XIII

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La miró desconcertado, y entonces ella emitió un grito de dolor, tomándose del hombro, dónde estaba la marca de él.

—Vesnia.

Apretó los dientes y lo alejó de ella llorando, sintiéndose tan herida, su alma completamente rota. Intentó ponerse de pie, y cayó a la nieve una vez más, cuando sus piernas flaquearon.

—Déjame ayudarte.

—¡No me toques! —le gritó sollozando—. ¿Cómo pudiste hacerme algo así? Samir ¡¿Cómo pudiste?!

—Tú no querías esto —susurró en un hilo de voz.

—Te a-acostaste con ella, la marcaste, te uniste a ella —lloró.

Se arrodilló en el suelo y se abrazó así misma, llorando. No podía respirar, entre el dolor de su hombro, el de la traición y la desesperación que sentía, se estaba ahogando.

—N-No sé cómo es que tú lo sabes.

—La m-marca se está b-borrando de mi cuerpo, pero aún la unión entre nosotros está intacta —lloró, —. Estoy sintiendo tu sentimientos de t-traición, de culpa... Eres un cínico de mierda.

—Vesnia.

Su corazón se aceleró al escuchar su nombre, y un llanto desesperado se apoderó de ella.

—V-Vete con ella.

—No puedo dejarte así sola aquí.

—Vete con tu pareja, ¡Largo! ¡No quiero verte!

Intentó tocarla, y ella lo alejó.

—¡Largo, Samir! ¡Vete! —le gritó llorando.

Se detuvo cuando ella lo nombró, sabiendo que no podía desobedecerla.

—Déjame ayudarte.

—No —le dijo poniéndose de pie a duras penas, dando pasos torpes.

—Vesnia, por favor.

—¡No vuelvas a decir mi nombre! —le gritó girándose para mirarlo—. Jamás vuelvas a nombrarme, Samir ¡Jamás! ¡Ensucies mi nombre en tu asquerosa boca!

Vio los ojos cubiertos de lágrimas de él y comenzó a llorar una vez más.

—T-Tú... Quebraste algo que jamás nadie p-podrá reparar —le dijo mirándolo, completamente desecha—. Y así decías que n-no ibas a cambiarme. En la primera oportunidad q-qué tuviste... Te cogiste a otra.

Samir negó con la cabeza, sin poder evitar comenzar a sollozar, y dar varios pasos hacia ella. Necesitaba abrazarla por última vez, jamás hubiese querido dañarla.

—P-Por favor, déjame.

Los ojos de ella cambiaron a verde y le gruñó.

—Me tocas y te mato —gruñó de rabia, llorando—. Vete con tu hembra ahora.

—Lo hice por ti, entiéndeme por favor, fue para liberarte.

Le dió la espalda y se alejó de él, dejándolo atrás. Y cuando ya no sintió su aroma cerca, quebró en llanto. Y no, no era como romper con un novio, con una pareja normal, se sentía como la pérdida de un ser querido al morir.

No, quizás era más que eso, porque ella ni siquiera podía respirar o pensar con claridad.

***

Observó la marca que tenía en el hombro, luego de salir de bañarse, y vio como esta estaba un poco más clara. Él ahora debía estar con su nueva pareja, una mujer de su misma especie.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, y suavemente comenzaron a mojar sus mejillas... Si tan sólo él hubiese tenido un poco más de paciencia, si le hubiese dando más tiempo, ella habría aceptado mejor lo que estaba pasando.

Ni siquiera llevaban un mes juntos, esto era todo nuevo para ella.

Fue hasta la habitación, envuelta en la bata de baño, y observó la ropa de él en la cama. La noche anterior lo había necesitado tanto, que no sólo se había puesto un pijama de Samir, sino también que había puesto por toda la cama ropa de él, para poder impregnarse de su aroma.

Se apresuró a cambiarse y tomar la maleta que ya había preparado, junto con un bolsito de mano donde estaba sus documentos y el dinero que ella había llevado.

Tomó la jaula de su gato, dónde Zukaritas iba bien abrigado y envuelto en mantas polares, y salió de la casa, sin mirar atrás. No volviera jamás a volver a verlo.

🌕🌕🌕

La desesperación que sentía era tan grande, que su pecho dolía de una forma horrible, impidiéndole poder respirar. Necesitaba a Vesnia, aunque ya hubiese marcado a otra mujer, su unión era con ella.

Y había creído que si marcaba a alguien, la unión entre ellos se rompería... Pero lo que único que había roto era el corazón de ambos.

Entró a la cabaña, desesperado, sintiendo el aroma de ella por toda la casa. Pero ella se había ido, ya no estaba allí.

—No, no, Vesnia —pronunció subiendo las escaleras casi corriendo, yendo hacia su habitación.

Observó la cama, la ropa de él sobre las mantas, y cuando las corrió, en las sábanas había más... Y esta vez no sólo pudo oler el aroma de Vesnia, sino también el suave, casi imperceptibles aroma, de alguien más.

—N-No puede ser.

Se agachó y acercó su nariz a las sábanas, aspirando varias veces entre las sábanas y la ropa.

"Los ojos de ella cambiaron a verde y le gruñó.

—Me tocas y te mato —gruñó de rabia, llorando—. Vete con tu hembra ahora."

Y la actitud de ella en la tarde, terminó por confirmar lo que sospechaba.

—Vesnia...

"—Las hembras cuando se preñan, algunas, necesitan armar un lugar donde se sientan seguras. Usualmente el aroma de su pareja les trae seguridad, es por eso que suelen llevar prendas de él, para sentirse acompañadas, seguras en todo momento. Pero no por esto querrán al macho con ella todo el tiempo, al contrario, hay muchas que se pondrán a la defensiva, ya que ahora su principal preocupación, es cuidar al cachorro, volviéndose muy territoriales y agresivas. Harán lo que sea para preservar a su cría."

...

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora