Capítulo 47

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La presión en mi pecho era muy grande, necesitaba encontrar a mi esposo lo antes posible. No sabía a dónde se había ido. Regrese pronto al mundo normal, lejos de esa aura incomoda y problemática en la que estaba envuelta el cielo de los dioses desde el secuestro de Hedoné. Espero que papá también esté tomando cartas en el asunto.

De pronto me sentí demasiado cansada, quería volver a casa con mi esposo, con mis hijos y quedarme acurrucada en la cama sin tener que pensar en nada más. Pero había alguien más en esas lindas ilusiones.

Mi hermana.

Caminé por los pasillos del reino, esperaba tener un recorrido tranquilo hacia mí habitación. Traté de buscar el aroma de mi esposo pero no había nada en el aire, parecía como si se hubiera esfumado.

Me dolía el corazón.

No sentía nada de él y necesitaba estar a su lado, sentirme segura.

Entre a mi habitación cansada, esperando a que mi esposo estuviera ahí, cosa que fue todo lo contrario. La luz estaba apagada, la única luz que había en la habitación era la de la luna, emitía una sombra ante la ventana. El cuarto se sentía frío y sólo, me acerqué al único rastro de aroma que quedaba de JungKooK, aquel sillón en el que se había recargado antes de irse.

Me arrodillé y aunque ese mínimo rastro pudo apaciguar levemente las molestias en mi pecho, no era suficiente, no quería su olor, lo quería a él.

—¿Dónde está la bestia de tu marido? —Levanté la mirada, esa voz la reconocía. Giré rápidamente hacia la dirección de esa familiar voz.

La luz de una lampara se encendió y Rak estaba de pie apoyado sobre la pared mirándome, una mirada de preocupación y madurez absoluta que sólo él daba.

Mi pequeño Rak.

Me levanté rápidamente y corrí hacia él dándole un fuerte abrazo, un abrazo que me reconforto. Rak me rodeo con sus brazos y sentía su pelaje haciéndome cosquillas en la piel.

—¿Qué ocurre? Por qué te siento perdida. —Su voz resonó en mi cabeza, estoy perdida.

—Por qué lo estoy, no sé qué hacer.

—¿Una de las diosas más poderosas no sabe qué hacer ante un problema? —Me alejó de él sin soltarme y me observó detenidamente. —Estas pálida ¿Estas bien?

Negué. —Supongo que no soy poderosa, ni fuerte y que dependo de la única persona de la cual no quisiera depender.

—Iré a buscar a JungKooK. —Me sentó en el pequeño sillón.

—No, no, él no está aquí.

—¡Lo necesitas! ¿Cómo que él no está aquí? —Su enojo era notable, siempre fruncia el ceño y mostraba sus colmillos.

—Discutimos, él se fue.

—Él jamás pudo haberte dejado, jamás. —Me encogí de hombros.

—Debo buscarlo pero ahora mi mayor prioridad es mi hermana. —Los ojos brillantes del felino me miraban con extensa preocupación y curiosidad.

—Debes contarme todo ahora.

Rak se sentó a mi lado atento a todas las palabras salidas de mi boca, le hable sobre cada detalle y como esta puede afectar en el reino. No sabía cuál era mi plan, no sabía dónde estaba Jeanette o dónde estaba Atea, ni cómo todo esto afectaría en este reino.

—Vaya mierda, ¿qué haremos?

—¿Qué haremos? Tú debes irte de aquí, es peligroso. Atea puede meterse en los pensamientos de la gente y manipularlos a su antojo.

—¿Estas bromeando cierto? Te conozco desde que eras un diosa novata que no sabía controlar su don, peleé a tu lado contra tu padre, me críaste ¿Y crees que te voy a abandonar cuando hay un mujer loca allá fuera queriendo matarte?

—Suena feo cuando lo dices así. —Sonreí.

—Llévame con él otro JungKooK.

—Debo advertirte que no es como él que conoces.

—¿Qué? ¿Es aún más idiota? —Ironizó.

Reí. Me levanté de mí asiento con lentitud, si bien aún me sentía cansada, había algo en mi que se había recuperado, y aunque quisiera, no puedo morir.

¿Y quién quisiera morir cuando tengo al amor de mi vida a mi lado?

Rak me seguía a paso lento y seguro, estaba en total alerta tanto por el lugar, como por mi. El pasillo era extenso pero al bajar las escaleras llegamos a la que sería la oficina de Jeon. Tocamos un par de veces y este abrió con lentitud.

Su cabello estaba revuelto y llevaba los primeros dos botones de su camisa sueltos, al abrir la puerta pude notar ese aroma que molesto a mi esposo.

Miró a Rak con sorpresa pero de pronto aquella expresión cambió, no parecía asustarse o sorprenderse, parecía curioso.

—Así que eres el rey, eh. A lo largo de mi vida solo e conocido dos reyes y solo a uno le tengo respeto. Te vez aún más chico que JungKooK.

—¿Qué tiene que ver ese tipo aquí? —Frunció el ceño.

—Eres él culpable del por qué ella está así. —Me señaló. La mirada de Jeon me recorrió con preocupación.

—¿Estas bien, Maya? ¿Necesitas algo? —Salió de su oficina y se acercó a mi tocando mi mano.

—Estoy bien, los dejaré para que hablen. Iré al comedor. —Me alejé de ambos. Sabía que si entraba a esa habitación, si me quedaba cerca de ese tipo, las cosas empeorarian y no sabría a que punto lo harían.

Las luces en el primer piso estaban encendidas, el gran comedor estaba limpio y reluciente y se sentía una tranquilidad. Me senté en una de las tantas sillas y esperé, me quedé pensando.

Estoy en blanco.

Debo encontrar a Jeannette y si eso implica tener que entrar al bosque prohibido, lo haré.

La puerta que conecta con el comedor y la estancia se abrió, me levanté rápidamente y esperé para saber quién era.

Una sirvienta entró.

—Disculpe señorita, él futuro rey de la especie 5 está aquí, desea ver al rey Jeon. —Aclaré mi garganta.

—Él rey Jeon está ocupado y tardará un poco, si desea esperar...

—A él o a ti, no me importa a quien debo ver. —Por la puerta entro el futuro rey de la llamada “especie 1”.

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