XI

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"—Lo siento, perdón —le dijo besando sus mejillas, sus lágrimas—. Lo siento, Vesnia, no quería herirte —pronunció afligido.

—¿C-Cuánto dura esto? —sollozó.

—No lo sé, tal vez si intento-

Gritó de dolor cuando él intentó moverse, y la abrazó, sintiéndose un imbécil.

—Lo siento —le pidió por enésima vez, angustiado—. Te estoy hiriendo.

Se abrazó una vez más a él, llorando en silencio.

—Vesnia —susurró acariciándole el cabello, la espalda—. Mi Vesnia, lo siento tanto."

Se tocó el pecho y observó la puerta. Él ni había regresado aún, y se sentía tan preocupada. Su gatito estaba durmiendo junto a ella en el sillón de la sala, y ya era de noche, y Samir no había vuelto.

Se recostó sobre los almohadones, y se permitió cerrar los ojos un momento. No había podido dormir muy bien en el avión, y se sentía agotada.

Y entonces escuchó la puerta abrirse y sintió el aroma de Samir. Se puso rápidamente de pie y fue hasta su encuentro.

—¿Dónde estabas? Ya es de noche y la temperatura bajó mucho.

—Sólo buscaba una solución a todo esto.

Lo miró y él la observó también.

—Hablé con un anciano, dice que puede ayudarnos.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Me dijo que debía buscar a alguien más que quisiera romper su unión, de ese modo, se anularía la de ambas.

—¿Y cómo se haría eso? —le preguntó por pura curiosidad.

—Yo tendría que unirme y marcar a esa mujer, y su pareja a ti —pronunció bajo.

—O sea, tendríamos que tener sexo, y encima ¿Dejar que vuelvan a morderme?

—Sí.

—No, yo no quiero eso.

—Es la única forma.

—No voy a tener sexo con un desconocido.

La miró, en silencio. Así qué, su preocupación era tener sexo con un desconocido, no romper su lazo. No le importaba tampoco que él se uniera a otra mujer, no le generaba nada.

En cambio a él se le partía el alma de sólo pensar que otro macho pudiese marcarla como suya.

—Samir, no vamos a hacerlo —le dijo al sentir la tristeza de él—. Nosotros ya estamos unidos.

—Tú no eres feliz.

—Eso no es verdad, pero tú debes entender que yo... No manejo tu intensidad ¿Sí? Para mí es nuevo esto, tienes que tener paciencia conmigo. Siento nuestra unión, me desespero cuando no estás conmigo, pero no es tan fuerte al parecer como lo que tú sientes.

Él asintió con la cabeza, sin querer mirarla a los ojos.

***

Okay ¿Qué podía hacer para que él se sintiera mejor? Samir ahora estaba durmiendo en la habitación que ambos compartirían, y ella estaba en la cocina. Él no entendía que ella necesitaba ir despacio, con calma.

Samir quería correr, y ella recién empezaba a caminar.

Y sí, tenía sentimientos por él, eso era algo innegable, pero no sabía si los sentimientos se debían a la unión entre ellos o no. Ya que después de todo, ella sentía también las emociones de Samir.

Aunque, si lo analizaba mejor, a ella le había atraído Samir desde aquella junta, luego de poder divisarlo bien.

—En fin —suspiró—. ¿Qué le puedo preparar? ¿Carne? Mm sí, dijo que le gustaba mucho la carne —murmuró yendo al refrigerador para tomar unos dos filetes, observando además las verduras.

¿Con qué podía acompañar la carne? Debía preparar algo para ella también. Tal vez un puré de papas, y alguna calabaza al horno, no sonaba nada mal.

Mm, también podría...

Sintió una de las manos de él acariciándole la espalda, y se estremeció por completo. No lo había sentido llegar, ni acercarse a ella. ¿En qué momento había entrado a la cocina?

Se giró y él la abrazó protectoramente contra su cuerpo. Y Vesnia ya comenzaba a acostumbrarse a aquello, era muy normal para él hacerlo. Siempre que salía y no estaban juntos, o ella se levantaba primero a él, Samir la buscaba para abrazarla.

—¿Con qué te gustaría acompañar la carne?

La soltó, sin querer hacerlo realmente, y observó el refrigerador.

—¿Con qué quieres acompañarlo tú?

—¿Te parece un puré de papas? También podríamos hacer esa calabaza al horno con verduras.

—Suena bien.

—Genial entonces —sonrió tomando las cosas—. ¿Pudiste dormir bien? Te veías muy cansado.

—Sí, pero me hiciste falta.

—Tú crees que si yo fuera como tú ¿Sentiría la misma dependencia?

La observó en silencio, frunciendo levemente el ceño. ¿Dependencia? ¿Así lo veía ella?

—Posiblemente —murmuró.

—¿No sería un poco incómodo para ambos? O sea, ambos querríamos estar encima del otro todo el día. Es más, creo que podría ser hasta peligroso —le dijo pelando una papa.

—¿Por qué peligroso?

—Ninguno de los dos querría dejar al otro, sólo estar juntos. No comeríamos, estaríamos todo el día en la cama, lo que nos debilitaría.

—No, sin importar la atracción que siento por ti, sería incapaz de permitir que tú pasaras por eso.

Ella lo veía como una dependencia emocional porque no lo comprendía, porque además era la culpable del comportamiento de él. Si tan sólo Vesnia fuera más atenta, él no estaría necesitando tanto de ella.

...

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora