XXIX

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Samir estaba fuera de la habitación, nervioso, mientras escuchaba a Vesnia gritar en el parto. Ella no había querido que él estuviera presente, pero no podía más de la angustia ahí afuera.

Adentro, estaba su mamá y una partera, ayudándola a dar a luz.

—¡S-Samir!

Y no lo dudó ni un segundo, entró rápidamente a la habitación y se fue directo a ella, agachándose a su lado.

—Amor ¿Qué puedo hacer por ti?

—Ayúdame a p-pararme —jadeó.

La tomó por debajo de los brazos, pasando el suyo, y la ayudó a arrodillarse en la cama, mirando preocupado a su madre. ¿Qué estaba haciendo? ¿No se suponía que debía estar acostada?

Apretó sus dientes, y se tomó de las mantas, apoyándose sobre sus manos, antes de pujar, casi gritando.

—Eso es Vesnia, respira, ya puedo ver la cabeza del primer bebé.

Samir miró hacia atrás, dónde estaba la partera esperando la llegada del primer bebé, y luego volvió su vista a Vesnia, acariciándole suavemente el cabello, la espalda baja.

—Eso es mi amor, lo estás haciendo bien.

—Tú puedes Vesnia, cuando sientas la próxima contracción, respira como te expliqué y puja.

Asintió con la cabeza, y respiró un par de veces, sujetándose con fuerza de las sábanas, antes de volver a pujar.

—Bien, bien —le dijo tomando con cuidado la cabeza del bebé, para ayudarla—. Respira Vesnia, y puja, ya casi nace tu primer bebé, tú puedes hacerlo.

E hizo lo que le partera le dijo, pujando con todas sus fuerzas.

Y cuando escuchó el llanto de su hijo, se permitió sollozar, sintiéndose por un momento aliviada.

—Es una niña —sonrió, limpiando a la pequeña.

Pero cuando Samir se quiso acercar, Vesnia le gruñó.

—Hijo, no te acerques aún —le dijo su madre.

Samir observó a la niña sobre el hombro de la partera y suspiró.

—Toma a tu niña, Vesnia.

Se acostó de lado, y recibió a la bebé, sonriendo con lágrimas en los ojos, acariciando suavemente su cabeza, sus mejillas, antes de darle un suave beso en su frente.

—Vesnia —susurró Samir.

Ella levantó la mirada y le gruñó, enseñándole sus dientes. Tenía los ojos verde esmeralda, por lo que supo que estaba en esa transición.

Nop, no lo dejaría tocar a la bebita.

—Tendrás que esperar hijo —le dijo con calma su madre—. Ella necesita sentirla primero, impregnarla de su aroma.

🌕🌕🌕

Días después

—Pasa —sonrió.

Sus bebés tenían casi una semana de nacidos, y recién ahora Vesnia le permitía entrar a la habitación para poder tenerlos. Sí, los había visto a ambos cuando nacieron, pero esa había sido la única interacción que había tenido con los cachorros.

—Mi amor ¿Cómo te sientes?

—Lamento mi actitud, Samir —le dijo en un tono bajo—. No era yo en ese momento.

—Está todo bien, no te preocupes —pronunció con calma, acercándose a ella.

Se sentó a su lado y al abrazó, besando suavemente su cabeza, sus mejillas, antes de darle besos cortos en los labios.

—Te amo, Vesnia... Te necesité mucho estos días.

—Yo también te amo —pronunció en un tono calmo, cerrando los ojos—. Perdón por alejarte.

—Está todo bien, lo prometo. ¿Puedo tocarlos?

Ella asintió con la cabeza, y dejó de darle el pecho a la niña, para poder dársela a él. La bebé se encogió cuando Samir la tomó en brazos, quejándose. Los ojos del castaño se cristalizaron, antes de sonreír con ternura.

—Es muy hermosa, se parece tanto a ti.

—Yo siento que se parecen a ti —sonrió, tomando al niño, quien dormía junto a ella en la cama.

—Mi Kaia preciosa, mi hija amada —susurró, besando suavemente su frente, sintiendo su dulce aroma a bebé.

Vesnia se movió más hacia él, y apoyó su cabeza contra el hombro de Samir, observando ambos a sus bebés. Hacía nueve meses su vida había cambiado para siempre.

No sólo había conocido a Samir, sino también cerrado una parte de su identidad que creyó que nunca podría conocer. Ahora sabía porque a veces se sentía tan diferente a los demás.

Nueve meses, una nueva identidad, un compañero de vida excepcional, y dos hijos tan maravillosos, que hacían sus días más felices. Finalmente tenía la familia que tanto había anhelado de niña.

—Samir ¿Tú sabes que son ellos? ¿A qué tipo pertenecen?

—No, y no lo sabremos hasta que lleguen a la adolescencia —sonrió.

—Mis bebitos preciosos —murmuró besando las mejillas de Aspen, antes de hacer lo mismo con Kaia—. Mamá sólo quiere que ustedes sean niños buenos cuando crezcan, personas de bien, es lo único que pido. No importa si son alfas, betas u omegas, sólo que sean buenas personas.

—Lo serán, mi amor —sonrió Samir, dándole un suave beso en los labios—. Verán que serán buenas personas.

—Mientras salgan a ti, serán buenos.

—A ambos —rio bajo.

Samir la abrazó con su brazo libre nuevamente, sosteniendo bien a Kaia contra su pecho, y cerró sus ojos. Ellos eran todo lo que él amaba, lo que él necesitaba.

Finalmente se sentía a gusto, cómodo, al decir que tenía una familia, su familia, y la había conseguido gracias a Vesnia.

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🌕
FIN
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¡GRACIAS A TOD@S POR ACOMPAÑARME HASTA AQUÍ! COMO HABÍA DICHO DESDE UN COMIENZO, IBA A SER UNA HISTORIA CORTA, INTRODUCTORIA A LAS DEMÁS ❤️✨

Espero les haya gustado tanto como a mí escribirla, hacía tanto no hacía nada nuevo, y podía finalizar algo, que para mí es un avance enorme.

Posiblemente haga algún especial de los niños, ya lo veré ❤️

¡L@S AMO INFINITAMENTE! NOS VEMOS EN SHAYNE 🐺🌜❤️

¡L@S AMO INFINITAMENTE! NOS VEMOS EN SHAYNE 🐺🌜❤️

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VesniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora