Hace tres siglos los mikaelson ayudaron a construir una ciudad llamada new Orleans, ahora un complot de brujas los trajo de regreso junto a mí, una Salvatore, con la esperanza de que le quitemos el trono a un tirano, un vampiro que Nik creo, el cual será padre de mi bebé milagroso, nik vino a recuperar su hogar, yo solo vine a ser la reina del barrio francés…
—¿Lo encontraste?
—No, Hayley no, si lo hubiera hecho, ya estaría haciendo el hechizo.
—Estoy harta de ser la incubadora de tu bebé.
—Si crees que no me molesta que mi hijo esté dentro de ti, estás muy equivocada— suspiré —mira, no puedo hacer el hechizo yo sola, se necesita suficiente poder, además soy vampiro, estoy muerta, no sé que consecuencias tenga el estar embarazada, tengo que leer las letras pequeñas del contrato, no quiero arriesgar la vida de mi hijo o la tuya incluso.
—Bien, pero ¿cuánto tiempo más tengo que permanecer en la casa? ¡Me aburro!
—Bien, me cansé— cerré el grimorio —voy a practicar unos hechizos sola— subí las escaleras y fui a mi habitación.
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Nik había llegado a casa y se había encerrado en la oficina de la casa, no me molestó, pues yo mientras hacía un hechizo para hacer levitar unas plumas de una almohada, comenzó a sonar mi celular, baje la mano haciendo que las plumas quedarán en el colchón y atendí a la llamada.
—Hola extraño.
—Hola linda, Elena y yo cenaremos en un restaurante hoy, estoy algo nervioso, lo admito.
—Damon Salvatore nervioso, eso sí es nuevo— sonreí —todo irá bien, tranquilo, no olvides tomar notas.
—Claro que no, siempre hago notas mentales, como una que me dice que tu señorita estás embarazada, de un híbrido bipolar, ¿cómo manejas a la bestia?
—Bien, en realidad yo esperaba preguntarle lo mismo a Elena— bromeé —¿has hablado con él?— dije refiriéndome a su hermano.
—No me atiende ni una sola llamada.
—Creo que se quiere tomar en serio, lo de distanciarse, a mí tampoco me ha llamado.
—Deberíamos darle su tiempo, ya sabes cómo es Stefan, él solo se aleja y se crea una nueva vida.
—Lo sé— suspiré —¿sigues nervioso?
—Sí.
—No lo entiendo, ya has salido con ella.
—Sí, pero está, es la cita oficial de novios, permíteme estar nervioso, es la segunda mujer de la que me enamoró perdidamente y ella no es una maldita— reí.
—Vamos dale un poco de crédito a Katherine, ella te convirtió en el mejor vampiro malvado que hay claro después de niklaus— eso último lo susurré.
