XIV

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"Estoy en ese punto que no quiero verte,
Pero muero de ganas por ir a buscarte..."

.

.

.

Entró al aeropuerto y la vio en la fila esperando para abordar, y no le importó más nada, corrió hacia ella, alertándola a pocos metro cuando sintió el aroma de ella.

Vesnia lo observó atónita, y antes de poder reaccionar, se abrazó a ella, haciéndola soltar el bolso de mano.

—No te vayas, por favor, no subas a ese avión.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó sin denotar emoción alguna.

La tomó de los brazos y la miró a los ojos.

—Me equivoqué, Vesnia, yo actué de forma apresurada, estúpida, pero lo hice por ti, lo único que quería-

—Creo que olvidé la parte donde te pedía que te follaras a otra mujer —pronunció con rabia, asco, mirándolo fijo a los ojos—. Entre tú y yo ya no hay más nada, nada nos une. Largo, vete con tu nueva hembra.

—Tú no puedes sentirlo, porque eres nueva en esto, pero yo sí, Vesnia.

—¡Ya déjame! —exclamó soltándose de él—. Deja de hacer todo este maldito circo y vete. Tengo un avión por abordar.

—Estás embarazada.

Lo observó cuando él dijo aquello, frunciendo el ceño confundida. ¿Embarazada? No llevaban ni un mes juntos y sólo lo habían hecho una vez. No, por supuesto que no lo estaba, era una estupidez que Samir había soltado para que ella no se fuera.

—Claro —le dijo tomando su bolso de mano, volviendo a la fila para abordar.

Samir la observó desesperado, y luego observó a un muchacho más adelante, acercándose a él.

—Necesito un favor.

—Am, hola ¿Qué necesitas? —le preguntó confundido.

—Ven conmigo, rápido por favor.

Lo llevó hasta Vesnia, quien los miró con el ceño fruncido ambos.

—Mi... Mujer no quiere creer que está embarazada, y tú eres como yo ¿Verdad? Dile que tengo razón, que está esperando un cachorro.

El muchacho los observó a ambos y negó con la cabeza, incómodo.

—No quiero estar en medio de una discusión de pareja.

—No le hagas caso a este infeliz —le dijo Vesnia dándole la espalda.

Samir observó amenazante al muchacho y este se estremeció... Muy pocas veces había estado frente a frente a un alfa, y en verdad intimidaba.

—S-Señorita, él tiene razón, usted está embarazada.

—Genial, dos idiotas —murmuró rodando los ojos.

—Su aroma es muy tenue, su cachorro aún debe ser muy pequeño, pero está embarazada.

Vesnia tomó los auriculares inalámbricos que guardaba en uno de los bolsillos de la campera, y se los colocó, ignorando a ambos.

—Lo siento, lo intenté —pronunció bajo, antes de irse.

Samir la observó y apretó los puños con rabia. Ella no se iba a ir de allí, tenía a su cachorro y no se lo iba a llevar como si nada.

Se fue hasta ella, le quitó el bolso de mano y al tomó del brazo.

—Camina —gruñó comenzando a caminar, obligándola a caminar también.

—¿Qué demonios crees que hacés? ¡Suéltame! —exclamó forcejeando.

Pero él no parecía querer detenerse, ni importarle sus esfuerzos por soltarse.

—¡Suéltame, Samir!

—¡Estás llevando a mi hijo! —le gritó deteniéndose, dándole un jalón hacia su cuerpo—. Te guste o no, llevas a mi cachorro y no te irás de aquí con él.

—Así fuera verdad, tú tienes a tu nueva mujer ahora —le gruñó cambiando el color de sus iris—. Vete de mi vista ahora.

—No —le gruñó.

—Suéltame y no respondo, Samir —le advirtió gruñendo, mostrándole sus pequeños colmillos.

Samir gruñó de una forma horrible, acercando su rostro al de ella, enseñándole sus filosos y peligrosos dientes, al momento en que sus iris se hacían dorados.

—¡Demonios! Seguridad, tenemos un macho alfa furioso en el área de abordaje —pronunció un policía humano, asustado—. Y tiene a una mujer ¡Traigan refuerzos ya!

Vesnia gruñó levemente, sintiendo miedo en ese momento. Él realmente se veía muy furioso, y algo dentro suyo le gritaba peligro. Dejó de gruñir y cerró los ojos, haciéndose hacia atrás para que la soltara.

—Samir, suéltame... Por favor —susurró.

La abrazó a él, con ambos brazos rápidamente, pegándola a su cuerpo cuando sintió que varios oficiales se acercaban corriendo a ella.

—Acepto que me equivoqué, que cagué todo con lo que hice, pero tú y ese cachorro, son míos, Vesnia. Ambos son míos ¿Lo entiendes? —susurró contra su oído, mirando con rabia a los oficiales que lo estaban apuntando con armas—. Y no pienso dejar que ustedes se alejen de mí. Llámame egoísta, si quieres, pero ustedes me pertenecen.

Los ojos de ella se cubrieron de lágrimas, temblando, ignorando ambos lo que los policías decían.

—Nunca voy a ser tuya, aunque me obligues a estar a tu lado.

—Ya veremos si sigues diciendo lo mismo.

—¡Aléjate de esa mujer! —gruñó un oficial.

Samir arrugó la piel sobre su nariz, oliendo que era un macho alfa también, y gruñó, soltando suavemente a Vesnia.

—¡Tus manos dónde pueda verlas, imbécil!

—Mi mujer está preñada, sólo estábamos hablando —pronunció levantando lentamente las manos.

Vesnia observó al oficial, al cual Samir estaba mirando, y no lo dudo, corrió hacia él, ocultándose detrás de su enorme cuerpo, haciendo gruñir al castaño.

Si no estuvieran en público, ya estaría moliendo a golpes a ese hijo de puta.

...

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora