Adrián:
...
—Urrgh...Como odio los disfraces. ¿Adrián, me puedes explicar por quinta vez el porqué salimos a pedir dulces? Te recuerdo que tengo cuarenta y seis. Ya no soy un niño.
Solté una pequeña risita ante el nuevo comentario de Carlos. Realmente nunca cambia aunque pasen mil años. Es un aguafiestas sin remedio en lo que a diversión se trata. Cuando acepté el reto de Heimy de convencer a Carlos para salir a pedir dulces este 31 de Octubre, no pensé que él lo aceptaría tan rápido. Por eso pensaba que iba a estar más emocionado cuando llegara el momento. Aunque, creo que su idea de pasar tiempo conmigo era diferente en su mente. Hace rato que salimos a dar una vuelta por el pueblo y no ha dejado de quejarse ni por minuto. Aproveché para mirar el interior de la calabaza embrujada que traía colgando en su mano. Quizás es por su falta de entusiasmo el que no haya recolectado tan siquiera ni un solo dulce en toda la noche. En cambio a mi sí me habían dado en varias casas porque la gente pensaba que estaban haciendo algún challenge de Internet o algo así.
—Aw, vamos. No seas cascarrabias, Carlos. Además, ese disfraz te queda perfecto. ¿Ves? Desde que salimos de casa los otros animales no han dejado de mirarte.
Expresé echándole un vistazo alrededor con diversión. Obviamente soy su marido. ¿Cómo no iba a darme cuenta de que, tanto los niños como los padres que los acompañaban, se quedaban mirando boquiabiertos cuando pasábamos cerca de ellos? Algunos adultos hasta sacaban su celular para tomar fotos del tigre. Y es que sí. Haber hecho que él se disfrazara de Batman fue una de mis mejores ideas. Era el único traje de toda la tienda que se adecuaba a su tamaño y proporción del cuerpo, y también lo había escogido puesto que tengo un crush desde la infancia por ese superhéroe. Aunque eso no se lo he dicho, claro está. Detrás de su súper máscara supuse que Carlos giró los ojos y gruñó ante mi comentario como si se lo hubiera tomado de mala manera.
—Claro. Supongo que debo verme ridículo.
Masculló.
—Bueno. ¿Qué podrías pensar de Mauro a quien Bruno obligó vestir como la Mujer Maravilla?
—Ya me lo puedo imaginar. Pero dudo que su disfraz sea más incómodo que el mío. ¡Esta tanga me está comprimiendo los testículos! Además, siento que la gente no para de observar mi maldito trasero.
—Sólo son ilusiones tuyas. Nadie está mirando tu trasero.
Como mi disfraz era el de un mago y este no revelaba nada de mi cuerpo, le dije seguro de mis palabras mientras cerraba mis ojos disfrutando del aire y el ambiente festivo de la noche. La ciudad se veía increíble. Por cada lugar que miraras había calabazas encendidas, fantasmas, arañas y esqueletos como decoración. También luces parpadeantes de color naranja y música espeluznante. Es una lastima que nuestros amigos no estuvieran aquí. A veces olvido que ahora vivimos en Colinas del Norte.
—"¡Oye, Batman, lindo trasero!"
Gritaron por lo que abrí mis ojos de repente. Rápidamente observé que la culpable de ello había sido una chica que junto a tres más, pasaron cerca de nosotros riéndose como colegialas urgidas y comiéndose a Carlos con la mirada. Fruncí el ceño pensando que me había puesto verde. No puedo negar que sentí unos celos bestiales, pero desafortunadamente ya iban demasiado lejos como para que pudiera agarrar a alguna del cabello y darle lo que se merece por atrevida.
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DEPREDADOR [Gay/FurryxHumano] +18.
Roman d'amour‼️ATENCIÓN‼️ ¡Todos los personajes que aquí aparecen son MAYORES DE EDAD! Si el lector que está leyendo es menor de 19 años, por favor pido que deje de leer el libro para no causar problemas a futuros. ¡Esta historia no está destinada a PÚBLICO MENO...