Vesnia

XII

—¿Puedo ayudarte?

Vesnia lo observó confundida y asintió con la cabeza, dejando que él se acercara a ella. Apoyó ambas manos en los hombros de ella, mirando hacia abajo, y suavemente las deslizó hacia abajo, acariciándola, cerrando los ojos, llegando a sus dedos, para acariciarlos también.

Vesnia sintió una sensación extraña en su vientre, haciéndola sonreír suavemente. Él se sentía feliz con aquello, ella podía sentirlo en su pecho también.

Se mordió el labio inferior, y miró hacia abajo, observando cómo Samir suavemente comenzaba a quitarle la camiseta, acariciando cada porción de piel que sus dedos tocaban.

Al momento de llegar a sus pechos, los acarició sin detenerse, pidiéndole a ella que levantara los brazos. Y ella lo hizo, para poder quitarse la camiseta por completo y quedar en sostén.

Lo observó y él también la estaba mirando en silencio. Sus pupilas lentamente se dilataron un poco, y comenzó a sentir como el calor se apoderaba de su cuerpo, sintiéndose en su piel.

—S-Samir.

La miró y apoyó una de sus manos en la mejilla de ella, acariciándola suavemente.

—¿Estás bien?

—Sí —le dijo mirándolo a los ojos—. ¿Tú estás bien?

Asintió con la cabeza y se agachó para acercar su frente a la de ella, cerrando los ojos, respirando contra ella, sintiendo su aroma. Vesnia también cerró los ojos y lo tomó del rostro, con la respiración agitada.

—Si querías hacerlo, me hubieses dicho —susurró.

—¿A qué te refieres? —le preguntó contra sus labios, sintiendo su aliento mezclarse con el de ella.

—Estás incitando mis instintos para que mi cuerpo quiera follar.

Abrió los ojos y la miró.

—¿Qué?

—Quieres confundir mi mente con el deseo de mi cuerpo —sonrió.

Era increíble lo que el aroma de él era capaz de causar en su propio cuerpo.

Samir la tomó de las muñecas y le quitó las manos de su rostro, haciendo que Vesnia abriera los ojos, confundida.

—Jamás me aprovecharía de tí, y mucho menos usaría tu inexperiencia para conseguir satisfacer mis deseos.

—N-No quise decir eso, Samir, sólo que así se sintió, que tú-

Negó con la cabeza y se fue de la habitación, sin querer escucharla. Su unión había sido un fracaso.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué había actuado tan... Exagerado?

🌕🌕🌕

–Días después–

No sabía nada de él desde hacía casi cuatro días, se había ido en la cabaña luego de que ella dijera aquello, y no había vuelto a aparecer. Y Vesnia ya temía lo peor, no sé había llevado siquiera su celular para poder llamarlo.

Estaba en un país que no conocía, y en medio de un bosque. ¿Qué demonios se suponía que debía hacer?

Y no iba a negarlo, se sentía desesperada, el aroma de Samir ya era muy tenue en la casa, y ella necesitaba olerlo, se estaba poniendo muy nerviosa, irritable.

Había utilizado la noche anterior una camiseta de él para poder dormir, ya qué olía a él, pero ni eso parecía funcionar ya, por lo que busco la ropa de él y la colocó toda en la cama, acostándose en medio.

No había podido comer nada desde el día anterior, y ya comenzaba a sentirse débil. Y lo que más la desesperaba, era la sensación en su pecho. Algo estaba ocurriendo con él, podía sentirlo.

—Escúchame, Zukaritas —le habló a su gatito mientras le llenaba el tazón de alimento—. Saldré a buscarlo por la zona, quizás regrese para el atardecer. Tú no debes salir de aquí ¿De acuerdo? Pórtate y no rompas nada, te amo —le dijo tomándolo en brazos para darle un beso, y luego dejarlo nuevamente en el suelo.

Se colocó una campera, guantes y un gorro, y salió de la casa, estremeciéndose levemente al sentir una oleada de viento helado chocar contra su rostro. Había comenzado a nevar, y la temperatura bajado considerablemente desde la noche anterior.

Se alejó unos cuantos metros de la casa, mirando insegura el bosque. ¿Estaría allí adentro? ¿O se habría ido hacia el pueblo? Se llevó una mano al pecho, sintiéndose tan insegura.

Si tan sólo sus instintos estuvieran más desarrollados, de seguro podría encontrar su rastro sin problema alguno.

Caminó con pasos lentos hacia el bosque, tomándose de los troncos de pino, y luego de unos quinces minutos de caminar sin rumbo alguno, vio la figura de alguien más acercarse hacia ella.

Frunció levemente los ojos, sin poder divisar si era o no Samir.

—Puedo hacerlo, sólo debo concentrarme en mis sentidos —murmuró cerrando los ojos, agudizando sus oídos, pero sobre todo, su olfato.

Aspiró un par de veces seguidas, y el suave aroma de Samir golpeó sus fosas nasales. ¡Sí! ¡Era él! Emocionada abrió los ojos y salió corriendo en su dirección, sonriendo.

—¡Samir! ¡Te encontré! —sonrió sintiendo que su corazón podría salirse de su cuerpo por la emoción.

Sólo quería saltarle encima y abrazarlo fuerte, frotarse contra él hasta que su aroma se quedara impregnada en ella.

Pero cuando estaba por hacerlo, él se lo impidió, desconcertándola.

—S-Samir.

—¿Por qué saliste de la cabaña?

—H-Hace cuatro días no volvías, e-estaba preocupada por tí, por eso salí a buscarte.

—Estoy bien.

—¿Puedes bajar los brazos? Necesito abrazarte —le pidió afligida, al ver que él le seguiría impidiendo abrazarlo, por estar alejándola al tomarla de los hombros.

—No.

Lo miró a los ojos, aturdida.

—Samir.

—Encontré a quien marcar, Vesnia. Me fui para buscar una compañera, y la encontré. Regresé para poder llevarte de regreso a tu hogar.

Su corazón dolió de una forma horrible al escuchar aquello, incluso se llevó ambas manos al pecho, respirando con algo de dificultad.

—N-No lo dices e-en serio.

—Se llama Gala, vive a-

—¡No! —le gritó con lágrimas en los ojos—. No puedes hacer eso, Samir. Tu dijiste... Dijiste que no marcarías a otra mujer.

—Lo que tú estás sintiendo ahora es sólo producto del lazo que nos une, cuando lo rompa, verás que no eran sentimientos verdaderos tuyos.

—No, no quiero que rompas nuestras unión —sollozó—. Siento que no puedo respirar.

Se alejó de él un momento y se sentó en el suelo, intentando respirar, sintiendo que se hiperventilaría. La marca de su cuello comenzó a arder, y Samir se acercó a ella, preocupado cuando Vesnia gritó, apretando los dientes.

—Vesnia.

—M-Me traicionaste —lloró en ese momento, mirándolo—. Lo hiciste.

...