curioso. Ken se había estado comportando de manera muy rara últimamente. No sabía el porqué. La última vez que lo vi tan extraño fue hace unos días y todavía no he tenido la ocasión de hablar con él acerca de eso. ¿Debería hacerlo o no? A lo mejor, debía hacerlo en cuanto él regresase a casa.

Y eso hice: esperé pacientemente hasta que él hubiera llegado. Ojalá nada malo le hubiera ocurrido.

Cuando llegó a casa, ya habían pasado dos horas y sentía que me iba a dormir en cualquier momento de la larga espera.

Se acercó a mí y yo lo saludé inmediatamente. Él también me saludó pero de una forma aburrida y desanimada. Algo le estaba ocurriendo y tenía que descubrirlo.

—Ken —lo llamé pero él no se dio la vuelta. Había ido a su cuarto para recoger sus cosas—, ¿te pasa algo? —le pregunté directamente—. Últimamente tienes un horario distinto y llegas muy tarde a casa. Además, parece como si me ignoraras a veces.

Ken ni se inmutó. Siguió limpiando y ordenando su ropa. Parecía pensativo.

—Estoy bien. No tienes de qué preocuparte.

Se giró y se dirigió hacia el cuarto de baño, pasando a mi lado.

Apreté las manos en unos puños y me enfrenté a él.

—¡Basta! Sé que te ocurre algo. Sea lo que sea, sabes que puedes decírmelo. —Ken se detuvo pero no se dio la vuelta—. Al fin y al cabo, somos amigos, ¿verdad?

—No... recuerdo el día en el que te pedí ser mi amigo —dijo sin más, destrozando mi corazón—. Siempre hemos sido... rivales. ¿Desde cuándo los rivales son amigos?

No comprendía nada. ¿Ken ya no era mi amigo? ¿Por qué?

—Ken, no estás siendo razonable... —Mi voz empezó a temblar—. Por favor, déjame ayudarte.

Ken se dio la vuelta y me miró fijamente. Tenía una mirada fría e inexpresiva.

—¿Te podrías en peligro con la intención de salvarme? ¿Darías tu vida por salvarme? ¿O solo lo harías por Anya?

<<¡¿Qué?!>> pensé aturdido.

—Ken...

—Lo sabía. No puedes ayudarme. Nadie puede ayudarme. —Volvió a girarse.

—¡No! ¡Déjame ayudarte! —exclamé y Ken volvió a mirarme.

—¿Estás seguro? —Asentí—. Bien, mañana partiremos.

~~~

SIGUE NARRANDO DAMIAN

No pude pegar ojo en toda la noche. Me sentía mareado y asustado. Mi mente era incapaz de relajarse. Solo estaba dándole vueltas al asunto de Ken. ¿Desde cuándo era así? ¿Desde cuándo le daba tanta importancia a los asuntos? Primero me pasó con lo de Anya y ahora con lo de Ken. ¿Acaso no me iba a calmar nunca?

Sin darme cuenta, amaneció. No escuché pasos en la cocina, lo cual significaba que Ken seguía dormido en su habitación.

Decidí levantarme antes que él y prepararle el desayuno. Seguramente no iba querer tomar el desayuno conmigo, así que me convenía terminar de comer antes que él si no quería incomodarle.

De repente, lo vi saliendo de su cuarto y dirigiéndose a mí. Ya estaba vestido.

—Vamos. Tenemos que irnos ahora —me dijo sin más, tomándose unas tostadas de la mesa.

—¿Ya? —pregunté y vi a Ken fulminándome con la mirada—. Vale, vale, ya me voy a cambiarme.

<<Pensé que Ken seguía dormido pero veo que es más madrugador que yo>> pensé.

Terminé de vestirme y vi cómo Ken tenía una de sus orejas pegada a la puerta. Al parecer, estaba escuchando a alguien hablar desde fuera. ¿Era tan cotilla? ¿Desde cuándo?

Intenté no hacer ningún ruido y pasé de largo sigilosamente porque, además, Ken estaba observándome todos y cada uno de mis movimientos y estaba convencido de que si hacía algún tipo de ruido, acabaría muerto en sus garras.

Ken dejó de cotillear y me hizo una señal de que lo siguiera. Me sentía un criminal acabando de robar en una casa ajena e intentando salir sin ser visto por nadie. Era algo que nunca en vida había sentido.

Lo perseguí e hice todo lo que él me indicaba. Salimos del edificio victoriosamente.

—¿A quién escuchabas, Ken? —le pregunté sin que nadie estuviera a nuestro alrededor.

—A Becky y Emile —respondió terminándose sus tostadas—. Al parecer, iban a tomarse un café.

Me daba corte preguntar pero, aun así, lo hice:

—¿Por qué... hemos salido sin ser vistos?

Ken suspiró y se detuvo de repente.

—Ya lo verás. Ahora no me hables —me soltó y yo lo seguí sin decir nada más.

Nos adentramos en todo tipo de callejones sucios y estrechos hasta que llegamos a uno un poco más ancho y amplio.

Ken se apoyó en una pared y sacó su móvil para llamar a alguien. No me atreví a preguntar en ningún momento. Solo podía observar el lugar para asegurarme de que nadie estuviera viéndonos. Sentía como si en algún momento unos delincuentes aparecieran y nos iban a atacar.

<<Soy un paranoico, ¿verdad?>> pensé.

Ken colgó la llamada y, poco después, una silueta apareció desde las sombras. Iba totalmente de negro y con un cigarrillo en las manos. Me alivié al instante. No parecía un delincuente, es más, un jovencito.

Se paró en frente de Ken y se saludaron mutuamente. Yo también lo saludé pero su mirada se volvió fría.

—Eres Damian Desmond, ¿verdad?

Tragué saliva y lo vi acercándose a mí. A medida que lo hacía, vi que no tenía esa apariencia de jovencito de antes. Ahora era más como un hombre musculoso y peligroso.

—A... así es —afirmé y cuando él estaba cerca mío, me echó un vistazo de arriba para abajo.

—Mmm... No sabía que fueras un debilucho. —Giró su cabeza para mirar a Ken—. ¿Y dices que este es tu amigo, Ken?

Ken se encendió un cigarrillo y nos miró con cara de aburrimiento.

<<¡¿Desde cuándo fuma?!>> pensé, estupefacto.

—Ah... sí.

<<Algo anda mal. No me está gustando esto... Ken no parece ser el de siempre>> pensé.

—¿Lo encontraste en un basurero o algo? Jajaja —le siguió preguntando a Ken.

Ken echó una risita y dio otra calada.

—A saber —dijo y ambos se rieron juntos.

No me atreví a decir nada de lo que estaban hablando, así que desvié el tema:

—¿Y... cómo te llamas?

El sujeto giró su cabeza hacia mí y vi cómo me miraba con furia.

—¿Quién te ha dado el permiso a hablar, eh?

—Oh, vamos, Liam. No seas tan duro con él, ¿eh? Solo me ha acompañado aquí. Ya le darás una paliza después si te apetece, ¿vale? —intervino Ken todavía fumando.

<<Ken... ¿Qué te ocurre? ¿Por qué conoces a... Liam?>> pensé, entristecido.

—Es verdad... Mejor pongamos manos a la obra.

<<¿Me... me va a... pegar?>> pensé durante un instante.

Love You - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora