La pierna de Lauren se movía de arriba a abajo mientras su zapato golpeaba contra el piso recubierto de una alfombra azul oscura de aquella sala de espera. Estaba incómoda. Lo único que le apetecía hacer era terminar con el asunto de una vez para poder volver a casa. Sintió la mano de Camila posarse en su rodilla y se giró a verla. La castaña le sonrió.
-Será rápido, no tienes por qué estar nerviosa.- Dijo.
-No estoy nerviosa.- Discutió acomodándose en aquella silla que parecía ser demasiado pequeña para ella- Es solo que...es raro.
-No me digas que jamás lo has hecho antes.- Camila rodó los ojos.
-Claro que sí, pero no aquí.
-Lauren, es una consulta médica.- Le recordó dónde estaban- Entrarás allí, harás lo necesario para obtener esa muestra y luego podemos irnos a casa.
-Tengo una mejor idea.- Dijo la ojiverde- Porque mejor no nos vamos ahora.- Propuso- De seguro está todo bien con nosotras y podemos seguir intentando en casa sin perder más tiempo.- Dejó de hablar en cuento su esposa le dio una seria mirada- Bien.- Se rindió.
-Mis pruebas son del otro lado así que nos vemos después ¿Si?
Lauren solo asintió y recibió un beso de parte de su esposa antes de verla desaparecer por el pasillo. La incomodidad creció cuando una enfermera dijo su nombre y le entregó un frasco de plástico mientras la guiaba hacía un baño para tener más privacidad.
¿Qué tanta privacidad podía tener si todo el mundo allí sabría exactamente lo que ella estaría haciendo tras esa puerta?
Ojeó un par de revistas que había allí dentro a modo de ayuda, pero nada de eso sirvió así que cerró los ojos y usó su imaginación con Camila para poder terminar con ello lo más rápido posible. Cuando salieron de aquel edificio lo que pareció ser una eternidad más tarde, por fin sintió que podía relajarse y respirar con normalidad.
-¿Qué les tomó tanto tiempo? .- Presley preguntó mientras abrochaba su cinturón de seguridad en la parte trasera del auto.
-Tuvimos algo que hacer cariño.- La castaña explicó sin más rodeos- ¿Qué tal la escuela?
Con aquella pregunta, Presley y Cyrus tuvieron luz verde para comenzar a hablar sin parar. Ella se limitó a escucharlas con atención mientras conducía a casa de su padre. Billie había decidido que aquel era un buen día para cenar todos en familia como hace mucho no hacían así que la casa estaría repleta.
-¿Cómo fue? .- Preguntó Leví mientras le tendía una cerveza fría.
-Horrible.- Respondió sin rodeos.
-No pudo ser tan malo.- El castaño rió.
-Si tuviera 15 años otra vez y mi único pensamiento fuesen las chicas y follar como los de cualquier otro adolescente hormonal, quizás lo hubiera disfrutado.
Leví estalló en carcajadas y a Lauren no le hizo gracia alguna. Aprovechó la oportunidad para cambiar el tema de conversación al no ver a Jonah cerca y sin más preguntó por el chico de catorce años. La madre de su sobrino y su nuevo novio planearon un viaje de dos semanas a Europa así que en ese momento Jonah debía de estar en un avión camino al continente europeo.
Por supuesto, Leví no estaba muy contento con la idea de no ver a su hijo durante dos semanas, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto más que aceptarlo. Después de un extensa charla respecto a la paternidad entre los hermanos Jauregui, Lauren comenzó a extrañar a su esposa y la buscó entre los presentes sin tener éxito.
-¡Cuidado! .- Escuchó a Cyrus exclamar mientras pasaba corriendo como un torbellino a su lado.
-Hey, hey, más despacio.- Dijo deteniendo su acelerado andar al atraparla con su brazo- ¿Adónde vas con tanta prisa?