Capítulo 32 - En el bosque (parte 1)

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꧁༒•𝓔𝓷 𝓮𝓵 𝓫𝓸𝓼𝓺𝓾𝓮 (𝓹𝓪𝓻𝓽𝓮 1)•༒꧂

Ostania y Westalis habían dado comienzo a la guerra. Todas las calles estaban en un caos. Mucha gente salía a las calles a gritar mientras otra mucha rezaba por tener algo de comer durante esta época. Veía militares pasar de vez en cuando y usando fuerza contra los que se oponían a ellos.

Era caótico. Jamás pensé que las guerras serían tan dolorosas y horribles. Sin embargo, solo tenía una cosa en mente: rencontrarme con él, con la persona que había añorado tanto.

No sabía lo que sería de mí. No sabía lo que me podría ocurrir en este duro trayecto en su busca, pero no me echaría atrás. De ninguna manera.

~~~

NARRA DAMIAN

No había luz en el lugar en el que me encontraba. En cuanto Yor y Loid me salvaron, me llevaron a un sótano en el que había mucha gente escondida. No sabía si había sido la mejor idea, sin embargo, cuando escuché aquella explosión no tuve agallas para salir. Todos estábamos escandalizados ya que supimos que la guerra había iniciado.

Al menos estaba en buena compañía: estaba con Mira y Ken, quienes me encontré en el sótano acurrucados. Eran adorables.

Pasé horas encerrado. No había hablado con nadie. El hecho de que Ken y Mira estuvieran tan unidos no era excusa para dejarme abandonado. Por otra parte, el verlos tan juntos no hacía más que recordarme a Anya. ¿Cómo estará ella? ¿Estará a salvo? En vez de preocuparme por mí, solo estaba pensando en ella como un lunático. Me había vuelto completamente loco...

Y por esa misma razón me levanté y salí a la superficie.

—¡Damian, ¿qué haces?! —me exclamó Ken junto a Mira, agarrándome de la camiseta antes de que yo saliera.

—Voy en su busca. No puedo dejarla —le dije con toda la seriedad del mundo.

—Es Anya, ¿verdad?

Los miré a ambos y con un asentimiento salí por la puerta.

—Ay, ¿pero por qué hace esto? Se está poniendo en peligro...

—Se llama amor, Ken. Amor —le contestó Mira dándole un beso.

—Y... ya lo sabía... Claro que lo sabía...

No dejaba de correr. Las nubes ocultaron el sol y comenzó a llover, lo cual, me dificultaron el trayecto. No sabía dónde estaría Anya pero no podía quedarme quieto. Solo podía correr, a pesar de que supiera de que en cualquier momento podía morir.

Las piernas se me agotaron en un momento, así que me escondí dentro de una casa deshabitada. Busqué algo de comida pero no había nada. Lo habían llevado todo.

Pero no me di por vencido y busqué por todas partes hasta dar con una bolsa de maní. Eso me recordó a Anya totalmente. Suspiré fuertemente y empecé a comer. Eso me sentó mucho mejor.

Como mi ropa estaba sucia y mojada, busqué si había algo de ropa hasta que encontré lo que necesitaba. Me lo puse y salí corriendo ya que empecé a escuchar tiroteos cerca. Gracias al río que estaba cerca mío, supe que iba en dirección oeste y eso me alivió.

No había nadie alrededor, lo cual me incomodaba mucho. Mi cabeza me decía que estaba siendo estúpido al haber tomado esta decisión pero mi corazón me decía lo contrario. Estaba confuso, sin embargo, por alguna razón no me echaba para atrás como si no tuviera control sobre mis piernas.

Las explosiones no paraban, haciendo que una explotase cerca mío. Grité del miedo y sin darme cuenta el efecto de la explosión me empujó hacia el río de espaldas, estando al punto de caerme al río. No pude hacer nada ya que esto ocurrió en un imprevisto. Sentía que mi fin había llegado cuando una persona corrió y agarró de mi mano.

Y, cómo no, tenía que ser ella: Anya.

—¡Damian! ¡Ni se te ocurra soltarme! ¡Voy a sacarte de aquí! —me gritaba por el ruido que había.

Estaba sin palabras. Tenía el corazón acelerado y mi cuerpo paralizado.

—Dame la otra mano. ¡Rápido! —me decía inclinándose para cogerme la otra mano.

Después de varios minutos, consiguió rescatarme. Sin duda se había convertido en mi heroína.

—Anya, yo... —balbuceé.

—¡Tenemos que salir corriendo de aquí! ¡Dame de la mano! —exclamaba por las explosiones que había.

Sin rechistar le di mi mano y ella me guió todo el camino.

Afortunadamente, nos salvamos.

Llegamos a un bosque que había lejos de la ciudad. Normalmente era un lugar muy visitado pero Anya y yo lo recorrimos entero sin saber adónde nos dirigíamos.

No supimos lo extenso que era hasta que nos fijamos en que ya no había explosiones cerca nuestro. Los habíamos perdido al fin.

—Anya, ¿podemos charlar? —le pedí cansadísimo.

Asintió y nos sentamos en el tronco de un árbol para descansar.

—Damian, verás...

—Espera, antes quería agradecerte por haberme salvado. Has estado increíble. No sé cómo recompensártelo.

—¿Qué? No tienes nada que recompensarme. Ya has hecho suficiente por mí y cosas como esta no se recompensan. No iba a dejarte caer al río, Damian. ¿En qué pensabas? —me dijo seria.

—¿Lo dices de verdad?

—Por supuesto, Damian. De hecho estaba buscándote.

—Yo también.

Anya pareció sorprenderse.

—Qué coincidencias... Cuando podíamos salvarnos los dos, decidimos salvar primero al otro. Qué cosas... —murmuró sonrojada.

—Es lo que hace que nuestra relación sea tan especial —susurré.

Anya me miró atónita y eso hizo que me enterara de lo que dije y avergonzarme por ello.

—E... Esto... se me ha escapado... No lo decía... —farfullé.

—Tienes toda la razón —dijo ella.

—¿En serio?

—Pues claro, tonto. ¿Acaso lo has dudado alguna vez? No... podemos vivir sin el otro. No cabe duda...

—Cierto...

Nos quedamos en silencio, sin saber qué más decir.

—Anya... No quiero meterme en tus asuntos pero... ¿no te iban a..., ya sabes, vender?

Bajó la mirada.

—Me escapé... con tu familia.

—¿De veras?

—Sí, es que... estaban todos ahí en la "ceremonia". Al parecer, tu padre estaba involucrado en la negociación pero acabó escapándose conmigo.

—Vaya... Se habrá arrepentido o algo...

—¿Tú no sabías nada?

—No, bueno... Papá nunca me ha contado nada sobre su trabajo, y mucho menos cuando se fue a vivir solo. Y lo último que supe de él fue cuando me presentó a Ken, al que ya conocía del cole... Supongo que desde entonces Kurisu y mi padre se habían hecho cercanos. Probablemente fue en ese entonces cuando empezaron a hablar sobre venderte y comentárselo a George Willingham.

—Sí, tiene toda la pinta de que sí...

—¿Te ocurre algo? Pareces deprimida...

—No, no, no me pasa nada.

Cuando iba a decirle algo, escuchamos unos tiroteos muy cerca. Tomé de la mano a Anya y le susurré que no se moviera.

Love You - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora