XVII

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Era tan impulsivo e irracional la mayoría de las veces, que ni siquiera sabía cómo es que lo habían puesto a la cabeza de la empresa.

—Vesnia.

Negó con la cabeza, desviando la mirada.

—Tú eres lo único que me importa —le dijo tomándola del rostro para que lo mirara—. Quiero que vayamos a otro lugar.

—¿A dónde?

—¿Eso quiere decir que vendrás?

—No es como si tuviera más opciones, Samir, tú de todos modos me llevarás.

—Porque te necesito, Vesnia —pronunció en un tono lastimero—. Te necesito tanto, que es desesperante. Me siento tan unido a tí, que eres parte de mí ahora. Y lamento tanto si con esto te espanto, si te parezco un maldito enfermo, pero es la primera vez que yo también experimento algo así. Toda mi familia se ha unido por interés, nunca nadie lo había hecho por... Sentimientos.

—Tu familia sí usaba la cabeza, aparentemente. Es por eso que tu sangre se mantuvo pura, y tú la cagaste conmigo.

—Recuerda que llevas a nuestro cachorro en ti —le dijo en un tono bajo—. Hablar de forma despectiva de ti, también lo incluye a él.

Al escuchar aquello suspiró y miró hacia arriba, antes de cerrar los ojos. Un bebé... Ni siquiera sabía si estaba preparada para tener un hijo, con todo lo que había pasado, no había podido todavía procesar el tema de la criatura.

—¿Qué pasa?

—No sé si sea correcto tener un bebé ahora.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir?

—Nosotros no estamos bien, Samir, no es el mejor momento para tener un hijo. No quiero que-

—Escúchame —le dijo serio, tomándola del rostro con ambas manos para que lo mirara—. Él no tiene la culpa de lo que ocurrió, si vas a culpar a alguien, ódiame a mi, no a él.

—Yo no odio a la criatura, quiero lo mejor para ella, y es por eso que nacer ahora no lo sería.

—Es nuestro hijo, Vesnia —murmuró mirándola a los ojos—. Tú eres todo lo que tiene y conoce hasta ahora.

—Samir, no tiene ni un mes —le dijo quitándole las manos de su rostro—. No está desarrollado, no piensa, no siente, no tiene noción de su existencia.

—Pero nosotros sí, yo sí, y lo quiero con nosotros.

—Yo sólo quiero paz para mí mente —le dijo alejándolo, para salir de la habitación.

Se quedó mirándola, mientras ella se iba... Se quitaría al bebé, y aunque él no quisiera, sabía que ella lo haría de todos modos.

🌕🌕🌕

—Sólo podemos llegar caminado, está en lo profundo del bosque.

—Está bien —le dijo tomando la jaula de Zukaritas.

—¿Estás segura de llevar al gato?

—Sí, jamás lo dejaría solo —pronunció con molestia, pasando por su lado.

Samir suspiró y tomó la mochila y la tienda, colocándolas en su espalda, comenzando a caminar junto a ella. Era temprano en la mañana, ni siquiera el sol había salido todavía.

En las mochilas de ambos llevaban lo necesario para pasar las dos semanas que le llevarían llegar hasta el lugar que Samir le había dicho. Según él, allí Vesnia aprendería todo lo necesario sobre su especie, quitándose las dudas que él no podía responder.

La observó, mientras ambos caminaban, y ella iba con la vista al frente, luciendo indiferente. Observó la mano libre de ella, queriendo tanto poder tomarla. La necesitaba, necesitaba tanto poder tocarla.

Y aunque podía olerla, su cuerpo necesitaba de su aroma.

Vesnia giró su cabeza y lo observó con el ceño fruncido.

—¿Qué te pasa?

Él negó con la cabeza y desvió la mirada, hacia abajo.

—Si no te pasara nada, no estaría sintiendo esto en el pecho.

—Son sólo mis instintos, Vesnia.

—¿Qué pasa con eso?

—¿Tú no sientes nada? ¿No te pasa nada con nuestro alejamiento? Después de todo, esto no es unilateral, ya que nuestra unión es sentimental.

—Sí, pero el odio que siento en este momento, es más grande que mi necesidad de tenerte cerca —masculló mirando al frente.

Y entonces sintió nuevamente aquella sensación en su pecho, como una puñalada en el corazón. Sí, sabía que con sus palabras lo hería, pero él lo había hecho más con ella.

Y su respiración se aceleró, sintiendo una presión horrible, se giró y observó que Samir se había quedado más atrás, mirando hacia abajo.

Culpa, tristeza, demasiada melancolía y sentimiento de abandono estaba experimentando en ese momento, hasta el punto que su cuerpo comenzó a manifestarlo, cuando sus ojos se cubrieron de lágrimas.

¿Él estaba llorando?

Caminó con pasos lentos hasta él... Y sí, sus sospechas eran ciertas.

—Samir.

—Y-Yo lo siento tanto —sollozó—. Yo no quería traicionarte, no quería fallarte, sólo quería darte la libertad de elegir si querías estar conmigo o no, porque tú siempre pensaste que lo que te unía a mí no eran tus sentimientos, sino el lazo que se había creado entre nosotros. Vesnia para mí fue horrible tener que tocarla a ella —pronunció en un tono ahogado—. Si no me pude unir a ella, fue porque al momento de penetrarla, la culpa fue más grande que el deseo de liberarte, y me fuí. Pero de todos modos te traicioné, te fallé y tú... T-Tú eres tan importante para mí.

—D-Dios, si no te calmas, terminarás haciendo que ambos colapsemos aquí.

—Me duele mucho el pecho, lo juro, no estoy mintiendo. Jamás creí que podría sentir tanta culpa en mi vida, y me está matando por dentro, es como... Si me desgarrara por dentro —lloró angustiado—. Y sé que lo merezco por todo lo que te hice, pero... Yo te necesito tanto.

Lo abrazó, llorando en silencio. Sabía que era verdad lo que él estaba sintiendo, pero no podía perdonarlo aún.

Samir se aferró al cuerpo de ella, llorando como un niño pequeño, intentando encontrar consuelo en sus brazos. Pero era imposible, era sólo un abrazo vacío, de lástima.

—S-Sé que ya no confías en mí, pero te demostraré lo que significas para mí, sé que encontraré la forma de hacerlo.

...

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora