CAPÍTULO VEINTIOCHO

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PIECK

El pueblo Sina siempre estuvo condenado por los dioses Celtas. Tenía la peculiaridad de poseer habitantes pocos ortodoxos sin respeto alguno hacia los demás. Un pueblo sumergido en desgracias por los reiterados asesinatos que ocurrían. Durante largos años, dichos dioses mantenían un control de las actos que realizaban los humanos. De hecho, una vez tomaron la decisión de esparcir el rumor a los pueblos vecinos que el pueblo Sina no existía y que solo era un mito. ¿La razón? Nadie podía ingresar y salir vivo de ese lugar. Los dioses debían proteger la vida humana.

Cuando los visitantes curiosos intentaban corroborar si las teorías eran ciertas, los mismos dioses se encargaban dispersarlos del camino. Su costumbre más común era provocar un espejismo cuya ruta era cubierta por bosque o campo.

Toda rebelión dentro del pueblo tenía un líder. Afortunadamente ese líder tenía una familia que dio fruto a una niña a quién llamaron Pieck. Una hermosa, angelical e inocente que trágicamente fue obligada a cometer los mismos actos que su padre. 

Pieck debió presenciar en carne propia como su madre fue ejecutada por su padre, solo por desobedecer una orden: negarse a tener sexo. Tal muerte le provocó un grave daño emocional más un trauma que le costaría lentamente superar. 

Por esa razón, deseando que el calvario tenga un fin, intentó encontrar una manera adecuada de escabullirse para escapar del pueblo e ir a otro implorando ayuda. Su plan consistió en que su padre debía ser capturado y puesto en prisión con cadena perpetua. Afortunadamente, Pieck logró su cometido pero un día antes de partir, durante la madrugada se arrodilló en el medio del bosque y rogó a los dioses, a quien veneraba, que iluminen su camino y la cuiden de cualquier peligro. 

Los dioses, quienes admiraron su inteligencia y valentía, accedieron ante su petición ya que observaron a la chica desde su nacimiento sin que lo supiera. 

Pieck tuvo éxito, se infiltró en el pueblo vecino y encontró una comunidad, la cuál se apodaban como "El consejo", para pedirles ayuda y hacer justicia. Los integrantes aceptaron inmediatamente a cambio de que Pieck sea parte de su comunidad como una nueva bruja. La fémina no tardó en aceptar pero jamás pensó que todo empeoraría.

El trato de Pieck pactó formar parte del consejo a cambio de que arrestaran a su padre, pero los brujos la subestimaron. El consejo asesinó a todo habitante del pueblo Sina, tomando el poder de esas tierras para comenzar desde cero.

El pueblo fue remodelado para que pareciera un lugar pacífico aunque durante las noches se convertía en el mismo infierno. El consejo en cubrían sacrificios ocurridos durante las madrugadas. No sacrificaban personas sino las criaturas que capturaban. Especies qué, según su criterio, eran sumamente nocivas:  vampiros, licántropos, demonios, etc. Por esta razón, cualquier nuevo habitante era bien recibido pero a la vez advertido, aconsejando de que no debía salir durante la madrugada si escuchaban gritos, principalmente si surgían del bosque.

Como el miedo se esparció, ninguno de ellos sabía que los principales monstruos eran los mismos gobernantes. Pieck no entendía como sus dioses permitieron que la subestimen de tal manera. Cada noche parecía interminable. La población humana del pueblo seguía creciendo al mismo tiempo que los sacrificios a las bestias. Una vez se atrevió a preguntar al consejo el propósito de exterminarlos, pero no obtuvo una respuesta inteligente. La contestación que recibió fue "Porque así lo dictan nuestras creencias paganas". 

Entonces Pieck llegó a la conclusión de que la secta de brujos era ignorante e insignificante. Las creencias pagaban que afirmaban era una simple excusa para encubrir su ambición de poder político. En otras palabras, una total falta de respeto hacia los dioses.

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