El calor del ambiente hizo correr una gota de sudor por la sien de Dans, el ruido de los insectos y de los millares de criaturas extrañas que debían de arrastrarse por el lodo del pantano y la ciénaga colmaba los oídos.
Al frente y a unos quinientos metros, las tropas gungan se aglutinaban en un claro que daba inicio a las praderas septentrionales; había de todo, lanceros, artilleros, máquinas de guerra, portatropas e incluso un pequeño puesto de control en forma de plataforma elevada cuatripode. Más al fondo, las tiendas de campaña guardaban los suministros necesarios para la invasión, pero infiltrarse en ellos era demasiado complicado, Dans desechó la idea porque simplemente no podían hacerlo, así que optaron por una solución más sencilla y más útil para que Jar Jar pudiese acercarse a los gungan.
Solo esperaban que el disfraz funcionara a la perfección, porque si la increíble similitud del torpe gungan con el jefe Lyonie no funcionaba, entonces Naboo entraría en una terrible guerra civil que lentamente escalaría hasta convertirse en un frente adicional de la guerra de los clones.Anakin suspiró, miró a Dans y le hizo una seña con los ojos, este asintió y se desplazó con sigilo hacia el costado derecho acercándose hacia la zona con la guardia gungan más débil. Por su parte, el jedi avanzó con Jar Jar hasta los límites de la ciénaga con el claro y se cercioró de que toda la vestimenta estuviera puesta correctamente para hacer más creíble el espectáculo.
Cuando estuvieron a suficiente distancia, esperaron y pronto el ministro Loo hizo su aparición entre las filas de guerreros; siguieron de cerca sus pasos con la vista y lo vieron ascender a la plataforma a través de una rampa que apuntaba hacia el occidente del planeta, actuaba tan naturalmente que casi parecía ser una persona inofensiva..., pero nada de eso era verdad. Se paró, alzó la voz y llamó la atención de las tropas apostadas ahí mismo.—¡Es un día triste para todos los gungan! —dijo el ministro—. Nuestro amado líder, el jefe Lyonie, ¡estai muerto! —la noticia impactó en las tropas, un mar de murmullos y suspiros nerviosos se hizo presente, como si atisbaran una futura crisis; toda una carne fresca lista para ser mordida con suavidad.
»¡Debeimos obedecer su última orden! —continuó—. ¡Y preipararnos para nuestro ataque contra Naboo! Marchairemos con el ejército separatista en Theed.«¡Muerte para Naboo», vociferaron las tropas, el resentimiento y el desprecio oculto se manifestaron repentinamente y Rish Loo lo contempló triunfante.
—Gungans idiotas —murmuró Dans para sí mismo; aunque sabía que erraba al ser prejuicioso con esa especie a causa de las malas impresiones que se llevó de Jar Jar, no podía evitar ver incoherencias y torpezas en los demás miembros, aunque, al menos, el jefe Lyonie le pareció ser alguien muy sensato. En ese sentido, quizás era el primer gungan que le caía bien, a pesar de no conocer a muchos.
A unos veinte metros a su derecha, Anakin ya se encontraba en posición, ultimó detalles y dio las indicaciones correspondientes a Jar Jar, pero su rostro enseriado daba a entender que aún poseía una pizca de inseguridad en su interior.
—Esto malo, muy malo —se lamentó el gungan con una expresión cobarde.
Anakin frunció los labios y evidenció molestia, no era el momento para dudas y la actitud del gungan dejaba mucho que desear.
—Ve allá y detén el ataque —le dijo.
—Misa mejor se va —contestó Jar Jar.
—Tú sí, pero el jefe Lyonie, no. ¡Ahora hazlo! —y lo empujó hacia adelante con la suficiente fuerza como para que el gungan trastabillara y saliera de los juncos y altos pastos hacia el exterior.
Rápidamente se hizo notar.
—Es el jefe Lyonie, ¡estai vivo! —señaló uno de los guerreros apostado frente a la plataforma.
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Fuego Estelar: A Star Wars Fan History II
Science FictionLa Guerra de los Clones continúa; la República comienza a perder la estabilidad y a presenciar más de cerca los horrores de la guerra. Dans Ryder se deberá enfrentar ahora a las dificultades de haber escogido un bando y se verá obligado a sobrevivir...