CAPÍTULO VEINTISÉIS

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ORÍGENES DE LOS LICÁNTROPOS, PARTE 1

ZEKE

El origen del primer licántropo macho tuvo lugar en la Mitología Griega. Existió un poderoso rey de Arcadia llamado Licaón, quien mantuvo largos años su reino lleno de prosperidad, armonía y riquezas. La pobreza no existía y la escasez de comida era desconocida. Sin embargo, Licaón no era tan piadoso como describen, la crueldad corría por sus venas, nadie podía salir de los límites del reino y nadie debía ingresar dentro de sus tierras. 

Sus argumentos se basaban en que toda decisión que tomaba era en honor al mismo dios Zeus. Tanta era su fascinación y adoración al dios del rayo que todo desconocido que llegaba a las puertas del reino era ejecutado como ofrenda al dios del Olimpo. 

No obstante, las personas no vivían en armonía, y su curiosidad por el mundo exterior era tan grande que las voces comenzaron a correr por cada rincón con el placer de informar lo que el rey provocaba al negarles la libertad. 

El comunicado se esparció en casi todo el mundo hasta llegar al Olimpo,  dónde Zeus, al tener conocimiento de las actividades de Licaón, decidió bajar el mismo a la tierra con la intención de comprobar si las teorías eran ciertas. 

Supo que Licaón ejecutaba a cualquier persona, incluso a los vagabundos que imploraban tener un hogar. Así que Zeus no titubeó en tomar forma en uno de ellos. Quería comprobar si el rey era lo suficientemente inteligente para darse cuenta de que un dios intentaba pisar sus tierras. Licaón no dudó en querer asesinar al vagabundo que se atrevió a caminar hacia las puertas, pero antes de hacerlo, rápidamente fue informado de que la aparición del vagabundo  fue tan abrupta que evidenció la identidad del dios del Olimpo.

Zeus fue recibido en los recintos del rey con un gran banquete. Desafortunadamente las cosas no salieron como esperaban. Licaón también era genocida con los niños sin hogar, por lo tanto, ideó un plan para provocar una broma a Zeus, ofreciéndole carne humana de los mismos niños que asesinó; esperando a que dicha broma sea de agrado a su invitado. 

El dios del Olimpo fue consciente no tardó en darse cuenta y decidió castigar a Licaón, pero no sólo al genocida que portaba la corona, también a toda su descendencia.

La maldición consistió en cosechar lo que Licaón sembró. Como el rey asesinaba sin piedad pero no comía carne humana, entonces sería condenado a convertirse en licántropo por las noches. Convirtiéndose en esclavo de la luna llena como castigo. Dónde su único objetivo era asesinar a todo aquel que se interpusiera por su camino. De este modo,  comería la carne humana que se negó a digerir luego de matar a seres inocentes.

Licaón tuvo descendencia pero esta desapareció inmediatamente debido a la maldición. ¿La razón? Las mismas personas de los alrededores los capturaron para ejecutarlos en nombre de los Dioses. 

Pero una familia logró escapar, una pareja cuya unión dió fruto a un niño. Lastimosamente aquel escapé llegó a su fin cuando fueron encontrados ocultando algo en el bosque. Los pueblerinos no dudaron en cortarle las cabezas a la pareja pero sus deseos de venganza los cegó de otro detalle sumamente importante. Ninguno se tomó el tiempo de ver que habían ocultado sus víctimas. 

El niño fue ocultado dentro de un tronco hueco caído sobre la tierra. Un anciano hechicero fue quien lo encontró. El niño apenas tenía nueve meses de nacido. Afortunadamente el hechicero lo adoptó junto a su mujer. Ambos lo llamaron Zeke.

Zeke vivió en armonía y paz hasta cumplir la edad de 25 años. A pesar de ello, le resultaba extraño que su padre no envejeciera, tampoco su madre. Además, todos los días  notaba que su piel, apariencia y rasgos faciales no eran similares a sus padres. Dudó de sí mismo durante un par de meses hasta que exigió que la verdad sea contada. 

Sweet BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora