Capitán

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     «Cada vida que tomamos es una deuda, chico, y tarde o temprano habrá que pagarla».

     El ruido de un disparo, el crepitar de las llamas y el golpeteo de la lluvia sobre la piedra negra. Luego solo hubieron sombras... Y silencio.

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     El frío de la madrugada golpeó a Dans en el rostro cuando el sueño oscuro llegó a su fin, este se estremeció y despertó. Tenía los ojos exhaustos, aun cuando había descansado durante varias horas, pero no era tanto por lo físico: su mente estaba inquieta. Ese día iban a partir hacia Umbara, la nueva campaña que la República había abierto en la Región de Expansión. Se sentía desganado de ir a un lugar tan extraño y recóndito y que a juzgar por las imágenes que había podido consultar, también sumamente oscuro e impredecible.
     Las dos semanas de descanso habían transcurrido en un abrir y cerrar de ojos, el entrenamiento de Nema no solo había empezado a dar resultados, sino que le ayudó a mejorar un poco sus reflejos. Aunque seguía siendo incapaz de acostumbrarse por completo a los sables de luz, era claro que estaba comenzando a dominarlos. No caería mal después de todo, a pesar de que era obvio de que no usaría ese tipo de armas, estaba cada vez más en condiciones de hacerle frente a un jedi siempre y cuando este no usara la Fuerza... y si así lo hiciera, entonces Dans todavía su cristal de Mortis, quizás ahora la única prueba real de la existencia de ese extraño mundo en toda la galaxia y el universo.

     Se sentó en el borde de la cama, sus pies tocaron el frío piso y apoyó los brazos en las piernas con suma pesadez. Había tanto en que pensar y tanto que hacer, tanto que enfrentar... Apretó los puños cuando recayó en su conflicto, ¿cuánto habían cambiado las cosas desde que llegó? ¿Qué haría? ¿Olvidaría su pasado? ¿Dejaría las cosas ir así sin más...? No es que le quedara algo en la Tierra, pero...

     ―¿Dans...? ―la somnolienta voz de Lara llegó a él con un suave hálito de calor, se giró hacia él y posó una mano sobre su espalda; la yema de sus dedos se encontró con las cicatrices que decoraban dolorosamente su piel―. ¿Otra vez no puedes dormir...?

     ―Lo siento, no quería despertarte ―contestó, aún con la mirada gacha. Ella se asió en la cama y lo rodeó con sus brazos antes de apoyar su rostro en el hombro derecho del teniente.

     ―Shhh... Descuida, está bien ―le dejó un suave beso en la espalda―. Ya sabes que no tienes de qué preocuparte. Yo estoy aquí.

     Dans sonrió con un poco de felicidad, con un poco de tristeza, pero sonrió y cerró los ojos. El calor del cuerpo desnudo de Lara logró llevarle una sensación que no había sentido en mucho tiempo, una que estaba escondida entre lo más profundo de su ser, perdida entre los recuerdos extraviados... ¿Qué era? ¿Dónde fue que...? La brisa de la selva pareció susurrarle un canto al oído y, por una fracción de segundo, pudo ver de nuevo los altos muros de piedra y a las raíces de los árboles que se enredaban en ellos, los altares de fuego, las estelas complicadas, el fresco río con sus vetas de jade y oro en el fondo... y a la gente... tan tranquila, tan calmada, viviendo sus vidas bajo la sombra del gran templo...
     Una pequeña lágrima cayó por su mejilla y terminó golpeando suavemente el brazo de Lara que le rodeaba el torso. Ella lo sintió y se preocupó, y se movió a su lado para poder verlo a los ojos. El rostro de Dans era una sombra de su melancolía, un suspiro, un dolor. Sabía que él se guardaba cosas, algunas por voluntad propia, otras simplemente porque no podía recordarlas, y no lo culpaba, pero se sentía impotente al verlo así y no poder hacer algo.

     ―Lo siento, cariño ―dijo Dans, recuperando el vigor―. Solo fue un mal sueño...

     ―Como siempre los tienes  ―susurró Lara. Cernió su propio peso sobre él y lo hizo regresar a la cama. Las colchas se arremolinaron alrededor suyo y ella lo acunó con cuidado mientras acariciaba sus oscuros cabellos. Dans se dejó llevar como si fuera viento y escondió su rostro entre los senos de la twi'lek antes de rodearla con sus fuertes brazos―. Hasta los más rudos tienen sus problemas y temores, ¿no es así?

Fuego Estelar: A Star Wars Fan History IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora