Paseo de Aguas

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     El distrito Uscru era, sin duda, el lugar más lujoso del toda la ecumenópolis de Coruscant. A simples rasgos, parecía ser extremadamente caro, un lugar en el que solo la gente más acaudalada podría permitirse derrochar el dinero en todo cuanto quería, y en parte así era, pero si uno sabía buscar bien y ser muy agudo podía gastar solo un poco más de lo normal. Y todo por la misma experiencia, que era lo que a él le importaba que disfrutase su acompañante.

     El aerodeslizador era un modelo de lujo, en cuanto Dans lo había visto, lo había escogido para la cita. Convencer a Obi Wan no fue difícil, él parecía presto a ello desde el inicio, solo le pidió que lo cuidara bien porque era algo del Templo y, desde luego, no le iba a decepcionar.
     El viento pasó suave por sus rostros a pesar de encontrarse en las alturas de Coruscant, la vista era perfecta, hermosa, divina; Lara jamás había podido ver la enorme ciudad-planeta desde ese ángulo y de esa forma, nunca había pensado que un paisaje tan bello era capaz de existir fuera del mundo de los sueños. Los enormes rascacielos, con sus paredes de espejos, luces, marcos y cornisas adornados de brillantes colores que saltaban entre el azul, blanco y dorado, flanqueaban el paso, presumiendo espaciopuertos con suelo de cristal puestos en las cimas de los hoteles más caros, todo era simplemente increíble. Habían cúpulas de mármol rematadas con estatuas de oro, arcos de entrada decorados con joyas preciosas y grandes relieves tallados en piedra por los más finos artesanos de la galaxia que contrastaban con la tecnología a su alrededor, lo que le dotaba de un aire único.

     La propia gente que llegaban a ver descendiendo de sus cruceros personales en los distintos espaciopuertos, almorzando en alguna de las terrazas de los restaurantes más pomposos del lugar o simplemente brindando en copas talladas en diamantes blancos mientras contemplaban la vista desde los balcones de los rascacielos, eran todos de la más alta alcurnia y denotaban sus riquezas a través de joyas multicolores, vestidos carísimos, extravagantes arreglos y acompañantes igual de regios de esos que solo las realezas podían permitirse.

     ¿Ese mundo siempre había existido todo este tipo encima de las cabezas de todos en los Niveles Bajos? Lara comenzaba a darse cuenta de que sí, pero en lugar de pensar en lo malo e injusto de la jerarquía social, hizo caso a las palabras de Dans: «disfrutemos el día», y se dejó llevar por la hermosura que deleitaba sus ojos y la dejaba boquiabierta conforme se dirigían a su destino.

     Viajaron por una gran avenida reservada exclusivamente para la gente importante, diplomáticos, ricos, nobles, etc., por lo que nunca tuvieron problemas de tráfico; Dans no pudo evitar inclinarse al borde del aerodeslizador para mirar hacia abajo y ver las vastas aero-autopistas populares saturadas al tope por todo tipo de vehículos. ¿Qué clase de cita permitiría soportar el tráfico de la ecumenópolis? Ninguna que quisiera ser perfecta. Las ventajas de ser un allegado cercano a la Orden Jedi realmente abrían muchas puertas y daban muchos privilegios, privilegios que era una pena no aprovechar de vez en cuando.

     Giraron hacia la derecha, en dirección a un espaciopuerto privado del que por sus bordes caían las ramas gráciles de algunas plantas a modo de jardín colgante. La plataforma circular era amplia, suficiente como para que dos vehículos aparcaran al mismo tiempo, pero desde luego solo se permitía uno. Lara sintió un poco de nervios al ver el extravagante edificio al que el puente aéreo con piso hecho a base de lozas plateadas los conducía: una magnificencia de la arquitectura que combinaba la riqueza vegetal con los soportales de metal, era de esos edificios que te presentaban una temática y este se había enfocado en la selva de algún planeta rebosante de verde.

     El lugar en cuestión era uno de esos restaurantes de lujo que casi la mayoría de la gente en Coruscant no podía permitirse pagar, lo supo desde el instante en que R2-D2 estacionó el aerodeslizador y un droide mayordomo enchapado completamente en oro se acercó a recibirlos un poco presuroso. Dans sonrió, le entregó una tarjeta azul al autómata y este la leyó, casi de inmediato llamó a sus asistentes para que preparasen su reservación y se volteó para abrirles la puerta del vehículo a ambos; como era de esperar, inició con Lara, la twi'lek salió con un poco de timidez y se quedó de pie mientras el droide  hacía lo mismo con su pareja.
     Cuando estuvieron juntos delante del aerodeslizador, el droide amablemente los invitó a seguirlo al mismo tiempo que le indicaba a uno de sus ayudantes que le diera la dirección a R2-D2 del aparcamiento privado donde pudiera llevar el aerodeslizador y esperarlos hasta que terminara la su estadía en ese lugar. El primero de varios.

Fuego Estelar: A Star Wars Fan History IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora