Cap. #26: Tigre motorizado.

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Adrián:

Pagué por todo lo que había comprado y salí de ese mall lo más rápido que pude tomando dirección hacia el departamento de los felinos. Afortunadamente no me volví a encontrar con aquel tigre en todo el tiempo que me tomó salir del local. Lo que es muy bueno, debería considerar la idea de decirle a Carlos sobre su 'amistoso' pariente. Seguramente se va a llevar una gran sorpresa.

El tema del extraño me llevaba tan ensimismado que no noté cuando alguien que venía trotando de frente se me interpuso en medio del camino. Fuí a reaccionar cuando las bolsas ya estaban desparramadas por el suelo y algunas de las frutas que se hayaban en el interior de estas echas puré por las ruedas de los autos que pasaban por la carretera.

Mi rostro se desfiguró en una mueca de horror mientras me llevaba las manos a la cabeza. ¡No puedo llegar sin esto a casa, Carlos me mataría! Instantáneamente y bajo las miradas de los transeúntes, me arrodillé para comenzar a recoger lo que pude y quedaba intacto. Mientras lo hacía elevé la mirada para buscar al culpable de todo esto.

Poco tardé en darme cuenta de que ese animal ya se estaba alejando y que no era un hombre como pensé, si no todo lo contrario. Era una chica.

Una chica tan familiar que inmediatamente recordé la foto que había recogido en la casa de Mauro y que aún no le había devuelto a Carlos. ¿Podría...podría ser ella? No. Aquél era un lobo macho, estoy casi seguro. Pero...¿y si realmente mi vista se equivocó? Si es así, ¿qué relación tiene con el tigre para que este guarde una foto suya? Bien, ya me picó la curiosidad. La voy a seguir.

Me levanté dejando las cosas ahí mismo y corrí tras la loba que ya iba bastante lejos, obviamente guardando cierta distancia para que no se hiciera tan obvio que la estaba siguiendo. Aunque inevitablemente le perdí el paso unas calles más delante, y no la juzgo, trota demasiado rápido para mis cortitas piernas. Eso si, mi mente grabó la ruta que había tomado y, si no me equivoco, por ahí mismo se encontraba el gimnasio de Carlos.

Llegar hasta allí fue más simple ya que me sabía el camino. Cuando quedé al frente de este, me agaché un instante para poder recuperar todo el aliento que perdí producto de la agotadora carrera. Las gotas de sudor que habían pegado mi cabello a mi frente, caían una y otra vez sobre mis zapatos y mi pecho no dejaba de agitarse.

—Uff...¿Cómo cuánto hace que no hago ejercicio...?

Comenté para mi mismo tosiendo un par de veces. Minutos después ya se me había pasado un poco la agitación y pude volver a incorporarme sin mucho problema. Al hacerlo miré directamente la fachada del gimnasio.

—¿Habrá entrado ella aquí?

Decidí comprobarlo asomándome por los cristales de los grandes ventanales que daban vista al interior del lugar. Allí un gran número de animales yacían ejercitando sus cuerpos en los diversos equipos diseñados para eso. Un rinoceronte levantando pesas por aquí, varios osos trotando en las caminadoras por allá, pero todavía no tenía señal alguna de la loba que estaba buscando.

Aunque claro, sólo estaba mirando la parte de la derecha. Cuando giré mi vista hacia la izquierda, por inercia, mis ojos se fueron directamente hacia un pelaje naranja rayado que conozco bien. Carlos se encontraba ahí sosteniendo una libreta de apuntes en sus manos, al parecer estaba platicando con alguien que no podía identificar porque otro animal estaba parado al frente. Pero cuando este se apartó, ví que se trataba de la chica.

DEPREDADOR [Gay/FurryxHumano] +18.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora