Sweet Blood

CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

MIKASA

Antes de ser retirada del sótano, recibió una bofetada de parte de Hange como venganza por haber golpeado a Erwin. Al parecer fue subestimada, la sangre de Erwin poseía una droga que la obligó lentamente a debilitarse, incapacitándola para defenderse al momento de ser trasladada al altar. Para colmo, fue despojada despiadadamente de su ropa haciéndola quedar solamente en lencería. Sus ojos apenas percibían quienes la rodeaban, o eso quería crecer, pero fue recostada sobre una extraña camilla de emergencias de madera y elevada por cuatro personas, que sostenían la misma sobre sus hombros; siendo trasladada como sacrificio.

Debido a su debilidad no pudo mover sus brazos y piernas excepto su cabeza. A medida que la transportaban al exterior, los tambores anunciaron la apertura del ritual. Afuera, la noche era iluminada únicamente por la luna, tal resplandor alumbraba un gran altar que consistía en una enorme figura de paja en forma de ser humano y debajo del mismo, una roca con cuatro cadenas. 

El lugar estaba en penumbras pero la fogata central, junto a la enorme figura de paja, evidenciaba la presencia de cierta cantidad de brujos enmascarados y cubiertos con túnicas negras que rodeaban el altar formando un gran círculo. 

No había luz eléctrica, solo el fuego central. Eso la perturbó por lo que pudiera llegarle a pasar. La temperatura había descendido y comenzado a congelar cada rincón de su piel. Sus tobillos fueron fuertemente encadenados así como su muñeca derecha, pero la cadena de su muñeca izquierda no fue asegurada. Extrañada por la situación, Mikasa movió disimuladamente su cabeza a un costado, encontrando a la persona menos esperada. Annie había conseguido infiltrarse y a pesar de que la capucha de su túnica ocultaba parte de su rostro, su mejor amiga tornó un par de segundos sus ojos celestes a rojos, permitiéndole saber que no solo la rescataría sino todo su clan.

Perturbada por el ritual, se preguntó en qué momento aparecería Levi. Desafortunadamente sus pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de una agrupación de cinco Druidas, no necesito adivinar cuál era las funciones de esos ancianos, su madre una vez le había mencionado acerca de los sacrificios. 

Druidas Celtas, siete ancianos que eran liderados por un principal, el padre de Hange. A diferencia de otros, estos ancianos vestían una túnica blanca y sus rostros no estaban enmascarados. Portaban algunos muérdagos entre sus manos a excepción del padre de Hange, él tenía ambas manos liberadas y apuntando al cielo. Con la mirada puesta en la luna y cuando los tambores se callaron, el hombre prosiguió a dar su sermón.

—Nuestros dioses nos bendecirán con este sacrificio —empezó a decir—.  Hace muchos años los druidas hemos sacrificado criminales en este mundo en honor al dios de la muerte. Criminales con poderes sobrenaturales que solo traían calamidad a este mundo, impidiéndonos ser más poderosos para nuestra comunidad. Cada treinta y uno de octubre entregamos al dios de la muerte Samhain,  híbridos mitad vampiros y mitad brujos pero ¿Qué obtuvimos a cambio? Barbarie, crueldad y además, la maldición de nuestra diosa de la Luna. Entonces nos preguntamos qué hicimos mal y qué era lo correcto —el anciano cerró los ojos—. Los clanes vampíricos fueron los principales causantes de todas estas consecuencias, ellos nos negaron saber la principal verdad. La maldición de Sweet Blood no solo tenía como objetivo proteger a los híbridos, sino volver a cada vampiro capaz de caminar bajo la luz del sol sin necesidad de quemarse. Por esa razón, todos los inmortales accedieron a involucrarse en la maldición. Ellos perjudicaron nuestro pueblo y nuestra comunidad para su propio beneficio. 

—Levi… —susurró Mikasa pero un "haz silencio, Mikasa" de parte de Annie la obligó a callarse.

¿Entonces los vampiros estuvieron mintiendo todo este tiempo? Se preguntó a sí misma ¿Levi solo la protegía para salvarse a sí mismo? No, ese anciano solo alardeaba.