XXVIII

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Observó como ella armaba la cuna de ambos bebés, sonriendo suavemente. Vesnia se veía tan emocionada con la llegada de sus hijos, que le parecía increíble su cambio de humor.

—¿Te ayudo?

—No, esto es algo debo hacer yo.

—Pero podría ayudarte también.

—Que no —gruñó.

—De acuerdo, estaré abajo con tu gato, si necesitas algo, avísame.

—Okay.

Sí, le habían dicho que acercándose a la fecha de parto, ella se pondría muy celosa de sus cachorros, y no lo querría tener a él cerca. Sólo esperaba que cuando los bebés nacieran, al menos lo dejara verlos.

Vesnia estaba bastante inestable emocionalmente, cuando algo le molestaba, sacaba ese lado agresivo de adentro, que le hacía pensar que era un rasgo heredado de su padre.

Su aroma cambiaba a uno fuerte, como el de un alfa, y daba paso a la transición... De cierto modo, le daba un poco de inseguridad verla de ese modo. ¿Y si perdía la razón y quería atacar a alguien?

Sabía que las hembras se ponían a la defensiva con sus cachorros, pero no sabía que esperar con Vesnia.

Él no sabía mucho sobre nacimientos, ya que su madre no había tenido más hijos, Cecilia tampoco tenía hijos, y no tenía relación con las madres de sus otros hermanos.

🌕🌕🌕

—Hola, un gusto —sonrió suavemente.

—Hola, el gusto es mío, pase por favor —le dijo Vesnia haciéndose a un lado para que entrara a la cabaña.

Ella y Samir habían decidido pasar los últimos meses del embarazo en la cabaña, dónde vivirían. Y el muchacho le había preguntado si no le molestaba que su mamá fuera a visitarlos, no sin antes explicarle la situación.

—Ma, que bueno que hayas venido —sonrió Samir abrazando a su madre, besando suavemente su cabeza.

—Mi muchacho, siento que cada vez que nos vemos, estás más alto.

—Es que tú eres muy bajita —sonrió.

Samir le había explicado que Cecilia no tenía contacto con su madre, ya que la despreciaba por ser una omega. Por su parte, antes de unirse a Vesnia, él siempre iba a visitar a su mamá, incluso a veces se iban de vacaciones juntos.

—Samir me contó que pronto nacerán tus cachorros.

—Yo creo que será para la próxima luna llena —le dijo acariciado su abultado vientre.

—Eso es una semana —pronunció sorprendida.

—Así es, siento que estos dos pequeños no querrán esperar más —sonrió.

—¿Ya saben que serán los bebés?

—Sólo pudimos ver a uno en la ecografía, y es un varón —le explicó Samir.

—Y aunque no se haya dejado ver, sé que es una niña la otra —le dijo Vesnia—. Aspen y Kaia.

—Son nombres muy bonitos los que han escogido —sonrió.

—Los escogió Vesnia —sonrió divertido Samir—. Ella está un poco... Celosa de nuestros cachorros, no le gusta mucho que participe.

La jovencita gruñó en advertencia, haciendo reír a su compañero.

—Es normal que ella se ponga así con la llegada de sus bebés. No te preocupes, no pasa nada malo con ser celosas de nuestros cachorros y tener ese instinto protector a flor de piel. Cuando Ceci y Sami nacieron, su papá tardó dos días en conocerlos —sonrió—. Yo no quería que nadie estuviera cerca de mis dos pequeños.

—Usted es una gran mamá —le dijo Vesnia con una suave sonrisa.

—Hice lo mejor que pude con mis dos niños.

Sabía que aunque estuviese sonriendo, en su mirada había tristeza. Debía ser un dolor muy grande el que cargaba por el desprecio de su hija.

🌕🌕🌕

—¡¿Qué demonios te pasa, Shayne?! —pronunció Skyler aturdido, al ver el estado de su hermano.

Estaba jadeando, sudando, y su piel tenía una temperatura tan elevada, que podía sentir el calor que emanaba sin tocarlo.

—Me estoy volviendo loco, no sé cuánto más pueda soportar esto —gruñó.

—¿Pero de qué mierda hablas? Encima... Hueles asqueroso —le dijo con asco, cubriéndose la nariz—. Dios, hueles muy mal, vete a dar un maldito baño. Y ponte un maldito represor de feromonas.

—Skyler —gruñó acercándose a él, con rabia—. Si yo no encuentro a esa maldita hembra, juro por Dios que comenzaré a asesinar a cada Omega que me cruce.

Abrió los ojos aturdido, antes de fruncir el ceño.

—Espera ¿Qué? ¿Estás así... Por una omega?

Apretó sus puños, tensando sus músculos, al momento que sus venas se marcaban por sus brazos, hombros y cuello.

—Necesito a la omega.

Lo observó preocupado, antes de volver a cubrirse la nariz.

—Dios, no me dejas respirar con ese olor. ¿Cómo carajos se llama la pendeja esa?

—No lo sé, sólo me la encontré una vez.

—Eres un imbécil, ¿Cómo te vas a-?

Le dió un puñetazo tan fuerte en el rostro, que lo lanzó al suelo, gruñendo rabioso.

—¿En qué momento te di permiso de juzgarme? Encuentra a esa maldita omega, Skyler. La quiero ahora.

Se tomó del rostro, gruñendo bajo... Con ese golpe, tendría que ir a la clínica cuánto antes. Estaba seguro que le había quebrado un hueso.

Sabía que Shayne era diferente a ellos, que no era un alfa común, pero jamás creyó que lo vería de ese modo por sentir interés en una hembra.

Y mucho menos una omega.

Y en el estado actual en el que estaba, era imposible razonar con él. Lo mejor que podían hacer, era encontrar a la omega y dársela para que se quitara la rabia.

...

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora