XXVI -SHAYNE-

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"—Puedo tomar lo que quiera, cuando quiera y dónde quiera. ¿Quién me impide hacerlo? Nadie —sonrió con arrogancia, encogiéndose de hombros—. Y si se oponen, será a la fuerza. Nadie jamás, podrá igualarme en fuerza."

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Él lo sabía, era muy conciente de eso, y por tal motivo, lo usaba a su favor para conseguir lo que quisiera. No sólo era un tipo ególatra, narcisista y caprichoso, sino también, un manipulador de primera.

Tenía una rara mutación en su condición de alfa, que lo hacía el doble de fuerte, duplicando en todo sentido sus capacidades y habilidades.

Y él lo aprovechaba al cien por ciento. Le fascinaba el poder que tenía su aroma sobre los demás, el que agacharan la cabeza al verlo pasar, imponiendo respeto, miedo.

—Apúrate beta, no tengo todo el día —le dijo con fastidio a su asistente.

El muchacho lo siguió por detrás, tragando duro. Sabía que cuando su jefe no tenía un buen día, el primero en ser víctima de sus malos tratos, era él.

—Por Dios ¿Quién carajos dejó entrar un Omega aquí? —pronunció con asco, cubriéndose la nariz—. Detesto el olor a inútil inservible. Beta, echa un maldito neutralizador ahora, me da náuseas.

—Sí señor Wildwolf —le dijo sacando un spray de su bolso, echando un poco al aire.

—Dime ¿No piensas lo mismo tú? Es increíble que esos inútiles sigan existiendo, no entiendo como nuestra especie les pueden permitir propagarse. No sirven para nada.

Llegaron hasta el estacionamiento de la empresa, y Shayne subió al auto, en la parte trasera, y su asistente en el asiento del conductor.

—Llévame hasta el departamento central, debo buscar unos archivos para la junta de mañana. Me dejas ahí, y llevas el auto al lavadero, y me tienes listo, mm —pronunció pensativo, sin saber cuál de sus autos escoger—... Bueno no lo sé aún, luego te aviso. Esta noche saldré.

El muchacho asintió con la cabeza, y condujo hasta el departamento que Shayne tenía en pleno centro, en un edificio que pertenecía a su padre.

No estaba lejos del edificio central de su empresa, por lo que llegaron en pocos minutos hasta la puerta de ingreso.

—Tómate un descanso hasta las ocho, no te olvides de llevar el auto. Te estaré notificando luego que auto necesito.

—De acuerdo, señor.

El castaño bajó, y tomó su celular, observando un mensaje que le había llegado, mientras se dirigía a la puerta de ingreso. Iba tecleando, cuando un aroma extraño chocó sus fosas nasales.

Una sensación extraño se generó en su interior, causándole una corriente eléctrica en todo el cuerpo. Levantó la cabeza, y observó una muchacha pasar por su lado.

Se cubrió la nariz al sentir ese asqueroso aroma a omega, y cuando ella comenzó a alejarse... Una sensación de desespero lo invadió.

—¿Q-Qué carajos? —murmuró aturdido, antes de comenzar a caminar hasta ella, siguiéndola por detrás.

Su pulso comenzó a acelerarse, y el nerviosismo a crecer en su interior, con cada paso que daba, y más se perdía ella entre las personas. Y no importaba si no podía verla, su aroma era inconfundible y mucho más fuerte que el de los demás.

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora