(Meme)
Martes, 28 de diciembre, 2021
La alarma de mi teléfono suena, al mismo tiempo que emite una vibración. El volumen es fuerte, pero lo escucho de inmediato y lo apago a los dos segundos. Ya son las seis de la mañana.
Me encuentro boca arriba, dejando que lo poco de luz que hay me pegue en la cara apenas entra por la ventana que da a la calle. Doy un respiro profundo y me despabilo frotando mis ojos mientras bostezo. Después, volteo a mi izquierda.
Víctor sigue dormido en la misma posición que lo vi anoche, de lado y abrazando mi abdomen con su brazo izquierdo. Su cabello está despeinado y parece que sigue dormido, cada respiración que da es profunda y suave.
Ya lo había visto dormir antes, pero a diferencia de las otras veces dónde apenas dormíamos con una cobija y en el suelo, es muy diferente a dormir dentro de una casa y en una cama, donde no tienes que estar alerta todo el tiempo. Su tranquilidad hace que quiera seguir acostada, pero tengo que levantarme.
Lentamente me destapo y me aparto poco a poco hasta que su brazo ya no me rodea. Finalmente puedo ponerme de pie, coloco las cobijas como estaban antes y me siento en la orilla.
Me mantengo viendo el suelo, volteo a Víctor rápidamente y regreso al suelo, intentando no sonrojarme; mi pulso se acelera un poco y mis piernas tiemblan.
El pensar que en realidad dormí a su lado me hace sentir vergüenza de algún modo, tanto que tengo que cubrir mi cara con mis manos. Nunca había hecho algo como eso, mucho menos me había confesado a alguien como lo hice ayer. Es más, es la primera vez que alguien corresponde a mis sentimientos. ¿Cómo se supone que tengo que actuar ahora?
«Regresa, concéntrate.» Pienso por un momento. «No puedes llegar tarde.»
Me pongo de pie y tomo mi teléfono; busco en el historial de llamadas y ubico el número de Charles. Me pregunto si es necesario confirmar que iré ¿Siquiera le importará?
Al final decido que le llamaré. En lo que Charles contesta, me dirijo fuera de la habitación para no despertar a Víctor.
—¿Entonces? – Pregunta Charles, como si ya supiera que le iba a llamar.
—¿Tengo que vestirme para la ocasión?
—Si tú lo crees necesario, pero considera que las temperaturas aquí son bajas.
—Entendido... Sospeché que querías verme a mí.
—De preferencia, si. Tengo que decirte algunas cosas. — Comenta Charles, suavizando su voz. —Entra por la entrada Sur, te guiarán al despacho.
Charles cuelga y yo regreso a la habitación. Me estresa pensar que estoy a punto de reunirme con él para decidir, literalmente, el futuro de la humanidad.
Observo a Víctor una última vez, pensando en lo que había dicho ayer y lo que le prometí. Me pregunto si podré arreglar las cosas sin violencia, o si me veré forzada a ponerme en riesgo. También recuerdo que, ayer él estaba siendo un poco pesimista; estaba preocupado y lo entiendo por eso, pero... tal vez tenga razón. Se trata de Charles, las probabilidades de salir mal heridos es demasiado alta. ¿Qué pasará si llega a sucederme algo como Silk advierte?
Observo que su mano izquierda sobresale de las cobijas, a lo cual se me ocurre una cosa.
Me dirijo a uno de los cajones de mi ropero, donde hay una caja de madera; abro esta caja y saco su contenido: mi listón rojo.
Lo tengo guardado desde que Silk lo reparó en el último día de entrenamiento; no quería que le sucediera algo, así que pensé que estaría mejor aquí y desde ese momento no lo he usado. Mi idea es dárselo, solo porque pienso que sería bonito que tuviera algo de mi parte.
«Dijiste que no regalarías nada significativo a las personas.» Pienso por un momento. «No te apegues a las personas.»
Un vago recuerdo llega a mi, sobre mi experiencia con amistades, la cual no ha sido la mejor. Con este recuerdo lo acompaña la sensación de que, siempre que no sean Susan o Reig, por más que quiera a las personas, no puedo confiar en que verdaderamente lleguen a valorarme. Se lo que Victor me dijo anoche, pero me cuesta creerlo aún.
«Ya estás sobre pensando. Él es igual que tú, esta vez tiene que ser diferente.»
Me acerco a su mano y coloco el listón, amarrándolo como yo suelo hacerlo con telequinesis. No parece reaccionar al movimiento o al tacto.
Me alejo un momento sin dejar de observarlo; espero que no diga nada cuando despierte, solo es una forma en que quiero demostrarle mi afecto y que entiendo su preocupación.
Luego se me escapa de los labios, suavemente:
—Te quiero.
Cierro los ojos mientras respiro profundamente y luego me concentro en prepararme.
Tomo mi ropa y me dirijo al baño para asearme rápidamente, ahí mismo me visto y me peino: amarro mi cabello en una coleta dejando flequillos enfrente.
La ropa que escogí es un pantalón negro de mezclilla, una camisa blanca fajada y un abrigo que mi mamá me regaló. No es tan formal, pero me permite moverme libremente.
Salgo del baño y me dirijo al piso de abajo para preparar algo de desayunar. Tengo salmón en el refrigerador, así que puedo hacer eso. De hecho, es de lo último que tengo de comida, pero es suficiente para dos personas.
Son como las 7:10, así que me tomo mi tiempo de prepararlo, al igual que un poco de arroz que había hecho ayer. Saco dos vasos, dos platos extensos y cubiertos para cada uno.
—Huele bien. – Comenta Víctor a través de la sala. Al voltear veo que se mantiene de brazos cruzados, recargado en la entrada de la cocina y con una ligera sonrisa.
—¿Qué tal dormiste?
—Bien, bastante bien... tiene mucho tiempo que no dormía tan cómodamente.
Víctor se acerca y me ayuda sirviendo su plato, luego me quito el delantal para también tomar mi plato y sentarme a su lado.
—Salmón, que elegante.
—Lo compré antier, tenía ganas de comerlo.
Sin agregar nada más, comenzamos a desayunar en silencio. A Víctor parece gustarle lo que preparé y termina pronto, mucho antes que yo. Después toma su plato y se dispone a lavarlo, aunque ve su mano izquierda, sonríe por un momento y se retira el listón de la mano para no mojarlo. Yo acabo después de unos minutos. Me levanto y también me dispongo a lavar el mío.
—Si quieres lo hago yo. – Interviene, luego de que ya había terminado de lavar el suyo.
—No tienes por que molestarte en hacerlo.
—Es mi manera de agradecerte por dejar que me quede contigo. – Víctor sonríe generosamente.
Le entrego el plato; él lo enjabona y comienza a tallarlo. Yo me recargo a un lado y pienso con ideas dispersas. Luego intento buscar formas en que podría negociar con Charles, pero por más que lo intento mi mente las descarta. Es como si me hubiese convencido de que es imposible que razone.
Y, aunque tuviera que hacerlo, no quiero. No se merece que razone para llegar a un acuerdo y que luego él quede exonerado de todo lo que nos ha hecho. Pensar en eso me produce rabia, furia y, sobre todo, rencor.
—¿En qué piensas? – Pregunta Víctor, colocando los trastes en el escurridor.
—¿No crees que es injusto?
—¿Qué cosa?
—Si es que llegamos a un acuerdo y logramos acordar la paz, sería totalmente injusto que después de eso Charles saliera impune.
—Como si la sociedad de verdad fuese a perdonarlo. – responde, recargándose a un lado mío. —La verdad, me preocupaba más que dijeran algo de nosotros luego de que Charles admitió que también era un divergente, más que nada que la gente fuera a pensar que trabajábamos con él o algo por el estilo. Pero todo pareció estar bien, ahora solo me preocupa cómo vamos a solucionar esto. Teniendo un acuerdo o no, sin importar que haga Charles, el mundo se le irá encima.
Se coloca enfrente de mí, alzo mi mirada para hacer contacto visual.
—No me gusta decir esto porque preferiría hacerlo pagar, pero si la situación lo amerita, vamos a tener que matarlo. – Añade. — ¿Serías capaz de hacerlo tu?
—No dudaría en hacerlo si es necesario.
—Te seré sincero, no parece que estés segura de eso. – Murmura.
—¿Por qué lo dices?
—...Intuición, algo me dice que quieres darle una oportunidad a pesar de lo que ha hecho.
No digo nada, pero tampoco estoy en desacuerdo.
– Solo hagamos lo que se tenga que hacer. — Concluye.
Silk se aparta un momento y saca el listón para volvérselo a poner, comenzando con colocar el primer aro en su menique, pero luego no sabe cómo seguir, así que me acerco y se lo pongo yo.
Coloco su mano con la palma mirando al suelo, después pasó el listón hacia la derecha para dar una vuelta a la muñeca. Para que se vea bien, en la tercera vuelta lo bajo un poco más al antebrazo, doy una vuelta normal a esa altura y vuelvo a la muñeca en la quinta. Luego dirijo el listón hacia arriba, por debajo de la palma, después por encima del dedo de en medio, debajo del anular y coloco el otro extremo en su meñique.
—Oh, no es tan difícil entonces. – Comenta, mirando el nudo.
Mi teléfono vibra en la mesa, así que me acerco y reviso la llamada.
Viene de parte de Reig, contesto de inmediato con el altavoz.
—¿Todo bien? – Pregunto de inmediato.
(Reig)
—No, no del todo. – Mientras hablo con Meme, Susan intenta llamar a Frank. —Cuando llegamos al aeropuerto nos quedamos para recoger a Frank, pero apenas bajamos del avión, nos dijeron que cerraron el aeropuerto por cuestiones de seguridad, pero tampoco nos dejaron mover de donde estábamos, así que no sé dónde esté o si se encuentra bien.
—¿Sabes por qué? La razón de que los hayan retenido.
—No, para nada. No les avisé hasta ahora porque pensamos que sería por un día. Pero estaba escuchando hace unos momentos que puede haber personas infiltradas cerca, así que están revisando a todos. No sabemos si se trata de los narcos o...
—Un ataque coordinado... —Escucho la voz de Silk por el teléfono.— Intenten encontrarse con Frank o manténganse cerca de alguien que pueda defenderlos, nosotros vamos a estar ocupados.
—Lo sé. Ahorita estamos viendo qué hacer. —Miro alrededor, la gente camina de un lado a otro.— Y por cierto... ¿No es un poco temprano para que ustedes dos estén reunidos?
—¿Ya vas a empezar?. –Responde Silk.
—Oh, así que sí pasó algo. Pillos. – Siendo cómplice de ambos, puedo molestarlos sin temor a que se enojen conmigo.
—No hicimos nada. – Reclama Meme.
—Ya sé, ya sé. Solo lo estoy diciendo para que no estén tan estresados. Los escuché muy tensos ahora que respondieron, perdón si los preocupamos demás.
—Esperemos que nada pase, pero si llega a suceder, busquen donde esconderse. Nosotros... nos encargaremos del resto.
—Suerte. –Exclamo antes de que cuelguen. Vuelvo con Susan al ver que acaba de terminar una llamada
—Frank dice que está bien, está con alguien que Meme conoce de casualidad. —Anuncia Susan.— ¿Mientras que hacemos nosotros?
No respondo, pero me encojo de hombros mientras miro alrededor.
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Error de Código: Autónomos
JugendliteraturTres años después de un terremoto que azotó México y otros países en 2019, Meme, de 17 años, manifiesta un conjunto de poderes paranormales que la convierten en una persona poderosa y que llamó divergencia. Durante mucho tiempo vive creyendo que es...