XXVII

13.3K 1.2K 89
                                    

—Ma, yo sé que este es un tema del cual no te gusta hablar, pero es necesario que lo hagamos —le dijo Vesnia.

Estaban ambas solas en la habitación de su madre, después de que la castaña le pidiera hablar de algo importante.

—¿Qué cosa, hija?

—Yo necesito saber quién es mi padre, biológico, ma —le pidió en un tono bajo.

—Vesnia.

—Necesito saberlo, yo no voy a juzgarte, sólo necesito saber quién es, si sigue vivo.

—Tu padre no era un buen tipo, y estaba... Bastante mal de la cabeza, no pierdes nada en no conocerlo, hija.

—Pero necesito saberlo, mamá. Me uní a un hombre hace un poco más de un mes.

—¡¿Qué?! ¡¿Vesnia te volviste loca?! —le preguntó asustada, tomándola de los brazos—. ¿Cómo se te ocurre hacer algo así?

—Yo no sé quién es mi padre, pero no era humano.

—N-No, no lo era, pero creí que tú... Tú eras como yo.

—No, soy una mestiza —pronunció bajo.

—Tú no puedes ser como ellos —le dijo con lágrimas en los ojos.

—¿Puedes contarme de él? Necesito saberlo.

—¿Qué rango jerárquico es tu pareja?

—Un alfa...

—Dios, hija —sollozó, antes de abrazarla—. Si te hubiese hablado antes, quizás tú no lo habrías aceptado, lo siento tanto, esto es mi culpa.

—Samir es un buen hombre, no todos los de su especie son malos.

—N-No, yo sé que no, como los betas o los omegas, que son buenas personas. Pero los Alfas, o... Los que son como tu padre, no son buenos, Vesnia.

—¿Qué era mi papá?

—Tu padre era un maldito enfermo de mierda, que ni siquiera su propia especie quería cerca. El muchacho que me ayudó cuando huímos de él, cuando tú sólo tenías horas de nacida, me dijo que él olía horrible, a sangre, a muerte. El tipo de tu padre es casi inexistente en su especie, y no se reproducen con ellos, porque les resultan repulsivo su olor. Por eso buscan humanas, ya que nosotras no podemos percibir eso.

—¿Él te hizo daño, mamá?

—Tú no necesitas saber eso, cariño —le dijo tomándola del rostro—. Sólo te pido que tengas mucho cuidado con tu pareja, no confíes nunca en ellos. Tu padre es un tipo de alfa mutado, es un error que ellos conocen como deltas.

—Samir jamás me haría daño, y si tú me lo permites, me gustaría que lo conocieran.

—Lo siento, hija, pero yo no quiero a una de esas personas en mi casa.

—Es mi compañero, estamos unidos, es prácticamente mi marido.

—No confío en ellos, Vesnia.

—Está bien, lo entiendo —pronunció bajo.

🌕🌕🌕

—Así que tu papá es un delta —murmuró Samir.

Estaban ambos acostados en la cama, el abrazándola a ella a su pecho, acariciándole suavemente el cabello y la espalda.

—Eso dijo ella ¿Tú qué sabes de ellos? ¿Conociste a alguno?

—Es que los deltas son como supersticiones para nosotros, son prácticamente inexistentes. Pero de que hay, hay.

—¿Y cómo son ellos?

—Están enfermos de la cabeza, Vesnia, no tienen ética ni moral, y al ser rechazados por su propia especie, buscan humanos con quiénes vengarse. Son lo peor que existe.

—Quizás por eso mi mamá no quiso contarme de él, ella habrá pasado muchas cosas feas.

—Seguramente, y que bueno que haya salido de esa relación.

—Ella incluso me dijo que tuviera cuidado contigo, que no confiara.

—Lo que pasa es que antes se creía que si un alfa marcaba a otro alfa, y tenían crías, nacerían deltas, ya que habría como una mutación al ser ambos del mismo tipo. Pero eso no es verdad, son supersticiones de los viejos. Los deltas simplemente son el producto que se da por alguna malformación, pero no es culpa de ninguno de los dos progenitores.

—¿Entonces tú no te volverás loco y querrás matar personas?

—No, amor —sonrió acariciándole la mejilla, mirándola a los ojos—. Sí soy un alfa, pero jamás lastimaría a alguien de menor rango por simple capricho o gusto.

—Tú eres la excepción a todos ellos —le dijo tomándolo del rostro para besarlo—. El único que vale la pena.

🌕🌕🌕

—A-Ah, más d-despacio —pidió débilmente.

Y aquello sólo lo hizo cabrear más, cubriéndole la boca con una de sus manos, antes de embestirla más fuerte, profundo, haciéndola sollozar contra su mano.

No podía sacarse a esa maldita Omega de la cabeza, ni su asqueroso aroma, y ahora lo único que quería, era encontrarla. Tenía una necesidad tan grande de poder... Sentirla una vez más, que podría perder la cabeza si no la encontraba pronto.

O terminar haciendo lo de ahora, follarse a una omega.

Qué claramente no era la que él quería.

Se recostó sobre ella, levantándole el trasero con su brazo libre, y comenzó a embestirla más rápido, antes de morderle el cuello, haciéndola gritar contra su mano.

—Deja de gritar o juro que te arranco el cuello —le gruñó contra el oído—. No voy a marcarte, imbécil, así que deja de llorar.

Shayne sentía que si no encontraba a esa muchacha, terminaría volviéndose loco.

...

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora