XVI

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La necesitaba tanto, que sentía que sus manos quemaban por tocarla. Pero no podía hacerlo, Vesnia lo echaría de inmediato. La jovencita estaba durmiendo en la habitación que antes compartían ellos, y él por su parte estaba parado en la puerta, observándola, sin poder dormir.

Se acercó hasta la cama, sin que ella despertara, y se sentó en el borde. Respiró profundo, y un sonido lastimero se escapó entre sus labios. La necesitaba, sabía que la había herido, pero necesitaba a su mujer.

Y la entendía, él en su lugar estaría herido del mismo modo, lo odiaría también, pero necesitaba de Vesnia. Necesitaba tanto poder abrazarla, sentirla.

La observó y acercó una de sus manos al hombro de ella, apoyándola suavemente, deslizándola sobre su piel.

"No podía, ni quería dejar de besarla. Tenerla de ese modo tan íntimo por primera vez, era una sensación inexplicable. Nunca antes había sentido algo así con otra mujer, y sabía que era porque ella era especial.

Su cuerpo entero reaccionaba a Vesnia, hasta el punto de nublarle el juicio. No era racional cuando estaba con ella, cuando la besaba, cuando su aroma impregnaba sus fosas nasales.

—Hazme tuya —jadeó contra su boca, sin dejar de besarlo, acariciándolo también—. Soy tuya, Samir."

Su cachorro había sido producto de aquel único encuentro, dónde se habían unido.

—Te voy a llevar a otro lugar, para empezar de nuevo, dejando aquí todo lo malo que ocurrió —le dijo en un tono bajo, desprendiendo su aroma.

Había tantas cosas que ella no sabía, como aquello que estaba haciendo ahora.

—Y te demostraré cuan especial eres para mí, Vesnia. Aún si tengo que arrastrarme por tu perdón, lo haré. No volverás a dudar nunca más de mí, lo juro.

🌕🌕🌕

Se despertó al sentir el aroma de él muy cerca de ella, y al abrir los ojos, lo vio durmiendo a su lado. Frunció el ceño, y contuvo las ganas de empujarlo de la cama, patearlo para alejarlo de ella.

Quería odiarlo con todas su fuerzas... Pero no podía hacerlo, no podía hacerlo si compartían sentimientos. No podía hacerlo porque sentía la culpa, el arrepiento y el dolor de Samir.

Lo observó dormir, y apoyó una de sus manos sobre el pecho de él, e instintivamente, Samir la tomó, apoyándola contra su mejilla, abrazándose al brazo de ella.

Sintió como sus latidos se aceleraban, y era sólo porque el castaño se sentía agusto de tenerla cerca, de poder sentirla.

Se acostó a su lado, sin quitarle el brazo, y lo observó en silencio... ¿Podría realmente perdonarlo? ¿Podrían empezar de cero? ¿O mínimo llevarse bien por su hijo?

—Arrancaría el corazón de mi pecho, si con eso lograra demostrar lo importante que eres para mí, Vesnia.

Lo miró atónita, sin entender como él sabía lo que ella estaba pensando.

Samir abrió los ojos y la miró, una mirada apagada, agónica.

—Recuerda que nuestros corazones están unidos, siento que lo sientes. Mis sentidos son más sensibles que los tuyos, están más desarrollados.

—Quiero que me cuentes que fue lo que hiciste con ella —le dijo mirándolo fijo a los ojos, luciendo firme.

El asintió con la cabeza, sin dejar de mirarla a los ojos también.

—¿Importa como la conozco? Ella sólo quiso ayudarme, al ver lo desesperado que estaba.

—Sí importa ¿Cómo la conoces? Porque dudo que alguien aceptara tan a la ligera ser marcado, unirse a un "extraño".

—Es una muchacha de un clan amigo al nuestro. Nuestra unión sólo iba a ser por intereses económicos. Le ofrecí mi segunda empresa, a cambio de que me dejara marcarla y se uniera a mí.

—¿Q-Qué?

—La empresa que tú conociste es la familiar, pero yo tenía una empresa a mi nombre, mía. Se le ofrecí y ella aceptó de inmediato.

—¿Cuántos millones de dólares perdiste?

—Vesnia, si tengo que elegir quedarme en banca rota por tí, lo hago. No me importa perderlo todo —le dijo con completa seguridad—. El dolor que yo siento en el alma ahora mismo, no tiene comparación con nada.

—¿Cómo fue el proceso de unión? —le preguntó desviando la mirada.

—La mordí, pero no fue con intención de marcarla realmente, es por eso que la marca fue muy tenue. Yo sólo te tenía a ti en la cabeza, así que fue imposible para mí poder hacer algo bien. Al momento de la unión, no pude... Ya sabes, "unirme" a ella.

—¿Quedar pegados como dos perros?

—Sí —murmuró—. ¿Eso sentiste cuando lo hicimos? ¿Así te sentiste?

—No, sentí un dolor horrible que espero nunca más en la vida experimentarlo.

—Eso fue porque eras virgen, Vesnia.

—Entonces, no se te hinchó el pene, no pudiste unirte a ella. ¿Qué pasó con la especie de contrato que tenían?

—Si nos uníamos, el cincuenta y un por ciento de la empresa sería de ella. Si yo rompía el contrato, sería completamente de ella, es porque eso que la perdí... Yo te elije a ti, Vesnia. Al no regresar con ella, quedó completamente anulada la unión.

...

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora