Capítulo 23 - Victoria

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꧁༒•𝓥𝓲𝓬𝓽𝓸𝓻𝓲𝓪•༒꧂

En cuanto supe que si escuchaba un mínimo de la música podía acabar como mamá y papá, se me puso la piel de gallina. Estaba en el suelo sentada con la frente sudada y el cuerpo temblando. Sentía que iba a morir en cuanto escuchase la música.

Por otra parte, el simple hecho de haber descubierto que la música de Hatiron había servido todo este tiempo para manipularnos, me había destrozado el alma. Eso significaba que había estado manipulada anteriormente y ni siquiera me había percatado de ello.

Los pasos del señor se acercaban más y más. Calculándolo rápidamente solo tenía medio minuto para que se me ocurriera algo.

Intenté levantarme pero mis piernas temblaban demasiado y, además, era incapaz de levantarme sin usar las manos.

—Déjate de tonterías y ríndete de una vez.

—¡NO! —grité con fuerza como una niña pequeña.

Evidentemente, eso le cabreó demasiado.

Cuando ya solo estaba a unos metros de mí y empezaba a escuchar un poco de la música, sentí como mi cuerpo empezó a sentirse débil y mi cabeza marearse.

<<¿Estoy ya afectada?>> pensé con ganas de dormirme.

No fui muy consciente de lo que me pasó después de esto pero me acuerdo de haber visto a una persona en específico en mis sueños:

—Anya —me llamaba.

—¿Quién eres?

—¿No te acuerdas de mí?

—Espera... Madre..., ¿eres tú?

Vi cómo una sonrisa se le formaba en su cara.

—Así es.

Me dieron unas ganas tremendas de llorar.

—¡Madre! —exclamaba y fui corriendo a abrazarla—. ¡No sabes cuánto te he extrañado!

—Yo también, Anya, yo también. Pero, ¿sabes qué? —me dijo separándome de ella—. Ahora no hay tiempo de ablandarse. Es hora de que te levantes y demuestres quién eres.

—Pero... pero... no se me ocurre nada. No... no me siento lo suficientemente capaz de hacer frente a lo que me está ocurriendo, madre.

—Anya, tú eres y siempre has sido capaz de todo. No te rindas ahora después de todo lo que te ha pasado. Recuerda quién eres y lo conseguirás.

—¿Crees... crees en mí?

Madre volvió a sonreírme y asintió.

—Siempre lo he creído.

Y sin poder despedirme de ella, desapareció de mi mente, haciéndome despertar.

Vi cómo el señor estaba a punto de quitarme las manos de mis oídos, así que en un ágil movimiento, le di una patada y lo eché al suelo. El móvil por el que sonaba la musica seguía estando cerca nuestro, así que no podía destaparme los oídos todavía.

—Veo que no te das por vencida, niñita —dijo el señor levantándose enfurecido—. Pero ya veremos quién es el ganador en cuento te vea pelear con unos codos y dos piernas de flamenco —se burló, asqueado.

Le sonreí pícaramente.

—¿Quién dijo que vamos a pelear? —pregunté confundiéndole.

Y, sin previo aviso, empecé a cantar.

Sé que este plan tan inesperado tanto para él como para mí, podía salir o muy bien o muy mal. En cuanto terminé y abrí los ojos, me fijé en que el señor ya no estaba y que el móvil con la música había desaparecido.

<<Seguro que es otra trampa, seguro que está escondido para atraparme repentinamente>> pensé mirando a todos lados.

—¡Anya! —exclamó alguien, abrazándome de repente.

—¿Mamá? —pregunté sin quitarme las manos de los oídos todavía—. Ya no estás bajo el efecto...

—Y todo ha sido gracias a tu canto, Anya. Nos has salvado.

Eché un suspiro y me quité las manos de las orejas.

—Ja, ja, ja, tienes las orejas rojas —se rio mamá, acariciándome las orejas—. ¿Cuánto tiempo has estado así?

—No lo sé... —Moví la cabeza de un lado para otro—. ¿Y Bond y papá?

—Atrás tuyo.

Giré mi cabeza y vi cómo papá se lanzaba a mí para abrazarme.

—Muchas gracias, Anya, muchas gracias por salvarnos —me susurraba.

<<¿Papá...?>> pensé, alucinada, por su reacción.

—Hoy has demostrado ser la Starlight de verdad que eres —me siguió susurrando.

Correspondí su abrazo y apoyé mi cabeza en su hombro.

—Gracias, papá.

Bond nos separó a los dos y yo me agaché para acariciarle el plumaje.

—Cómo me alegro de que estéis los tres sanos y salvos. Pensaba... que no saldríamos de esta...

—Anda, regresamos a casa —dijo papá, animándome un poco— que hay maní.

—¡Maní!

Cuando ya regresamos a casa, les conté todo lo que había ocurrido. Al parecer, mamá y papá al haber estado bajo el efecto de la música, no recordaban lo que había sucedido.

—Y eso. Supuse que había que taparse los oídos... —les seguí diciendo.

—¿Pero... cómo es eso posible? ¿Qué clase de hechizo es eso? —preguntó mamá aterrada.

—Mmm... —dijo papá pensativo—. Eso quiere decir que Damian y Ken probablemente han acabado bajo el efecto de la música también. Seguramente ha sido un método suyo muy fácil de usar que ahora lo están aprovechando para todo tipo de cosas que quieran conseguir.

Eso me asustó.

—Ha... hay otra cosa más —dije.

—¿Qué es? —preguntó mamá.

—No quería decíroslo pero... creo que mis poderes me están fallando...

—Anya, ya hablamos sobre esto. Luego dijiste que todo había regresado a la normalidad. No le des tantas vueltas.

—No, esta vez creo que ya lo sé todo —interrumpí—. Ellos... los que me buscan... pueden evitar que les lea la mente.

Papá y mamá se sorprendieron.

—¿Estás segura de eso? —preguntaron.

—No del todo, pero es algo que supuse cuando me fallaron los poderes por primera vez, en el arcade. Todo lo malo ocurre ahí y, aparentemente, ahí están situados todos los gánsteres que me buscan. Sin duda, si tanto interés tienen sobre mí, se debe por mis poderes; así que, ¿por qué no se habrían informado acerca de ellos e idear algo que evite leerles las mentes? —expliqué.

—Es cierto... —comentó mamá.

—Mmm... es verdad lo que dices pero tengo que analizarlo mejor —añadió papá tomando apuntes—. Sin embargo, muy buen punto, Anya, estás empezando a parecerte día tras día más a un espía.

Eché una risitas y papá me acarició la cabeza.

Love You - Damian x AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora