Capítulo 4

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Él aire se sentía bien desde el jardín del castillo, realmente no se que paso en el pueblo los niños no estaba y él perro corrió.

Era la segunda vez que salía viva de ese lugar y fue aterrador demasiado. Algo me seguía sin duda pero no era algo pequeño con solo pensarlo me da escalofríos.

La fiesta de mamá comenzó hace dos horas y yo en ese tiempo me mantenido fuera de ese mundo, yo no pertenezco a ese mundo de reyes.

-¿Qué hace una bella dama sola en la noche?-reí.-

Jean-Cierra la boca Sam.-

Sam-Solo trataba de ser amable.-

Jean-¿Te escapaste de tu prometida?-lo mire.-

Sam-¿Cómo adivinaste?-reí y rodee los ojos.-Jean...casate conmigo.-

Él futuro rey Sam, realmente guapo para todas pero aveces era todo un mujeriego. Su cabello azabache le hacía resaltar su piel pálida y sus labios rosados. Cualquier mujer caería ante sus ojos pero yo no.

Jean-¿Es la decima? Si, creo que la es.-

Sam-Jean es en serio. Casate conmigo.-

Jean-Yo también hablare en serio Sam; no me casare contigo, estas comprometido y no me gustas-me levante de la banca y me puse frente a él.-

Sam-Vamos Jean, cualquiera moriría por mi-se levantó, me sacaba una cabeza por lo que tenía que levantar la mirada.-

Jean-Pues yo no, eres aburrido, arrogante, egocéntrico y muy egoísta.-

Sam-Sabes que mientras más me digas eso más me vas a gustar.-

Jean-Y tú mientras más hables más me aburriras.-

Pase de largo y camine hacia el interior del castillo. A lo lejos pude ver a la prometida de Sam casi desmayarse por tomar demasiado.

Sam-¿Ni un beso de despedida?-ruedo los ojos y lo miro a los ojos.-

Jean-En lugar de pedirme besos ve con tu futura esposa. Te necesita-Sam dejo de mirarme para ver a  su prometida asustado.-

Sam-¡Nora!-salió corriendo.-

Sonreí aliviada, comencé a caminar de nuevo hacia el castillo pero mi cabeza comenzó a doler así que mejor decidí ir a dormir antes.

Me despedí de Nia y subí a mi habitación para cambiar mi vestido azul a mi pijama del mismo color. Me recoste y me quede mirando al techo sin pensar en nada.

Sentí el cansancio recorrer todo mi cuerpo hasta quedarme dormida.

Desperté por el sonido de mi cortina siendo movida por el aire y había una persona de pié justo en frente de mi. Me levante de la cama y lo observe, no podía ver mucho era alto y se acercaba a mi lentamente.

Jean-¿Q-quién eres?-

Retrocedí lo más que pude pero choque con la cama y termine sentada sobre ella mientras miraba aquella sobre acercarse a mi. Trate de gritar pero algo no me lo permitía era doloroso.

Jean-¿Quién eres?-hablé con más seguridad.-

Trate de mirar su rostro pero de pronto mi vista comenzó a ser borrosa y comencé a ver todo negro.

-Dulces sueños.-

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