CAPÍTULO UNO

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Sweet Blood, así se denomina la celebración que conmemora la exterminación vampírica en el pueblo de Sina. Un precioso lugar que se encuentra en un predio rodeado de bosques y paisajes montañosos. 

Este festejo se lleva a cabo cada 31 de Octubre en honor a una vieja leyenda que relata como seres inmortales visitaban a la comunidad, asesinando a cualquier persona que se atravesara en su camino. Hasta que la llegada de un consejo conformado por brujos, acabó con cada criatura sentenciando a los inmortales a la muerte. O, eso hicieron creer a Mikasa. 

Mikasa cumplía el mismo día que la celebración Sweet Blood pero sus cumpleaños no eran los mismos desde la accidental muerte de sus padres. Añoraba profundamente su compañía, las noches y paseos familiares. Por lo tanto,  planeaba pasar la noche en su casa, dentro de su habitación o simplemente cenar con su abuela, el único familiar que le quedaba. Sin embargo, sus tres amigas de preparatoria no estuvieron de acuerdo con sus planes y no tardaron en entrometerse hasta que cambiara de idea.

Obligada a sentarse en el gran sofá del living, inhaló profundo y cerró sus ojos preparada para recibir sus reproches.

—¡Vamos Mikasa! Solo festejamos tu cumpleaños —su adorable amiga Historia fue la primera en reprochar—. Volveremos antes del amanecer.

Adivinando quién sería la segunda persona en dirigirle la palabra, se acomodó sobre él sumido sofá y cruzó ambas piernas imitando la posición de yoga.

—Yo sugiero que debemos pasar la noche en un bar y tomar cerveza —Hange acomoda el lente que resbala en su tabique—. Solo nosotras cuatro.

Se toma tiempo para meditarlo.

—Está bien, ustedes ganan —acepta, pero dirige su mirada a su mejor amiga—. ¿Tú qué dices, Annie?

Negarse no era una opción adecuada, porque ninguna la dejaría tranquila pero no tomaría ninguna decisión precipitada sin que Annie la acompañara. 

—Si se trata de beber cerveza acepto —respondió la rubia con expresión desinteresada. Conociéndola, Mikasa no tardaría en indagar qué sucedía—. Tengo ganas de estar ebria esta noche.

Liberando un largo suspiro, deja de cruzar sus piernas y se pone de pie, colocando ambas manos sobre sus caderas. Soportar su propio cumpleaños era aceptable, sólo era bailar, beber y luego irse a casa a dormir. No obstante, detestaba ser partícipe de la celebración Sweet Blood. Todos debían vestir de dos colores, negro y rojo, además, obligatoriamente debían quedarse hasta la media noche en la plaza principal. De otra manera, se perderían los fuegos artificiales. 

Participar del festejo implicaría traer recuerdos dolorosos de sus padres pero teorizaba que quizás la compañía de sus amigas apartaría su tristeza por una noche.

—¡Si! —exclamó Hange entusiasmada—. ¡Las amigas alcohólicas están de vuelta!

Inmediatamente rodeó el sofá, saliendo del living directamente hacia las escaleras que conducían a su habitación. Todas se quedaron observándola expectantes de su abrupta actitud.

—¿Qué miran? ¿Me ayudarán a elegir un atuendo o simplemente se quedarán en el living? —sube dos escalones más hasta detenerse nuevamente—. Si no me ayudan cambiaré de opinión.

—¡Claro! —contestaron todas al unísono, corriendo hacia ella como si necesitaran de su orden para moverse de sus lugares.

Luchar contra sus amigas se comparaba a intentar derribar un gran mural de hierro con tu puño. Ellas eran tan extrovertidas que su propia introversión impedía que se negara ante cualquier petición. Aún así, agradecía tener amistades que comprendan su dolor y se preocupen por su bienestar.

Sweet BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora