XVIII

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Armó la tienda, luego de encender una fogata para que ella y el gato se mantuvieron en calor. Entró, y colocó la bolsa de dormir de Vesnia, y luego una lámpara de emergencia, que se cargaba con luz solar, en el medio de la tienda.

—La ventisca se pondrá muy helada en un rato, te recomiendo que entres —le dijo saliendo para tomar uno de los bolsos que él había llevado, para entrar las mantas polares para ella.

Vesnia asintió con la cabeza y tomó a Zukaritas en brazos, entrando ambos. Tenía al gato con un arnés y una correa, para que no intentara huir. Samir le había dicho que sería peligroso que lo soltara, ya que había muchos animales salvajes.

Colocó unos fierros alrededor de la fogata, y colocó una pequeña cacerola colgando entre ambos, para calentar una sopa de verduras en lata, que había llevado para Vesnia.

—¿A dónde vas? —le preguntó al ver que él tomaba un hacha de mano.

—Necesitaremos más leña para la madrugada. Quédate aquí, por favor, no salgas. No me iré muy lejos.

—De acuerdo.

—Y cierra, así se mantiene el calor.

Ella asintió con la cabeza y lo hizo, quedándose con Zukaritas. Encendió la lámpara y acomodó las mantas que Samir le había dejado junto a la bolsa de dormir.

—Ven mi amor, te daré tu cena también, así ya puedes dormir —le dijo sacando el tazón del minino de su bolso, al igual que su alimento.

El gato con gusto se puso a comer junto a ella, y Vesnia le acarició suavemente el pelaje, escuchándolo ronronear mientras comía.

"—Tranquílizate, Samir, por favor.

—Lo siento, me debo ver tan patético y débil ahora.

Dejó de abrazarlo para tomarlo del rostro y observar sus ojos celestes, cubiertos de lágrimas y la mirada más triste que había visto en su vida. Había tanto dolor en sus ojos color cielo.

—Tranquílizate —le dijo acariciándole suavemente las mejillas.

Samir cerró los ojos, y asintió levemente con la cabeza. Dejando que el aroma de ella, su tacto, calmara un poco su angustia. Vesnia lo observó, y respiró profundo, antes de cerrar los ojos y besarlo.

Y él no iba a rechazarla con lo que la necesitaba, la abrazó a él y la besó, sintiendo nuevamente su pecho doler de esa forma aguda.

Vesnia pasó sus brazos por detrás de el cuello de él, abrazándolo sin dejar de besarlo. Ni eso parecía servir para calmarlo.

—Cálmate, respira profundo, y cálmate —le dijo en un tono suave, dejando de besarlo para abrazarlo y ocultar su rostro en el cuello de él.

Samir se aferró más ella, haciendo lo mismo, aspirando su aroma, rozando su nariz contra el cuello de Vesnia, su mejilla contra la mandíbula de ella, sin querer soltarla.

Y la castaña ya no sabía cómo pararse, él era mucho más alto que ella, y estar de puntas de pie, le estaba haciendo doler la espalda, al cargar con el peso del cuerpo de él también.

Pero sabía que si rompía con el abrazo en ese momento, Samir no lograría calmarse."

Miró hacia abajo y apoyó una de sus manos en su vientre. Aún no sabía que haría con él, pero si quería interrumpirlo, debía ser cuánto antes.

🌕🌕🌕

Regresó hasta la cabaña cargando varios leños, y los hecho al fuego, dejando algunos apilados para luego usarlos en la madrugada. Observó la cacerola vacía, y supo que ella ya había cenado.

VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora